¿Luz verde para el diaconado femenino?

El Papa Francisco esbozó la posibilidad en los últimos días y varios religiosos ya dieron su punto de vista. Qué cambiaría para la mujer dentro de la Iglesia Católica

En un gesto inesperado y audaz para buena parte de la Iglesia Católica, el Papa Francisco desempolvó en los últimos días un tema que parecía clausurado desde el paleocristianismo: el del diaconado femenino, que, en caso de prosperar, posibilitaría que las mujeres puedan en un futuro no muy lejano bautizar o hasta oficiar matrimonios y funerales, entre otros sacramentos.

Todo comenzó el mes pasado, cuando el Sumo Pontífice se reunió con más de 900 monjas superioras en el aula de las audiencias generales del Vaticano. Allí, el Papa mostró su disposición por primera vez a que también haya mujeres diaconisas. El diaconado, hay que decir, es el primer escalón del orden sagrado. El segundo es el sacerdocio y el tercero el obispado. Ahora, según algunos especialistas, “por primera vez en la historia” se abrirían las puertas del clero también a las mujeres.

El tema no es nuevo pero divide sus aguas dentro de la Iglesia, sobre todo porque muchos religiosos entienden que el diaconado femenino podría ser un paso previo al sacerdocio de la mujer

“Es una posibilidad”, respondió Francisco a la pregunta de una religiosa de por qué no instituir una comisión oficial que estudie el tema. El Papa explicó que hacía ya tiempo había comentado con un “sabio profesor” el tema de las “diaconisas en los primeros siglos de la Iglesia, pero no se sabía realmente qué papel desarrollaban y sobre todo si habían sido ordenadas o no”. Y a la hora de ampliar su respuesta, Francisco fue claro: “Sería bueno crear una comisión oficial que pueda estudiar la cuestión. Sería hacer el bien de la Iglesia y aclarar este punto. Estoy de acuerdo y hablaré para que se pueda realizar algo así. Acepto la propuesta. Me parece algo útil una comisión que aclare bien las cosas”.

Esta posibilidad ya había surgido durante el Sínodo de los obispos de octubre pasado, cuando el arzobispo canadiense Paul-André Durocher durante su intervención propuso al resto de obispos la posibilidad de estudiar que también las mujeres pudieran ordenarse como diaconisas.

Hace unos días, incluso, el arzobispo platense Héctor Aguer -en una carta pública- tomó posición sobre el tema y, en sintonía con el espíritu de muchos sacerdotes, dejó entrever como algo imposible la idea de diaconisas en la Iglesia. “Jesucristo eligió varones para prolongar en la historia su sacerdocio -apuntó Aguer-. Las razones teológicas que sustentan esa elección ilustran el misterio de la Iglesia, Esposa de Cristo, más allá de los cambios culturales y de los devaneos de quienes proponen la ‘actualización’ de lo que el Señor estableció”.

Según el concilio Vaticano II, las funciones litúrgicas y pastorales del diácono son: “administrar solemnemente el bautismo, reservar y distribuir la Eucaristía, asistir al matrimonio y bendecirlo en nombre de la Iglesia, (y) llevar el viático a los moribundos y leer la sagrada Escritura a los fieles”.

También figuran las funciones de “instruir y exhortar al pueblo, presidir el culto y oración de los fieles, administrar los sacramentales (y) presidir el rito de los funerales y sepultura”.

El tema no es entonces nuevo pero divide sus aguas dentro de la Iglesia, sobre todo porque muchos religiosos entienden que el diaconado femenino podría ser un paso previo al sacerdocio de la mujer, algo a lo que Juan Pablo II ya le había cerrado las puertas en su momento.

“En la iglesia hay muchos temas que son opinables -apunta Fernando García Enriquez, párroco de la iglesia San Roque de La Plata-; de hecho muchas cosas se revisan en diferentes encuentros, grupos, reuniones; pensemos en los sínodos locales, continentales, universales. Pero la mujer siempre ha sido dignificada por la Iglesia. En las comunidades parroquiales, centros de misión o grupos eclesiales, siempre hay más mujeres que varones. El reclamo de mayor participación, creo, se hace en referencia a funciones que en la jerarquía de la Iglesia han sido reservadas a obispos, sacerdotes, diáconos”.

Como probablemente se sepa, la Iglesia Luterana es de las pocas que permiten que la mujer alcance la tarea pastoral al mismo nivel que los varones. Sobre eso, la propia pastora luterana Andrea Baez sostiene que “es fundamental que se pueda vivir las vocaciones sin importar el género”. Para la religiosa, que durante varios años estuvo al frente del templo luterano de La Plata pese a rondar los 30 años de edad, “las diferentes perspectivas y miradas complementan y no excluyen. Ojalá en el futuro inmediato la Iglesia Católica Apostólica Romana pueda contemplar, valorizar y reconocer las diferentes vocaciones de mujeres”.

