El policía “cansado de robar” sigue en libertad

El intendente de la ciudad balnearia de Pinamar, Martin Yeza, celebró ayer que “haya salido a la luz” la denuncia contra un comisario local que fue desplazado tras la difusión de un audio en el que admite que está “cansado de robarle a la gente”. El Ministerio de Seguridad bonaerense dispuso el relevo del comisario Fabián Guiñazú y la intervención del área de Asuntos Internos, mientras que el fiscal del distrito Juan Pablo Calderón inició una investigación por supuesto fraude a la administración pública y secuestró libros administrativos y otros elementos de prueba. Pero Guiñazú, por ahora único investigado en el caso, no está preso.

“Estamos todos celebrando que esto haya salido a la luz pero hay que darle protección al denunciante”, dijo Yeza, tras explicar que, una vez efectuada la denuncia y comprobado el hecho, la gobernadora María Eugenia Vidal y el ministro de Seguridad Cristian Ritondo felicitaron al agente policial que aportó el audio y le dieron protección.

Guiñazú estaba a cargo de la Estación de Policía Comunal de Pinamar. En la grabación se lo escucha relatar diversos hechos delictivos de los que participó. “Acá tenían que dejar cuatro lucas cada uno. Les robábamos relojes, teléfonos. Me cansé de robarle a la gente”, expresa el ahora ex jefe policial.

El intendente recordó algunos inconvenientes que tuvo con ese comisario: “Hace dos meses y medio tengo el primer encontronazo con esta persona. Nosotros veníamos con mucho trabajo para bajar el delito, habíamos logrado bajar a un delito por día más o menos. Un día, él avisa que se rompió un móvil y esa misma noche hubo catorce hechos delictivos”, explicó.

Yeza informó que la información sobre el modo de proceder de Guiñazú llegó a su conocimiento cuando asumió un nuevo jefe de policía, con un nuevo jefe de calle.

“Un chico joven, de 26 años, que es parte de una nueva camada de la policía y que no se quiso encolumnar a ciertos pedidos”, explicó el intendente.

“Yo soy un salvaje”, reconocía Guiñazú en ese casi monólogo que hilvanaba pequeñas historias delictivas, siempre en ejercicio de sus funciones y dentro de su jurisdicción.