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Un mito andará por el Estadio Unico

La influencia de Paul Mc Cartney y de los Beatles en la cultura contemporánea. Los cambios en la música, en la moda, en la política, en la literatura y el arte. Testimonios de Sergio Pujol y Fernando Tomé. Una opinión de García Márquez

MARCELO ORTALE

15 de Mayo de 2016 | 00:27

Un mito mundial andará estos días por el Estadio Unico. Un músico inglés de 73 años que no tiene edad, que es inmortal porque formó parte de un grupo que revolucionó la forma de vivir y de sentir en todo el planeta. Porque nada suena excesivo cuando se habla de este artista, Paul Mc Cartney y de ese conjunto, los Beatles.

Acaso en el repertorio que se despliegue vuelva a escucharse su canción “This One”, que alguna vez grabó bajo unas inmensas alas de cisne: “¿Alguna vez te tomé en mis brazos,/ te miré a los ojos, te dije que lo tengo que hacer?/ ¿Alguna vez abrí mi corazón/ Y te permití ver el interior? Si nunca lo hice, yo sólo estaba esperando/ Para un mejor momento que no llegó./ Nunca podría haber un mejor momento/ Que éste, éste”.

“Yo no olvidaré aquel día memorable de 1963, en México, cuando oí por primera vez de un modo consciente una canción de los Beatles. A partir de entonces descubrí que el universo estaba contaminado por ellos” Gabriel García Márquez

El luego premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez escribió en una de sus crónicas periodísticas: “Yo no olvidaré aquel día memorable de 1963, en México, cuando oí por primera vez de un modo consciente una canción de los Beatles. A partir de entonces descubrí que el universo estaba contaminado por ellos”.

La inaudita fuerza de estos desgarbados músicos de Liverpool se irradió, efectivamente, sobre los cinco continentes. Dice Gabo: “Todo cambió entonces. Los hombres se dejaron crecer el cabello y la barba, las mujeres aprendieron a desnudarse con naturalidad, cambió el modo de vestir y de amar”. Corrían los años de Vietnam, reseña, de las rebeliones universitarias, con oleadas juveniles que idolatraban a los Beatles. Había que hacer el amor y no la guerra, la imaginación quería subirse y ser poder. Eso ocurrió hace más de 50 años y casi nada pasó al olvido, porque aquella música y aquellas letras siguen vigentes hoy en las generaciones jóvenes.

Como se reseñó hace poco en este diario, ya disueltos los Beatles, como solista Mc Cartney lanzó 24 albumes de estudio, ganó 60 discos de oro, vendió más de 100 millones de singles y 32 veces alcanzó el primer puesto en Billboard, la revista que clasifica las canciones y álbumes más populares. No importa tanto decir que su fortuna supera los 1.000 millones de dólares, que le diluvian por sus composiciones e interpretaciones. Sí es preciso advertir que se encuentra plenamente vigente y que no piensa en el retiro.

En cuanto a los Beatles, la banda formada en Liverpool estuvo constituida desde 1962 por John Lennon (guitarra rítmica, vocalista), Paul McCartney (bajo, vocalista), George Harrison (guitarra solista, vocalista) y Ringo Starr (batería, vocalista). Músicos de todos los estilos y dimensiones, incluidos los clásicos, percibieron en ellos no sólo una técnica depurada –con notorias influencias de Bach o Debussy, entre otros- sino la encarnación de los ideales progresistas que caracterizaron a la cultura dominante de las décadas del 60 y 70.

TESTIMONIOS

Al analizar la aparición de los Beatles, el crítico e historiador musical Sergio Pujol sostiene: “Creo que Elvis Presley y el viejo y buen rock and roll prepararon el terreno, pero no protagonizaron una revolución cultural. Si uno se fija, salvo excepciones bizarras, no hay muchas referencias directas a Elvis en la escena de hoy. En cambio, cuesta escribir sobre Coldplay sin citar a McCartney”.

Pujol considera preponderante la aparición de los Beatles: “No debe haber, en la historia cultural de la segunda mitad del siglo XX, un hecho tan consensuado como el de la importancia artística de Los Beatles”, para sostener luego que “la noción de autoría y composición cambia radicalmente a partir de los 60. Salvo algunas cancionísticas muy precisas, como la de los cantautores franceses tipo Brassens o la escena folklórica americana, no existe una música popular previa a los Beatles en la que autor, compositor y ejecutante sean una misma entidad creadora”.

Investigador del Conicet y profesor de Historia del Siglo XX en la Universidad Nacional de La Plata, Pujol ha sido profesor invitado en universidades norteamericanas y es autor de varios libros sobre historia de la música popular en la Argentina, entre los que figuran Discépolo, una biografía argentina (1997) –que será reeditado próximamente-, Jazz al sur (2004), La década rebelde (Los años 60 en la Argentina) (2002), Rock y dictadura (2005), En nombre del folclore. Biografía de Atahualpa Yupanqui (2008), Canciones argentinas 1910-2010 (2010) y Como la cigarra. Biografía de María Elena Walsh (2011) y Las ideas del rock.

Se ha mencionado ya que los músicos clásicos admiran las composiciones e interpretaciones de esos eternos adolescentes que compartieron la fama con músicos como los subsistentes Rolling Stone, Rod Stewart, Elton John y Bowie, entre los cuales, como se dijo ya en este diario, Mc Cartney es rey. Un “rey inoxidable”.

