El club Azcuénaga resurge a pulmón y empuje vecinal

Multiplicó su oferta cultural y deportiva y en unos pocos meses pasó de tener 65 a 500 socios

De 65 socios que tenía, en menos de un año pasó a contar con 500; y en el mismo lapso, triplicó la cantidad de actividades culturales y deportivas. Tras una etapa alicaída y floja de entusiasmo, el centro de fomento Miguel de Azcuénaga - situado a pocos metros de la plaza que lleva ese mismo nombre - logró resurgir de la decadencia en la que había caído.

El club de 43 entre diagonal 73 y 19 está en pleno desarrollo gracias a la comisión directiva - al frente de la entidad desde el 12 de junio de 2015 - y a los vecinos que pusieron el hombro para levantarlo. Presidida por la joven profesora de zumba y teatro, Milagros Larralde, la institución se puso de pie a partir del empuje de la actual tesorera y “alma mater” de la gestión, Edith González, que sacó a flote el centro de fomento convocando a la ayuda del barrio y completando fichas de socios.

“En realidad, todo empezó con una desgracia personal - contó González -. Yo venía a las clases de actuación, uno de mis hijos se murió y me deprimí por completo. Vine a ver la muestra de fin de año, mis compañeras de teatro me alentaron para que vuelva y al final me convencieron. Pero como no había casi actividad y los socios eran muy pocos pensé en reactivar la vida del club; hicimos una pequeña revista, repartimos volantes por el barrio, la gente se acercó y así fuimos levantándolo”.

Con salones remozados y una lavada de cara generalizada, el club Azcuénaga ofrece 37 actividades. Entre las principales propuestas se destacan los servicios del Pami, el turismo, y las clases de yoga, tai chi, patín, tango, zumba, teatro, repostería, musicoterapia, dibujo, literatura y taekwondo, entre otras.

Aunque la mayoría de los socios, que pagan $30 mensuales de cuota, está en la franja de edad de los adultos mayores, en el club también hay un intenso movimiento de niños y jóvenes.

Una de las propuestas más concurridas es la que ofrece musicoterapia a jubilados y pensionados. Fabián Venturelli dicta las clases con las que busca, según señaló, que “la gente trabaje las emociones a partir de la música” y así, cada uno de los participantes con un grueso cancionero en mano despunta el gusto en entonar piezas clásicas del tango y el folclore nacional.

También son muy convocantes las clases de patín infantil y de yoga, adonde asisten mujeres de todas las edades.

Un poco de historia

El club Azcuénaga nació el 1º de mayo de 1926 como biblioteca publica y la única actividad deportiva que ofrecía por entonces eran las bochas, por lo que contaban con dos canchas descubiertas que con el correr de los años se desactivaron y, finalmente, desaparecieron.

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