La apertura que propone el Papa a la hora de estudiar la posibilidad de que las mujeres puedan servir como diáconisas, según distintos teólogos, podría significar un giro histórico para la Iglesia católica, que desde sus orígenes no acepta el sacerdocio femenino.

“La tradición así lo indica pero no existe un doctrina en la Iglesia que impida el diaconado femenino”, opina por su parte el profesor de teología Fernando Arrigoni (ver aparte), quien incluso va más allá y considera que el sacerdocio es algo que podría llegar a las mujeres y corregir así la praxis de un clero exclusivamente formado por hombres.

Esta última posibilidad, como se dijo, fue un tema clausurada por el propio Juan Pablo II, quien en su carta apostólica “Ordinatio Sacerdotalis” de 1994 le cerró las puertas a las mujeres sacerdotes, al recordar que Jesús eligió a 12 apóstoles hombres como servidores. Muchos historiadores de la Iglesia, sin embargo, sostienen que hay numerosas pruebas que algunas mujeres sirvieron como diaconisas en los primeros siglos de la iglesia y que el tema, como opinó en los últimos días el Papa Francisco, merece de un grupo de estudiosos para que lo analice en profundidad.

En sintonía con las reformas del Concilio Vaticano II, la Iglesia católica restituyó el rol del diaconado permanente, algo que por lo general suele recaer en hombres casados mayores de 35 años. Los diáconos son ordenados pero no pueden celebrar misa, aunque sí pueden encabezar servicios de oración, celebrar sacramentos como bautismos y matrimonios e incluso hasta pueden estar al frente de parroquias como administradores pastorales, en caso de que no haya un sacerdote.

 

“No creo que sea una posibilidad que pueda prosperar dentro de nuestra Iglesia, pero como toda alternativa esbozada por el Papa me parece correcto que quien quiera analizarla lo haga. El sacramento siempre fue responsabilidad del hombre y no creo que sea algo que busque cambiarse dentro de la Iglesia. De todos modos, debemos esperar a tener pautas más esclarecidad para entender a que apunta ese análisis. Por el momento, el diaconado femenino lo veo más bien como una posibilidad remota y muy poco probable”.

Carlos Mancuso
Sacerdote. Autor de “Mano a mano con el diablo, crónicas de un cura exorcista”.

 

“La posibilidad de que las mujeres se conviertan en diácono producirá una discusión feroz en el seno de nuestra Iglesia. Las funciones de las diaconisas de las primeras iglesias no eran equivalentes al diaconado de los hombres. Hay que tener en cuenta que sobre este tema la Iglesia está dividida entre quienes piensan que el diaconado permanente femenino sea un regreso a la iglesia primitiva y quienes creen que puede ser un primer paso para las mujeres sacerdotes, y por eso no puede ser algo posible”.

Walter Kasper
Cardenal y presidente emérito del Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos

 

“Como pastora de la Iglesia Luterana, celebro que la Iglesia Católica reflexione y ponga en su agenda la importancia de mujeres diaconisas. Para la justicia de género sería un paso importantísimo la visibilización y el reconocimiento de las mujeres dentro del diaconado. En nuestra Iglesia no sólo es reconocido y valorado, sino que tenemos igualdad en el ministerio ordenado de la Palabra y los Sacramentos tanto para varones como mujeres. En la Iglesia Evangélica Luterana Unida se ha aprobado la ordenación femenina un poco más de 30 años. Aún hoy, en nuestro contexto, somos minoría las mujeres en el pastorado. Pero éstas últimas décadas hemos ganado nuestro espacio dando nuestra mirada de género en todos los niveles”.  

Andrea Baez
Pastora Luterana

 

“El tema del diaconado permanente para las mujeres es complejo. El orden sagrado es un sacramento que instituyo nuestro Señor Jesucristo. Habría que aclarar bien qué se quiere decir cuando se habla de diaconisas. El Papa en la respuesta a esta cuestión se refiere a una conversación con un teólogo sirio que le recordaba que ellas cumplían un servicio de ayuda en las inmersiones en los bautismos, o en las unciones o en las pericias de mujeres que denunciaban ser golpeadas. Me da la impresión que quiere averiguar si aquellas funciones tienen que ver con asistencia o con alguna especie de consagración. Más allá de esto, la Iglesia siempre ha dignificado a la mujer. En una de las bendiciones para los esposos en sus bodas, se pide para la contrayente que sea como “aquellas mujeres que son alabadas en la Sagrada Escritura”.

Fernando garcía Enrquez
Párroco de San Roque

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