La revolución será televisada

El cine y la tevé solían reasegurar a su audiencia: retrataban situaciones extremas, que potencialmente podrían cambiar el destino del mundo, pero el trabajo del héroe era, justamente, reparar el curso de los acontecimientos y volver al estado de “normalidad” anterior.

Pero todo cambió con “Matrix” y “El club de la pelea”: ambas cintas, lanzadas en 1999 y consideradas las primeras del siglo XXI, introdujeron antihéroes que buscan modificar el status quo y películas que lejos de restablecer el orden, lo modifican y avanzan a través de un mundo nuevo, en caos, sin mirar atrás.

Ambas, particularmente de la película de David Fincher, son influencias clave en la esencia de “Mr. Robot”, el hit sorpresivo del año pasado que amaga con una revolución hacker desde el primer episodio y hacia el final de la primera temporada, cumple su promesa.

En su primera temporada, la creación de Sam Esmail, protagonizada por Christian Slater y el enigmático Rami Malek, tomó el caserón abandonado de la calle Papel de “El club de la pelea” y su guerrilla, y la transformó en una milicia de extraños hackers operando desde un arcade abandonado con el mismo objetivo que sus contrapartes de 1999: eliminar (esta vez digitalmente, y no con el uso de bombas de jabón) la deuda que el mundo sostiene con las grandes corporaciones. La utopía de resetear el planeta.

Y no hay sobre la hora una salvación desde la máquina al orden establecido: la segunda temporada de la serie que conquistó el Globo de Oro a mejor drama el año pasado, que se estrena el miércoles a nivel global (en Argentina va por Space, a las 3 de la madrugada del jueves), tendrá su inicio sobre la base de que la revolución ha comenzado.

UNA ESTETICA DIFERENTE

Y ya tendría una tercera temporada confirmada: Esmail planifica una película sobre la cultura hacker hace 30 años, pero a medida que su idea se expandió, comprendió que lo mejor era convertir el filme en serie televisiva, y delineó la trama para 30 episodios aproximadamente. No resulta entonces sorprendente la calidad técnica de la serie, que abandona la construcción de la historia a partir del guión y el diálogo de la televisión tradicional (para ejemplo, ver cualquier sitcom) y en cambio decide narrar desde todos los elementos disponibles.

Los planos irregulares para construir una visión de mundo marginal y en crisis, la cámara subjetiva para desestabilizar la idea de objetividad y omnisciencia en la narración, el uso original de la música, remiten más a una poética cinematográfica (con préstamos importantes a otras producciones distópicas de este siglo) que a una estética televisiva que, incluso por el apuro de producir 20 episodios en cuestión de meses, muchas veces termina colocando la cámara en el lugar más obvio, y utilizando la música incidental más perezosa.

Pero hoy, hace ya varios años la tevé de vanguardia transita un cambio de paradigma: menos episodios (“Mr. Robot” tiene diez), pero más presupuesto, son la norma en canales como HBO o AMC, en busca de producir shows que cuenten grandes historias con grandes valores de producción y una fuerte identidad estética, una visión artística más integral.

Lo curioso es que “Mr. Robot” no fue producida por estas señales sino por USA: no es que la señal no esté habituada a los éxitos, pero son éxitos de otra índole, historias “pochocleras”, livianas y optimistas como “Monk”, “Suits” o “Psych” (el equivalente a una lectura de verano) que poco tienen que ver con la retorcida y oscura serie de Esmail.

Pero todo fue parte de un plan maestro: el canal sentía que el estilo de sus series, conocido como “cielos azules”, estaba perdiendo terreno en una industria con espectadores cada vez más sofisticados que comenzaban a inclinarse por protagonistas más complejos e historias moralmente más ambiguas.

MILLENIALS

“Los ‘millenials’ son hoy la porción más importante de nuestra audiencia y son muy sofisticados a la hora de mirar televisión. Quieren más personajes que vienen del mundo real y enfrentan obstáculos reales. Queríamos que nuestra marca evolucionara en ese sentido”, reveló el presidente de la cadena, Chris Cumber. Entonces el proyecto de Esmail llegó a su escritorio y “nos dimos cuenta que teníamos frente a nosotros un show único, y si lo desarrollábamos rápidamente sería diferente a todo lo que se ha visto en tevé”.

Para esa audiencia joven USA, rápido para adaptarse y sobrevivir, realizó una importante campaña viral a través de las redes sociales que incluyó lanzar vía web de el primer episodio de la primera temporada un mes antes de que esta tocara el aire. Para esta segunda temporada, la cadena lanzó, además de los habituales posters, teasers y trailers, un especial (o episodio 0) donde hackers y expertos explican cómo se creó la serie y su trabajo de asesoramiento.

Sin embargo, poco se sabe sobre lo que vendrá desde el miércoles, cuando se estrenen los dos primeros episodios de la temporada: después de todo, tras la revolución de fsociety, estamos ante un panorama diferente, con lo establecido absolutamente subvertido. Nadie sabe qué esperar.