La salita verde de todo aspirante a la intendencia
| 8 de Mayo de 2016 | 01:44

Por LUIS MOREIRO
Será , tal vez, por el otoño y por los tonos ocres, amarillos y marrones que todo lo tiñen; o por estos días que se acortan con las consecuentes oleadas de frío que nos recuerdan la proximidad del invierno.
Será, tal vez, porque la época invita a mirar el panorama de otra manera, con ese dejo de melancolía que siempre se tiene ante el lejano florecer de la primavera, o la fulgurosa actividad del verano.
O será, tal vez, porque el cambio -ese cambio que la sociedad esperaba -al menos en el caso de la capital de la provincia de Buenos Aires- parece demorarse más de lo deseado.
No es que La Plata extrañe sus épocas de gloria. En verdad, la sucesión de épocas de crisis y de mediocres administraciones, terminaron por obligar a los vecinos a tener modestas esperanzas sobre los cambios que la Ciudad merece.
Pero, ocurre que aquellas modestos sueños u aspiraciones rayan ya con la pobreza franciscana.
La ciudad es hoy una sucesión de baches, basura mal recolectada y falta de luminarias
La capital de la principal provincia del país es hoy, a ojos vista, una sucesión de calles cuasi abandonadas, en las que proliferan los baches, sobra la basura mal recolectada y faltan luminarias, todo ello en proporciones poco menos que alarmantes. Realidad que no sólo es palpable en el llamado “Casco histórico”, sino que se agrava exponencialmente en las áreas suburbanas.
Debe notarse, por cierto, que la anterior enumeración responde, sólo a las más mínimas y modestas aspiraciones de la trilogía básica que puede exigir un ciudadano: alumbrado, barrido y limpieza. Materias que todo aspirante a la intendencia, se supone, debe tener aprobadas desde la salita verde del Jardín de Infantes.
Urge, en cierta forma, arrancar y solucionar lo básico para , luego, prestarle atención a los sueños hoy postergados.
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