Netflix, en busca de intrigas medievales para tomar el trono

El gigante on demand continúa buscando el “hit” que enfrente a “Game of Thrones”, el show más popular de la tevé

Los propios popes de Netflix admiten que su competencia no es con la televisión por cable sino con otros servicios de suscripción: y en la lucha por sumar nuevos clientes, es esencial para el servicio on demand no sólo ofrecer contenidos clásicos, sino también producir nuevos shows que sólo puedan verse por sus pantallas.

Justamente, la fórmula en la que ya se ha hecho maestra HBO: el canal de cable premium lleva años creando sus propias series que, aunque de bajo rating por la propia naturaleza paga de la señal, cosecharon tantos galardones y aplausos que el canal no sólo sumó suscripciones, sino también ganó prestigio.

Es la idea que comenzó a explorar Netflix desde 2013, cuando lanzó “House of cards”, su primer contenido original y una gran apuesta que contó con David Fincher en la dirección y Kevin Spacey en el protagónico, en una era donde el pase de cine a tevé era todavía tierra inexplorada.

Sin embargo, tras algunos sucesos más como “Orange is the new black” o “Daredevil”, Netflix comenzó a atravesar su primera crisis creativa. Algunos contenidos originales fueron muy bien recibidos (como “Narcos” las comedias “Master of None” o “Unbreakable Kimmy Schmidt”, contendientes seguros al Emmy de comedia) pero no generaron el adictivo consumo de “House of cards”. Para colmo, al lanzar cada temporada íntegra, el furor por los programas en la web dura mucho menos que cualquier programa que se emita por tevé de a un capítulo por semana, que extiende el “ruido 2.0” durante meses.

Y el resto de los productos originales de Netflix, incluso apuestas muy fuertes como “Sense8”, encabezada por las Wachowski, se pasearon entre la indiferencia y la crítica. Es que aunque el servicio sea atractivo por su formato y su programación, no tiene un “Game of Thrones”. Y no porque no haya intentado.

“MARCO POLO” Y OTRAS

Persiguiendo la gallina de los huevos de oro, el cuarto drama original de Netflix fue “Marco Polo”, que retrata con algunos fundamentos históricos y bastante imaginación la estadía del expedicionario en la corte de la China de Kublai Khan. La primera temporada fue recibida tibiamente por la crítica, aunque en los secretos ratings del servicio on demand debe haberle ido bien, porque la superproducción (sus diez primeros episodios costaron 90 millones, contra unos 60 de “Game of Thrones”) estrenará su segunda temporada el 1º de julio. E, insistente con la historia de Marco Polo, Netflix incluso estrenó a principios de año un episodio suelto protagonizado por el maestro de artes marciales de la corte de Kublai.

Pero no es el único intento de Netflix por emular el éxito fantástico que genera cada semana millones de artículos en la web, acaloradas discusiones y una extrema ansiedad por ver lo que viene (justo lo que quiere Netflix): la BBC anunció el viernes que Netflix coproducirá la segunda temporada de “The Last Kigndom”, historia situada en el Siglo IX que narra con “complejidad emocional” la lucha entre reinos que tuvo lugar entonces en Inglaterra.

La serie adapta los best seller de Bernard Cornwell respestando el tono oscuro, sangriento y sumamente sexual de la serie de novelas, una atmósfera que no puede sino recordar al juego de tronos basado en las novelas de George R.R. Martin. Las filmaciones ya comenzaron y Netflix espera lanzar la segunda temporada antes de fin de año.

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