Chau, Viejo

Tras más de cuatro años en el Lobo, el uruguayo Omar Pouso rescindió su contrato con Gimnasia y liberó un cupo de extranjeros para la llegada de su compatriota Sebastián Gorga.

     Se fue en silencio. Cuando ingresó por Federico Rasic a los 40' del segundo tiempo del partido con Qiuilmes -el debut de Alfaro- no habrá imaginado que era su último partido con la casaca tripera. Mucho menos, que quizá haya sido el último de su extensa trayectoria. 

     De la estirpe del 5 uruguayo ("Nuestro referente histórico es Obdulio Varela y se buscaba siempre ese espejo", dijo) no será recordado como José Perdomo o Santiago Ostolaza, pero su paso por el Lobo no debe pasar desapercibido. Es injusta la foto final, el último año y medio ya sin continuidad. Omar Eber Pouso fue importantísimo en el ascenso, el "malo" de un mediocampo que tenía mucho más juego que marca -Mussis-Pouso-Nacho-García- y el garante de la seguridad defensiva de Osvaldo Barsottini-Chimi Blengio: achicar espacios hacia atrás les hizo las cosas más fáciles a ambos.

     Curtido el charrúa. Antes de los 14 años, ya había dejado la zona rural de Soriano, a la vieja y a sus 6 hermanos para llegar al fútbol grande de Montevideo. Ese número 41 que usó Omar Pouso en primera era su homenaje al padre, fallecido a esa edad. "Cuando murió mi viejo yo estaba con él. Su deseo era que jugase en la capital y en Peñarol. Y pude cumplirlo".

     Pronto, las privaciones de la "casita de Danubio" donde sólo había "almuerzo y cena" dieron paso a la Selección Juvenil y a la titularidad en Danubio. Un golazo frente a Inglaterra lo llevó a la Premier con la camiseta del Charlton. Campeón con Danubio, con Peñarol y con Libertad de Paraguay, una seria lesión de Dardo Miloc lo puso en el camino de Gimnasia con casi 32 años. Su debut fue olvidable: 2-0 abajo con Patronato, el gran enojo de Pedro Troglio en la temporada del ascenso. "Esa vez fue la que más se calentó. Por dentro me puteé porque lo que me estaba pasando era culpa mía. Ese día, mi cabeza quería y mi cuerpo no me dejaba. Me replanteé muchas cosas, convencido de que entrenando iba a rendir. Cuando confían en mí me mato por cumplir."

     Bravo el uruguayo. "La gente que no me conoce cree que soy un tipo seco. Siempre lo dije: no vine a hacer amigos, yo quiero ser un buen compañero en el vestuario y adentro de la cancha. Tengo principios, soy honesto, voy de frente y siempre trato de decir la verdad en la cara. Siempre me manejé así; fui buen compañero y traté de que las cosas sean iguales para todos". Y de la mano de esa declaración de principios, una frase que es ejemplo: "En el fútbol no tiene que haber amigos, tiene que haber compañeros honestos que se brinden y que den todo por la causa. Salí campeón en planteles donde no nos hablábamos, pero en la cancha éramos como hermanos, jugábamos, metíamos, nos abrazábamos. Y afuera no te decían 'Buen día'. Era increíble".

     Convencido Pouso, quien se tuvo que pelear con su representante para seguir en Gimnasia. "La continuidad se dilataba, me decía que no me querían. Encaré a un dirigente para saber qué pasaba y me enteré de que mi representante estaba pidiendo más plata. Era para él, no para mí. Por teléfono, le dije todo lo que le tenía que decir y corté la relación con él". El premio fue ser parte del equipo del ascenso, Monetti; Oreja, Barsottini, Blengio, Licht; Mussis, Pouso, Fernández, García; Pereyra, Niell, los once que en 2013 salían de memoria. "Yo elegí ascender con Gimnasia y pelearla en primera". Lo hizo.

     Pronto, el 5 a la uruguaya de pierna fuerte y mucha parla para empujar a los compañeros, dejará paso al DT. Tal vez, algún día, quien se referencia en Mourinho empiece a sonar para el banco del Lobo. Gimnasia le dio mucho. Y Pouso también se brindó. No fue un crack inolvidable, pero su temperamento dejó huella, con buenas y malas. 

     Suerte Omar. Y gracias por todo.

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