Luis Eduardo Del Bono
| 5 de Mayo de 2016 | 01:17

El fallecimiento de Luis Eduardo Del Bono causó una profunda consternación entre quienes lo conocieron, ya sea por su desempeño profesional como abogado o por las distintas actividades sociales que desarrolló en la Ciudad.
Tete, como lo llamaban sus allegados, fue el mayor de los tres hijos de Emigdio Timoteo y Alda Ofelia Fedriani, una reconocida docente de City Bell. Había nacido el 8 de abril de 1945 y creció junto a sus hermanos Juan Carlos - médico - y Guillermo - ya fallecido -.
Cursó sus estudios primarios en la Escuela N° 12 de City Bell. Luego repartió sus estudios secundarios en el Colegio San José y en la Escuela Agraria de Coronel Vidal. Ya de grande comenzó a estudiar en la Universidad Católica, de donde se graduó como abogado.
Luis Del Bono también se interesó por el deporte, jugó al rugby en Los Tilos y fue un consecuente simpatizante de Estudiantes de La Plata.
Se casó con Cristina Golstein y de la unión nacieron sus dos hijos Gervasio y Gastón. En esa época vivió algún tiempo en las ciudades de Pehuajó y Trenque Lauquen.
En esos lugares desarrolló su profesión de manera liberal y con los años ingresó a las oficinas de PAMI en La Plata, donde trabajó hasta el día de acogerse a la jubilación.
Hace dos años tuvo la felicidad de convertirse en abuelo de su primer nieto, hijo de Gervasio, radicado en Porto Alegre.
En su tiempo libre le gustaba por sobre todas las cosas tomar contacto con la vida rural, momento que le recordaba su infancia cuando pasaba las vacaciones de verano en el campo familiar de Coronel Suárez.
También fue un hombre muy sociable que mantuvo el ritual de la amistad. Hasta hace unos años solía reunirse todos los miércoles con sus conocidos del Club Los Tilos.
En el trato con su familia siempre fue muy cálido y en particular fue un hijo que se desvivió en atenciones con su madre. En los últimos años se radicó en la zona de 33 entre 15 y 16 para cuidar con devoción a su mamá hasta el momento en el que falleció.
Sus familiares lo describieron como alguien que siempre se mantuvo fiel a sus convicciones y valores éticos. Además expresó una gran sensibilidad hacia el dolor ajeno.
En su vida sufrió las dolorosas pérdidas de su padre, fallecido a los 42 años y la de su hermano Guillermo, que perdió la vida en un accidente; otro de los mayores golpes ocurrió en 2013, cuando se produjo la muerte de su madre.
Igual trató de sobreponerse y apostó a los afectos más cercanos. El encuentro con sus hijos y conocer a su nieto fueron dos de las experiencias que lo hicieron muy feliz.
Transitó la última etapa de su vida soñando con volver al campo, ese lugar que le permitía fundir sus pensamientos mirando el horizonte.
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