Las innovaciones musicales perdurables de Mc Cartney y de los Beatles se vieron también afianzadas en una letra de indiscutible contemporaneidad, basada esencialmente en la influencia del poeta y compositor estadounidense de folk y rock Bob Dylan

Uno de esos músicos clásicos es Fernando Tomé, graduado en dirección coral y orquestal de la facultad de Bellas Artes de la UNLP. Ahora, al referirse a la llegada de uno de los miembros vertebrales de los Beatles, expresó que “es un privilegio que una de sus leyendas vivientes nos visite”.

Alude luego a lo que define como “la buena música” y dice que en los años que lleva dedicado a ella “he recolectado numerosas enseñanzas y célebres frases de los maestros, con quienes tuve la dicha de formarme o simplemente de haber compartido algunos momentos. Una vez alguien me dijo: la buena música es aquella que siendo interpretada por cualquier tipo de formación o combinación instrumental, no pierde su cualidad y característica estética, algo que la hace inmediatamente reconocible al oído medio”.

“¿A qué me refiero con esto? He tenido la posibilidad de escuchar la música de este revolucionario cuarteto de Liverpool con las más diversas formaciones musicales. Desde la pulcra interpretación a capella del sexteto vocal masculino inglés The King´s Singers, al sonido folklórico de un dúo de quena y guitarra del sur de nuestro país. Ni mencionar las innumerables adaptaciones sinfónicas, corales, o su combinación, por supuesto, sinfónico- corales. Grupos de cámara, instrumentos solistas, o cualquier combinación que imaginen de un instrumento melódico acompañado por otro de carácter armónico. No puedo dejar de mencionar hasta el menos humano de estos instrumentos. Me refiero a la música computarizada, usada por ejemplo para las esperas telefónicas tan odiadas por todos. En absolutamente todos sus casos cualquiera de nosotros identifica o reconoce casi inmediatamente la firma de los Beatles. Ello es uno de los sellos absolutos de su calidad”, concluyó Tomé.

LA LITERATURA

Las innovaciones musicales perdurables de Mc Cartney y de los Beatles se vieron también afianzadas en una letra de indiscutible contemporaneidad, basada esencialmente en la influencia del poeta y compositor estadounidense de folk y rock Bob Dylan, un referente de la música actual.

Su admiración por el poeta Dylan Thomas fue la que le hizo adoptar su apellido artístico por el cual se le conoce. En la década del 60 creó un estilo propio, sustentado en la recuperación de las composiciones folk e interpretado a través de letras contestatarias que lo convirtieron en una suerte de líder rodeado de un aura de misticismo. Corrían también los tiempos iniciales de la cantante Joan Báez que incluyó en su repertorio las llamadas canciones de protesta.

Sin embargo, los rockeros y los beat no pertenecieron activamente a los ámbitos más progresistas y no se llevaron bien con la práctica política. Integraron la llamada “generación Beat”, influenciada por escritores como Allen Guinsberg –un pacifista y budista defensor de la protesta política no violenta- y el novelista Jack Kerouac, también estadounidense y considerado un pionero de la Generación Beat. Los temas dominantes de Kerouac derivaron entre la espiritualidad católica, el jazz, la promiscuidad, el budismo, las drogas, la pobreza y los viajes, según señala su biografía. Se lo reconoce, también, como padre del movimiento hippie.

Corrían también los años en los que era lectura de culto entre los jóvenes la novela del inglés Aldous Huxley, “Las puertas de la percepción”, convertida, como se ha expresado, en una suerte de evangelio para aquella nueva y revoltosa generación.

¿Cuál fue la filosofía y cuál la ideología de los Beatles? No alcanzaría un libro voluminoso para llegar a conclusiones certeras. Pero muchos críticos coincidieron en que la sola forma de sus peinados, de sus cabellos largos, de sus bigotes y barbas desafiantes, ya los pusieron de punta contra la opinión conservadora del mundo.

Hubo muchísimas personas que consideraron insultantes a los Beatles. Pero fueron más las que leyeron en esos cuatro jóvenes la ideología de la libertad. Una libertad nunca vista ni oída antes por ellos. En lugares que permanecían cerrados a toda libertad, como ocurría entonces en varios países totalitarios, se arrestó y forzó a cortarse el pelo a muchos jóvenes que copiaban el peinado de los Beatles.

El cine también reflejó la psicodelia, el humor y el romanticismo irónico de los Beatles, a través del surrealista director Richard Lester. Todo cambió: la indumentaria, la música, la manera de ver la realidad. La literatura y el arte fueron también distintos a partir de ellos.

Todos esos cambios en la ontología planetaria, en la manera de ser de hombres y mujeres, podrán verse estos días en el Estadio Unico a través Paul Mc Cartney, cuando, tal vez, empiece a cantar su canción Yesterday -“Ayer todos mis problemas parecían tan lejos/ ahora es como si estuvieran aquí para quedarse/ oh, creo en el ayer”. El misterio es que, sin embargo, no habrá nostalgia en las tribunas ni en el campo, sino la convicción de que la genialidad es intemporal. Que el talento siempre muestra un mañana.

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