El Estado debe asegurar el correcto abastecimiento de vacunas antigripales

La muerte en hospitales de la Ciudad de dos pacientes por gripe A, que pertenecían a los denominados grupos de riesgo y no se habían vacunado, constituye un llamado de alerta que la sociedad no puede desoír y, al mismo tiempo, debiera inducir a las autoridades sanitarias a extremar esfuerzos para que no se demore la aplicación de la vacuna antigripal hacia todas las personas que están necesitadas de recibirla.

Como se sabe, en uno de los casos un paciente que dio positivo a un cuadro de gripe A falleció en las últimas horas en el hospital San Juan de Dios de nuestra ciudad, tras agravarse su crisis respiratoria con una neumonía, mientras que otra persona con el mismo diagnóstico murió anteayer tras permanecer internado en una céntrica clínica privada de nuestra ciudad, en un caso similar al anterior, es decir correspondiente a los grupos de riesgo y sin vacunación previa.

Ambos decesos fueron confirmados por la dirección de Epidemiología del ministerio de Salud provincial.

Tal como se conoce, los grupos de riesgo comprenden a los niños de hasta dos años, las embarazadas, los mayores de 65 años y las personas con alguna enfermedad de base que comprometa su sistema de defensa.

Es cierto que desde el área local de salud se acaba de remarcar la importancia de la vacunación y que se convocó a quienes todavía no lo hicieron a inmunizarse contra el virus de la gripe A, que este año adelantó su aparición y que además lo ha hecho con características más virulentas.

Pese a ello, debe insistirse una vez más en la necesidad de que las exhortaciones formuladas desde el área de Salud -destinadas a que la población cumpla con vacunarse- encuentren su correlato en la plena y no discontinua disponibilidad de vacunas en farmacias y centros de salud, tal como ocurre por estos días, según se informa en estas mismas páginas..

En los últimos años no dejó de ser habitual que aparezcan estas inexplicables contradicciones por parte de las autoridades sanitarias que, por un lado, impulsan y promueven campañas preventiva que resultan imprescindibles y trascendentes, y por el otro, privan a las farmacias y a la población de las dosis que hacen falta.

A veces, también, surgen confusiones en torno a las fechas reales en que las vacunas están disponibles y esos factores, sumados, hacen que mucha gente mayor desista de acudir a los centros de vacunación, hasta no tener certeza de que finalmente podrán ser vacunados.

Tal como se ha señalado reiteradamente en esta columna, no debiera ser preciso extenderse en argumentaciones para fundamentar la importancia que tiene garantizar la plena eficacia de una campaña de vacunación antigripal.

De todos modos, la experiencia acumulada -que, inexplicablemente, no deja de ser abundante en materia de demoras u otros trastornos- aconseja a las autoridades a que se intensifiquen todos los esfuerzos destinados a garantizar la suficiente disposición de vacunas, especialmente cuando se inician y promueven campañas de estas características.

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