Ecos de una visita histórica
| 21 de Mayo de 2016 | 00:52

El reciente paso de Paul McCartney por La Plata, en el marco de su “One on One Tour”, no sólo quedará en la memoria de las más de cien mil personas que llenaron el Estadio Unico el martes y el jueves, sino que quedará marcado a fuego en la historia de la Ciudad.
Más allá de la música, la excusa con la que el ex Beatle volvió al país por tercera vez, la sensación que quedó entre los fans fue no la de haber visto a un mito viviente -como lo que es- sino a un legítimo artista disfrutando del encuentro cara a cara con el público, al que en todo momento consideró como un par.
En los dos shows en La Plata lo dejó en claro. Sir Paul quería una fiesta y así lo tuvo. La complicidad y frescura con la que protagonizó las dos veladas, convertido en un anfitrión de lujo, preocupado por si los del fondo lo “estaban pasando bien”, humanizaron su figura endiosada, propia del mito que ayudó a construir como miembro de los legendarios The Beatles, la banda que cambió para siempre la historia de la música contemporánea.
Su solidaridad y grandeza, además, quedó demostrada en sus esforzados intentos por hacer sentir cómodo a su público, a quien le habló en un simpático español, algo que no todas las estrellas hacen, ni mucho menos, buscar expresiones locales intentando convertirse en un argentino más: “¿Qué onda, che?”, tiró, así, como si nada, durante el recital del jueves, y se metió a todos en el bolsillo.
Sus chistes, sus anécdotas, sus guiños a los fans. La forma de seguir el juego de los coros con su guitarra, primero, y con el piano, después. Su juego con el frío, el humo y los estruendos. Su escena tierna con Leila, el martes, y el juego seductor con las cuatro chicas, el jueves. Todo fue descontracturado y festivo, como él quería.
Y después, claro, la entrega musical. Las más de dos horas y media de cada show, en las que no paró ni un minuto, tirando una artillería de clásicos, mechados con rarezas y alguna perla, como el “A Hard Day’s Night”, tema que no había vuelto interpretar desde la disolución de los Beatles.
Por esto no sorprendieron las ovaciones que se llevó con él a Europa, en donde seguirá de gira. El público también vivió una fiesta, la mejor fiesta, con el mejor animador. Y el también lo vio. Por eso, antes de irse lo dejó por escrito (ver aparte), con una emotiva carta en la que le agradece a los fans locales por haber sido “leales” y “geniales”, sorprendido además por la juventud que nutrió su platea, algo que, aseguró, lo inspira para seguir dando lo mejor de él.
Más Unico, incluso, que el Estadio.
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