“Julieta” Años y años de dolor

El próximo jueves Pedro Almodóvar vuelve a la carga en la cartelera argentina, esta vez con “Julieta”, el drama con el que compitió en el último Festival de Cannes, protagonizado por Adriana Ugarte y Emma Suárez, actrices que componen al mismo personaje, una mujer que más allá de intentar manejar su vida sin suerte, siente culpa por cada una de sus muchas páginas tristes que desde joven la superan y terminarán llevándola a sucesivas crisis existenciales.

En su película número 20, y la tercera que adapta textos ajenos, el cineasta aborda tres cuentos de la premio Nobel de literatura canadiense Alice Munro, incluidos en “Escapada”, publicado en 2004, con historias cronológicas del personaje epónimo, centradas en un mismo tópico.

Almodóvar vuelve a bucear con el material de Munro en el mundo femenino en el que los hombres ocupan un lugar secundario, esta vez poniendo énfasis en un personaje que toma una decisión que después se convertirá en la causa de su desgracia.

“He vuelto a un lugar del que nunca me fui del todo, el del universo femenino, pero Julieta, en comparación con otras mujeres de mi filmografía, es la más vulnerable, con menos capacidad para luchar: lo suyo es una desesperada resistencia pasiva, si es posible eso, y de allí que rápido la hago víctima de pérdidas irreparables que la van minando como persona y sobre el final es una especie de zombie que camina sin ningún rumbo”, analizó el autor de “Mujeres al borde de un ataque de nervios”.

EL TIEMPO NO SE MAQUILLA

“Quería imitar a mi maestro Luis Buñuel que en ‘Ese oscuro objeto de deseo’ que dividía el papel femenino en Angela Molina y Carole Bouquet, que tenían la misma edad y en este caso no me gusta la caracterización, el maquillaje, para envejecer y quería que en el rostro de la actriz efectivamente el tiempo pasó porque la mirada es imposible de maquillar, y siempre tuve en claro que debía dividir a la Julieta joven de la más madura que almacena dentro de sí años y años de dolor”, explicó respecto a la Julieta joven interpretada por Ugarte y a la madura por Suárez.

Como ocurre en buena parte de las obras del mexicano Arturo Ripstein, otro cineasta que considera como gran maestro -igual que Almodóvar-, a Luis Buñuel, la protagonista es llevada al límite de la angustia pero, a diferencia del azteca, prefiere tener piedad de su criatura, al abrirle una puerta a la esperanza de un nuevo capítulo. “Traté de que sea un filme distinto a los anteriores, pero como ocurre en todos, vuelvo al universo femenino y el de la maternidad que es un tema que siempre me ha resultado muy atractivo”, aseguró Almodóvar al presentar el filme en Cannes en mayo pasado.

“La culpabilidad fue un elemento que apareció a último momento, cuando ya tenía el guión escrito. No es culpa en el sentido extremo, o no ha sido mi intención que sea así, ni una culpabilidad católica, judeocristiana, sino un sentimiento laico, el de aquel que se siente responsable o insatisfecho porque le ocurre algo terrible en su vida”, explicó.