La abuela está de novia: el romance en la tercera edad, cada vez más frecuente

Omar gimenez

“¿Qué hago con este sentir en esta edad?: ¿Cómo afrontar el temor del qué dirán?; Hijos y nietos, ¿qué van a pensar?; Y mis amigos, ¿lo comprenderán?. Corazón, no me dejes dudar. Déjame libre para ser feliz”.

Estos son los versos de una canción. Una canción especial, escrita por el grupo platense Papelnonos -una agrupación de adultos mayores de La Plata que desde 2003 hacen música utilizando instrumentos de papel hechos por ellos mismos- para celebrar el amor en la madurez y exponer, además, los dilemas que plantea en las familias y los grupos de pertenencia de sus protagonistas. “ Dulce Amor de Atardecer” se llama el tema escrito por los integrantes del grupo, que, según dice la coordinadora, Mimí Katz, alumbró más de un romance de este tipo. “Tanto en estas como en otras entidades que nuclean a personas mayores, los vínculos son cada vez más frecuentes”, dice Mimí Katz.

Puestos a analizar el fenómeno, los especialistas no se sorprenden y lo atribuyen a múltiples factores. Los más importantes: el crecimiento de la expectativa vital, el aumento de la calidad de vida en la madurez a raíz de los avances médicos y una actitud más abierta a la posibilidad de enamorarse sin que importe la edad propia de la presente generación de adultos mayores, para quienes “los límites se han desmarcado y las conductas esperadas en cada etapa han cambiado significativamente”, según destacan los expertos (ver aparte).

Estas historias son protagonizadas en la mayoría de los casos por personas viudas que deciden rehacer sus vidas, según destacan geriatras que afirman que, mientras en la mayoría de los casos se trata de vínculos sin convivencia, también hay muchos que eligen convivir y hasta volver a casarse.

Osvaldo Tirante es miembro fundador de la Sociedad de Geriatría y Gerontología del Gran La Plata y afirma que los ecos de la tendencia se notan en los consultorios.

“Por lo general, las mayoría de las mujeres buscan un vínculo sin convivencia. Es el hombre el que se muestra más interesado en convivir, e incluso en volver a casarse”, destaca el especialista.

Los expertos no ven en la tendencia más que beneficios. Dicen que estar acompañado por una persona de una misma edad, o aproximada, mejora la calidad de vida, el ánimo, la contención y la salud de las personas mayores.

Reconocen, eso sí, que suele ser difícil el momento de comunicar las nuevas a la familia.

“Siempre hay una instancia ríspida, que se produce cuando comunican su decisión de iniciar una nueva relación”, dice Tirante y agrega, “ahí aparecen los recelos por parte de los hijos y nietos, las desconfianzas relacionadas con las otras personas. Y es natural que pase, son reacciones que no vienen de la mala intención, sino de buscar lo mejor para los abuelos. Esas diferencias se suelen zanjar cuando se hace notorio que la nueva relación, al abuelo o a la abuela le hace bien. Ahí todos los recelos quedan a un lado y se integra a la nueva persona a la familia con naturalidad”.

valorar el momento

Detrás de los datos fríos aparecen las historias. Historias como la de Ana María Barbieri (75) y Horacio Sansogni (73). Viudos los dos, se conocieron hace ocho años integrando el grupo Papelnonos, se pusieron de novios y ahora preparan todo para casarse. La boda, por iglesia y por civil, será el próximo 15 de octubre.

Ella trabajó durante toda una vida como maestra y la mayor cantidad de años de actividad los pasó en la escuela 45, de 68 y 116. El es jubilado de Policía ( trabajó en el área de suministros de 1 y 60), aunque también incursionó en la marmolería y la industria del vidrio. Juntos comparten hoy la pasión por los viajes en motorhome. Ya recorrieron varios destinos del país y del Uruguay y tienen pendiente una lista de lugares para visitar juntos. Pero sobre todo, disfrutan de compartir las cosas cotidianas en una relación que el momento de la vida que transitan y la experiencia adquirida hacen diferente, porque está centrada mayormente en el disfrute del presente,

“En la juventud el día a día de una relación está atravesado por un montón de obligaciones. Hay que ganarse el sustento, hacerse un espacio en la profesión, conseguir un lugar donde vivir, ocuparse de los hijos. En la madurez ya esas preocupaciones no están. Después de una vida de trabajo, la persona mayor se puede concentrar en disfrutar. Las posibilidades físicas pueden ser otras, pero todavía quedan las ganas de compartir y sobre todo el tiempo para hacerlo. Si bien la edad produce pérdidas, también en ocasiones otorga ganancias”, dice Tirante.

