Dolorosas estadísticas sobre las víctimas en accidentes de tránsito en la Región
| 10 de Mayo de 2016 | 02:15

El anarquizado tránsito en la Región sigue cobrándose una vida cada poco más de dos días, en lo que represen un incremento del número de casos con respecto a años anteriores y, por consiguiente, una penosa corroboración estadística de la inseguridad vial que existe en las calles. En lo que va del año son 48 las víctimas fatales en nuestra zona, a raíz de los accidentes que, también, dejan un elevado número de heridos.
Tal como se detalló en el informe publicado en este diario, la estadística, muy preocupante por cierto, refleja la siniestralidad existente en calles de La Plata, Berisso, Ensenada y otras localidades de la periferia.
Se está hablando, especialmente en lo que concierne al año en curso, de cifras que son contundentes y que marcan con claridad que la problemática vial no encuentra ningún tipo de solución, pese a los operativos y las campañas de prevención montadas por distintos organismos provinciales y municipales.
Hace también demasiados años que los expertos en accidentología vial no vienen dudando en calificar como muy grave el panorama que se vive en nuestra región por los accidentes de tránsito, en una situación que, como se ha dicho, no sólo se mantiene sino que tiende a agravarse.
Seguramente que en estos resultados negativos influirán la falta de efectividad de los controles de tránsito, la pertinaz indisciplina de los conductores, la manifiesta irresponsabilidad que se observa cotidianamente en las calles de la Región y, por supuesto, la escasa inversión en el mantenimiento y mejoramiento de la infraestructura vial.
Ello, al margen de algunos esfuerzos realizados, en especial en lo que concierne a los intentos por impartir educación vial en cursos escolares, así como en algunas reformas legislativas a nivel local y provincial, reconociéndosele además identidad y valor al aporte de organizaciones no gubernamentales que luchan contra este flagelo.
Pero hace falta más. Por empezar, debería ponerse un mayor empeño en controlar el cumplimiento de las normas vigentes. La tragedia de los accidentes viales demanda, como se ha dicho otras veces desde esta columna, una fuerte reacción.
Una sociedad organizada no puede resignarse a perder miles de vidas por año, en todo el país, como consecuencia del descontrol, la imprudencia y los excesos en el tránsito urbano y suburbano.
La experiencia internacional muestra que una adecuada legislación combinada con controles eficaces puede hacer bajar en una proporción muy sensible las estadísticas de accidentes.
Existe asimismo un vacío educativo en materia de tránsito, que se refleja en la indisciplina con que actúan el automovilista y los peatones en la vía pública.
Comportarse en las calles exige no sólo una actitud de prudencia, sino de comprensión y respeto por la seguridad de los otros. Todo esto, que es demasiado elemental, no parece, sin embargo, estar lo suficientemente claro.
Pero nuestra sociedad no puede permitirse el lujo de ignorar principios que son elementales.
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