Otros análisis del fin de semana

Joaquín Morales Solá

LA NACION

El sábado “envuelta por más sombras que luces, Cristina Kirchner se fue de la Capital. Había sido protagonista directa o indirecta de una semana en la que la política se disputó en los tribunales federales de Comodoro Py”, dice Morales Solá en su columna. “Es su destino como ex presidenta: demasiado cerca de jueces y fiscales, muy lejos de la política. Se fue impedida de tocar un solo peso (o un solo dólar) de su inmensa fortuna personal”. Pero el peor enemigo de Cristina no es Bonadio: “la familia Báez ratificó que no piensa pagar en soledad los estragos de la corrupción durante la era kirchnerista”. Detalla lo que considera una declaración parcial de Pérez Corradi: “demasiado show para lo poco que dijo” y anuncia que Servini de Cubría lo volverá a interrogar sobre el triple crimen vinculado al contrabando de efedrina a México. “¿Lo vio alguna vez a Aníbal Fernández?”, le preguntó la jueza. “No”, le contestó Pérez Corradi. “¿Aníbal Fernández es a quien llamaban «la Morsa»?”, le volvió a preguntar. “Sebastián Forza me dijo que «la Morsa» era Aníbal Fernández?”, respondió. Cerca de Servini de Cubría creen que Pérez Corradi quiere sacarse de encima las causas judiciales argentinas para ser extraditado a EE UU.

Mario Wainfeld

PAGINA 12

Sobre la llegada del tarifazo a la Corte nacional, justo antes de la Feria, trata la columna de Mario Wainfeld que defiende lo que califica como “el sensato fallo de la Cámara platense”. Asegura que en este campo el Gobierno le marca el camino a la Corte y detalla las alternativas que se le presentan al Tribunal. “En el pórtico de la feria invernal, la Corte es interpelada por una cuestión político-económico-social acuciante. Los aumentos de tarifas dispuestos por el Gobierno del presidente Mauricio Macri han desatado una oleada de recursos judiciales, repartidos en la generosa geografía nacional”, dice. Analiza la nueva integración del cuerpo con el juramento de Rosatti. Considera que “el aumento exorbitante e inconsulto de las tarifas es sencillo de evaluar, desde el sentido común. No cumplió con las instancias consultivas previas y pone en riesgo el patrimonio o la subsistencia de millones de argentinos”, por lo que debe reformularse y considera luego que “la Cámara platense fue atinada al suspender el tarifazo por ausencia de un trámite institucional irremplazable. Es una falla de implementación evidente, comprobada, irrebatible, que vicia la medida del gobierno”.

Eduardo van der Kooy

CLARIN

“En ese mamarracho no me voy a meter”, dijo Cristina Fernández . La expresión citada por Van der Kooy en su columna explica que la ex presidenta aludió a no estar dispuesta a participar en las luchas internas que hacen demasiado evidente la distancia entre kirchnerismo y peronismo. Agrega que “la idea del Frente Ciudadano esbozada en abril, en su primer regreso a Buenos Aires, parece haber ingresado en un paréntesis”. Nadie sabe si la ex presidenta “es consciente de todo lo perdido en dos meses de refugio en El Calafate”. No sólo en aceptación social, sino que “asoma cada vez más aislada en un espacio heterogéneo que supo conducir”. También los movimientos sociales iniciaron reacomodamientos. Fernando Navarro, promueve un acercamiento con Sergio Massa y el regreso del líder del Frente Renovador al peronismo”. Afirma que “Cristina disciplinaba a muchas de aquellas organizaciones con la billetera. Ya no la tiene, salvo la personal. Las revelaciones sobre corrupción de su época hacen estragos. Los bolsos de José López con millones de dólares, como admitió ella, fueron un golpe al estómago”.

Jorge Fernández Díaz

LA NACION

“Los peronistas de cualquier pelaje y extracción (los exaltados no hacen distingos en la interna) tienen problemas ambulatorios; a cada rato les caen los bolsos del señor López en la cabeza”, dice Fernández Díaz. A la mayoría de los caciques justicialistas, cuando van por la calle, la gente les grita “devuelvan la plata”. Alude a Cristina Kirchner como “un provisorio cadáver político que antes daba lustre y ahora mancha la camisa. La sociedad está furiosa y asqueada, y es por eso que en el viejo partido de Perón nadie quiere asomar la nariz ni poner el pecho”. Sostiene luego que “el peronismo, largamente penetrado y adulterado por una secta religiosa que lo boicoteaba desde arriba y desde adentro, despierta después de su insólita implosión y sale de entre los escombros herido (por la negligencia y el desprestigio), con algo de amnesia (no entiende quién es después de tanta obediencia vertical) y sin brújula (no sabe adónde ir)”. El kirchnerismo, como hizo Podemos en España, debiera reformarse, pero “entregarle esa reforma a Cristina es algo tan surrealista como encomendarle a Maradona que administre la AFA: dos ídolos arrogantes y acabados que no pueden organizarse ni a sí mismos”.