Los resultados saltan a la vista en el consultorio, abunda el geriatra: “una encuesta que se hizo en la Ciudad de Buenos Aires dice que las personas mayores que vivían con otra persona de su misma edad se sentían más felices que quienes estaban solas y también que aquellos que vivían con personas de otras generaciones. Los mayores que están acompañados por pares se ven mucho más contenidos y disfrutan mucho más de todo lo que hacen”.

Y eso se nota en el relato de Ana María y Horacio, que cuentan que cuando los dos ya estaban viudos fueron amigos durante un tiempo hasta que descubrieron que lo suyo ya era más que una amistad.

“Cuando Horacio enviudó estaba en Papelnonos y algunas de las mujeres del grupo estuvimos cerca de él para contenerlo en ese momento difícil. Lo ayudábamos con cuestiones prácticas, lo invitábamos a comer”, recuerda Ana María.

Pero las cosas pronto comenzaron a tomar un curso diferente, sostiene Horacio.

“Un día me di cuenta que había empezado a mirar a Anita de una manera distinta. Vimos que compartíamos un montón de gustos parecidos y que disfrutábamos de cosas sencillas, como salir a tomar un helado o caminar. Yo creo que por ahí anduvo el hilo rojo, porque recién entonces me di cuenta que esas afinidades habían existido siempre pero hasta ese momento no las había notado”, dice Horacio.

Ser conscientes de lo que les pasaba resultó una sorpresa y una alegría para Ana María: “lo principal de volver a enamorarnos fue que volvimos a sentir las cosas que sentíamos a los 18 años. Creo que ayudó el hecho de que los dos tuvimos buenos matrimonios y que podemos compartir los recuerdos que nos dejaron. Y sobre todo que creemos en el amor como el primer día”.

¿como decirselo a la familia?

Llegó entonces el difícil momento de transmitir la decisión de estar juntos a sus respectivas familias. Ana María, a su hija, sus dos nietas, de 25 y 30 años y sus dos bisnietas, de 9 y 2. Horacio a su hijo y a sus tres nietos, de 18, 15 y 10.

¿Cómo encarar ese momento, sin duda uno de los más difíciles que los esperaba como pareja? Para Horacio, la solución era transmitir una decisión tomada.

“Soy de los que creen que a esta edad uno no debe pedir permiso a nadie para nada. Por lo tanto informé a mi hijo de mi relación. No lo consulté, sino que se la informé. Al principio hubo resquemores que son lógicos y comprensibles, porque él no conocía a Ana María y quiere lo mejor para mi. Todo fue cambiando cuando notó que yo estaba mucho mejor con Anita al lado”, dice Horacio.

Ella cuenta que su familia reaccionó a la noticia con sorpresa y algo de celos.

“Las que se pusieron más celosas fueron mis nietas, pero después se les pasó. Aunque tanto Horacio como yo tenemos lo económico resuelto , siempre hay también cierta desconfianza hasta que conocen a la otra persona y notan que no se acercan por ningún interés diferente que el de los sentimientos”, dice Ana María.

Los expertos no ven en la tendencia más que beneficios: mejoras en la salud, la contención y el ánimo de las personas mayores

Con todo, recelos y desconfianzas desaparecieron con el tiempo y hoy hasta hay veces que tienen que “trabajar de abuelos” para las familias, según reconocen.

Los grupos de amigos reaccionaron de una manera distinta: con más naturalidad. “Adoptaron” a la nueva pareja sin resquemores, afirman.

volver a empezar

Hoy, Ana María y Horacio preparan su boda mientras disfrutan lo que más le gusta al uno del otro en el día a día: Horacio celebra que ella sea tan sociable como él, que lo haya acercado al Ranchomóvil Club de La Plata, del que hoy es presidente y que sea “una compañera excepcional, con los valores intactos”.

A ella le gusta que el sea una suerte de McGyver del hogar que se las ingenia para resolver cualquier avería y que le guste compartirlo todo con ella.

Y sobre todo, celebran la relación. O como elige decir Ana María: “es como recuperar algo perdido. Un volver a empezar”.