Controles y educación para mejorar el anárquico uso de las motocicletas en la Ciudad

El fuerte crecimiento experimentado en los últimos años de la cantidad de motos no se vio correspondido por una política vial que facilitara su mejor inserción en las calles de nuestra ciudad y, por consiguiente, se tradujo en mayores riesgos para sus conductores y para el tránsito en general, ciertamente desafiado por el uso de este tipo de vehículos, especialmente riesgosos.

Lo cierto es que en lo que va del año se registraron numerosos accidentes en los que participaron motos, en situaciones que dejaron el lamentable saldo de 24 víctimas fatales y muchos más heridos. En ese contexto es que, entonces, causan mayor alarma algunas conclusiones ofrecidas por un reciente informe publicado en este diario.

Una de ellas es la que concluyó que, de cada diez motociclistas, seis circulan sin llevar el casco, cuyo uso es obligatorio. De acuerdo con las cifras que maneja el municipio, ese es el porcentaje de conductores que no usan casco, aumentando exponencialmente su vulnerabilidad ante lo irreparable. Cabe señalar que los expertos viales de diferentes organismos nacionales e internacionales que hacen de la seguridad vial una bandera, sostienen que al menos uno de cada tres de los motociclistas sin casco que pierden la vida en accidentes podría haberse salvado de haberlo llevado puesto.

La Comuna, que calificó a la situación aquí­ planteada como muy grave, anunció el inminente despliegue de severos operativos de fiscalización que comenzarán a operar en diferentes puntos de la ciudad a partir del mes próximo. Esos controles verificarán, asimismo, el uso de cinturones de seguridad por parte de los automovilistas. Además, el municipio aprovechará la concentración de adolescentes que se da por estos días en el microcentro como consecuencia de las vacaciones de invierno, para implementar campañas educativas con folletería y distribución de volantes.

En realidad, quien tenga un poco de memoria recordará que hace unos años se realizaron estos controles especialmente destinados a asegurar el uso de cascos de seguridad, tanto en quien maneja las motocicletas como en sus acompañantes. Pero, tal como suele ocurrir, el fervor fiscalizador se disipó prontamente y la mayoría de quienes conducen una moto o son trasladados por ella no utilizan cascos.

Se está, sin dudas, frente a un problema complejo que requiere en forma prioritaria una mayor educación en los conductores de motos. En algunas jurisdicciones provinciales, como en la de Córdoba, rige una medida que obliga a las personas que tramitan la licencia para conducir motocicletas a que concurran a los servicios de guardia de los hospitales públicos, especialmente los fines de semana, para que comprueben la cantidad de motociclistas que llegan allí generalmente con muy graves lesiones. Por otra parte, nadie sabe -y en esa ignorancia los motociclistas son los primeros- por cuál andarivel de las calles céntricas deben circular y cada uno lo hace por donde mejor le parece.

Sea como sea, recae una primera y gran responsabilidad sobre las autoridades de control del tránsito, que deben redoblar sus esfuerzos y su exigencia para lograr que se generalice la costumbre de tomar los recaudos exigidos. Los daños que se registran casi cotidianamente, con pérdida de vidas o incapacidades permanentes que se derivan de los siniestros, debieran constituir una razón suficiente para perseverar en ese empeño.