Endémico estado de abandono en la manzana del ex Mercado regional

El pretérito y a la vez creciente estado de abandono que se advierte en la manzana del ex Mercado, ubicada en pleno centro de la Ciudad -con veredas rotas, basuras esparcidas, pastizales y un muro a punto de derrumbarse a lo largo de todo el perímetro del predio- marca con elocuencia hasta qué extremos puede llegar muchas veces la desidia oficial por mantener los espacios públicos y no permitir que el abandono se apodere de ellos.

Se habla de la manzana enmarcada por las calles 3 y 4, desde la 48 a la 49, en la que desde hace décadas se explota una playa de estacionamiento, cuya recaudación se reparte entre tres entidades de bien público: Liga Popular de Lucha contra el Cáncer (Lipolcc), Instituto de Ayuda al Niño Incapacitado (Idani) y Cáritas La Plata.

Como se sabe, en el predio se alzaba hasta hace 43 años el mercado de frutas y verduras de La Plata. El viejo edificio, caracterizado por un estilo que hoy podría haber sido revalorizado, cayó demolido por la piqueta y desde entonces se barajaron numerosas alternativas de explotación, que incluyeron la construcción de un enorme hotel cinco estrellas, un mega-shopping, un edificio de cocheras o, entre otros, las sedes de los tribunales federales y luego provinciales, sin que se concretara ninguno de esos proyectos. La gran playa que hoy se ve llena de autos estacionados fue lo único que perduró, rodeada, como se ha dicho, por veredas y una cerca, tan destruidas unas como la otra.

Construido cuatro años después de la fundación de la Ciudad por iniciativa del emprendedor Juan Ithurralde, el mercado fue diseñado por Francisco Seguí, del departamento de Ingenieros bonaerense, y erigido por la firma de José Marinoni entre septiembre de 1885 y el mismo mes de 1886.

Su adjudicación, en julio de 1885, fue la primera en sintonía con la ley sobre Radicación de Industrias y Establecimientos de Caridad y Beneficencia. Con superficie ligeramente menor a una hectárea, y dos plantas de altura con terrazas esquineras, el inmueble del Mercado -hasta su polémica demolición- no desentonaba con el resto de los palacios de la época; muy pronto se convirtió en eje de una intensa actividad social y comercial que excedió el mero intercambio de alimentos frescos, frutas y verduras entre productores y minoristas.

Más allá de las dudas que persisten acerca de qué área del Gobierno sería el responsable del dominio de la manzana, está claro que la Municipalidad debe hacerse cargo de una indefinición que lleva ya varias décadas y que debiera, por consiguiente, impulsar y concretar las imprescindibles tareas de reparación de las veredas, hasta dejarlas en condiciones de ser utilizadas sin riesgo por los peatones. En todo caso, la Comuna podría luego imputar los gastos al propietario del predio que, se sabe, es un organismo estatal.

Se está hablando, además, de un espacio neurálgico de la Ciudad, necesitado de mínimas mejoras estéticas que podrían concretarse a muy bajo costo. Debiera ser ocioso fundamentar la necesidad de poner en mínimas condiciones un predio ubicado en un lugar tan céntrico, cuyo endémico estado de abandono sólo demuestra, como se ha dicho, un inexplicable desinterés de las autoridades. Preservar el lugar y presentarlo en perfectas condiciones constituye un deber ineludible.