Norma Silvia Ramos
| 4 de Abril de 2016 | 02:42

Dedicación, compromiso y solvencia marcaron la prolongada trayectoria docente de Norma Ramos en nuestra Ciudad. Su fallecimiento, a los 70 años, provoca hondo pesar entre quienes compartieron su labor en los ámbitos público y privado de la enseñanza, y particularmente su fecundo desempeño como directora del nivel primario en el Colegio Monseñor Alberti.
Hija de Soledad Dora Malnatti y Raúl Argentino Ramos -comisario-, segunda entre cuatro hermanos, Norma Silvia nació el 27 de septiembre de 1945. Después de algunas temporadas en 65 entre 17 y 18, muy cerca de la plaza Sarmiento, su familia se mudó a 26 y 73, en el que sería el barrio de pertenencia para toda su vida: Altos de San Lorenzo.
Tras cursar la primaria en la Escuela Nº11, frente al Parque Saavedra, completó el secundario en el Normal 3. Egresada del establecimiento de 8 entre 57 y 58 como maestra de grado, se capacitó en el terreno de la Educación Física e hizo sus primeras armas como profesora en escuelas de La Granja, Villa Elvira -la Nº84- y San Lorenzo -la Nº22 “Hipólito Yrigoyen”-. En esta última, acompañó el tránsito desde las antiguas y precarias aulas de madera situadas en 22 entre 75 y 76, hasta el edificio moderno de 23 y 76.
En los años ‘60 del siglo pasado, Norma inició su vínculo con el colegio Monseñor Alberti, por entonces una institución joven y pujante. Ejerciendo primero como “profe” y luego como maestra, se ganó paulatinamente el reconocimiento y el afecto de todos los actores de la comunidad educativa, lo que le valió ser designada al frente del nivel primario, cargo que ejerció entre 1991 y 2007.
Participante en numerosos talleres y conferencias que le permitieron mantenerse actualizada en materia pedagógica, era partidaria -y así lo hacía saber al plantel docente a su cargo- de colocar a los alumnos en el centro de la escena, con una mirada humanista: “nunca se debe perder de vista que cada chico es un universo lleno de matices y no un mero número de expediente” solía subrayar.
Dinámica y emprendedora, su capacidad de trabajo le permitía repartir su tiempo entre el “Monseñor” -a la mañana- y las escuelas estatales -por la tarde-. Atenta seguidora de las homilías del Papa Francisco, tradujo en acciones su devoción y sus arraigadas convicciones cristianas, colaborando con el Hospital de Niños y otras obras solidarias, entre ellas las iniciativas encaradas por la parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Pompeya.
Casada en 1969 con Juan Carlos Buscaglia -de quien enviudó en 2014-, tuvo dos hijos, Analía Verónica y Mariano Sebastián, quienes se prolongaron en cinco nietos: Juana y Julia Buscaglia, Catalina, Celeste y Facundo Cler, por los que se prodigó de manera ejemplar. Sus restos descansarán junto a los de su esposo en la casa de Santa Clara del Mar que atesora muchos de los mejores recuerdos familiares compartidos.
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