Renuncias en medio de las internas del Tribunal de Cuentas

Hace algunas semanas estalló la polémica cuando se conoció que parientes y amigos de la familia del presidente del Tribunal de Cuentas, Eduardo Grinberg, habían sido nombrados en el organismo con sueldos elevados que oscilaban entre los 50 y 60 mil pesos.

La esposa y el hijo del funcionario fueron algunos de lo empleados designados. Pero además, en cargos de altas responsabilidades, ingresaron a trabajar al Tribunal una abogada amiga de la familia Grinberg y un técnico en informática que, además, sería profesor de yachting del hijo del presidente.

El revuelo que produjo la difusión de la noticia derivó en trascendieran nombramientos de hijos y parientes de otros altos funcionarios del organismo de control. Ahora se supo que dos de los calificados empleados nombrados por Grinberg decidieron renunciar.

Una de ellas es Sara Liberman, muy cercana a la familia del presidente y que prestaba servicios como actuaria en el Tribunal. El otro es Diego González Diez, un especialista en computación y amigo de Ignacio Grinberg, hijo del presidente, además de profesor de yachting.

UNA CARTA

“La difusión de informaciones imprecisas y falsas sobre mi designación pública, han generado un daño inmerecido a mi labor y a mi honorabilidad, ya que mi aptitud profesional y prestigio se cimientan en una conducta intachable y eficacia profesional sin mácula y también, afecta a esa Institución y personalmente a Usted, Sr. Presidente, que no merce”, reza la carta de renuncia que Liberman envió a Grinberg.

En términos similares se expresó González Diez al presentar la renuncia que se produjo hace algunas semanas.

Cuando se conocieron los nombramientos, Grinberg salió a defender su decisión. “Es todo legal”, subrayó. Dijo que su esposa, Susana Noemí Klurfan, tiene a cargo un área vinculada al desarrollo de estadísticas de municipios. “Es graduada con diploma de honor en la Universidad de Buenos Aires”, afirmó.

Ignacio Grinberg, hijo del titular del Tribunal, ingresó por concurso pero luego fue designado como director general de Relaciones Internacionales con un cargo remunerado cercano a los 60 mil pesos. “Es un abogado profesional egresado de la Universidad de Columbia”, dijo su padre.

Tanto la esposa como el hijo de Grinberg, siguen en sus cargos.

“No hay un conflicto de intereses” con los nombramientos, se justificó el presidente del organismo de control, quien indicó que “en la misma situación están otros hijos de funcionarios”.

Fuentes del Tribunal y conoceres de su vida interna, advierten que estos “carpetazos” con nombres de hijos y parientes formarían parte de la disputa que mantienen Grinberg y el vocal Giecco. El presidente, además, está enfrentado con otra vocal, Cecilia Fernández.

La guerra interna tiene que ver con la designación de un cargo clave en la estructura funcional del Tribunal de Cuentas. Giecco habría propuesto para cubrir uno de los cargos vacantes de relator mayor (un peldaño de jerarquía que supervisa a los relatores que monitorean las cuentas) a un funcionario del propio Tribunal: Juan Manuel Tobes.

Grinberg habría mandado el decreto al Ejecutivo para que fuera designado. Pero en el medio surgieron fuertes tironeos vinculados al funcionamiento del organismo entre el presidente y Giecco y que, como consecuencia de un fuerte distanciamiento, Grinberg habría retirado la postulación del relator pedido por Giecco.

Y en su lugar, designó a un Relator Mayor de su confianza.

Pero la disputa se profundizó. Incluso llegó al despacho de la gobernadora María Eugenia Vidal con una forma de carta que Giecco le envió con diversos planteos contra el presidente.

Y se agravó a partir de la denuncia de Elisa Carrió contra el gobernador Daniel Scioli que puso bajo la lupa los fallos que el Tribunal dictó sobre las cuentas de diversos organismos bonaerenses que ahora examina la Justicia.

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Sara Liberman
Susana Noemí Klurfan
UNA CARTA

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