Video: Por los robos, cierran un kiosco a metros del Ministerio de Seguridad

“Estoy cansada, no es sano trabajar así, con los nervios por lo que pueda pasar. No voy a esperar a que me peguen un tiro”. Toda la bronca le pertenece a la dueña de un kiosco que funciona en el centro, pero no en cualquier lugar, sino a 100 metros de una dependencia pública repleta de policías, el Ministerio de Seguridad. Con cuatro robos sobre las espaldas en tres años, la comerciante dijo basta y va a cerrar el local.

Su miedo se precipitó después de que el martes volvieran a asaltarla. Eran alrededor de las 15, un horario en el que el tránsito en la zona decae un poco respecto del mediodía pero sigue siendo intenso.

La circunstancia le pesó poco al único delincuente que atravesó la puerta de entrada del negocio, que queda en 2 entre 49 y 50. Ni bien entró, sacó un arma con la que amenazó a la dueña y a otra mujer mayor.

Tan tranquilo se sintió, que primero pidió la llave del local y fue a cerrar la puerta de calle para asegurarse de que nadie más entrara.

“Se tomó todo ese tiempo para volver después al mostrador, revisar lo que quería y llevarse la plata que había”, relató la mujer, todavía con el semblante triste.

Como si fuera el dueño del kiosco, el delincuente abrió de nuevo la puerta con la llave y se escapó corriendo. Por lo visto, siguió sin preocuparle el hecho de tener al Ministerio cerca: “Cuando se iba volvió a robar otra vez a pocas cuadras, sobre 51”, indicó la víctima, sin conocer más detalles de ese hecho.

Todo pasó cuatro días después del robo anterior. Fue el viernes de la semana pasada, a las 13.30 de aquel feriado.

Esa vez actuó un delincuente que rondaba los 35 o 40 años, casi el doble de edad que el que actuó el martes. A la comerciante le robaron una notebook. El asaltante salió también corriendo pero rumbo a 49, con la computadora bajo el brazo.

Estos dos casos se sumaron al otro par de robos que cometieron en ese kiosco en 2015. El total de cuatro episodios colmó la paciencia de la mujer, que ya está en el proceso de conseguir a alguien que quiera hacerse cargo del negocio.

Mientras, planea instalar rejas en el frente para evitar ingresos nocturnos. Y atiende con la puerta cerrada, librada a la lotería de adivinar si quien se acerca allí quiere comprarle o robarle.

“no doy mas”

“No doy más, no se puede trabajar de esta manera, con nervios. Estoy cansada y no voy a esperar a que me peguen un tiro”, lanzó la comerciante durante un diálogo con EL DIA. Así anticipó su decisión de “dedicarse a otra cosa” que la mantenga lejos de los ladrones de comercios.

Su caso no es aislado, porque hubo otros episodios de inseguridad recientes muy cerca de allí. El más grave y llamativo sucedió en una farmacia de 2 y 50, donde un asaltante ingresó y por media hora registró las instalaciones.

Podría pensarse que fue de madrugada, pero no. Eran las 11.30 de una mañana de mayo, cuando el local estaba “repleto de clientes”. “Entró, pasó de mi lado del mostrador y hacía de cuenta que era un amigo mío. Tuvo siempre un arma en la mano. Se llevó plata y celulares”, recordó Gustavo, el empleado que lo padeció.

Además, la semana pasada ingresaron de noche a robar en un supermercado en la misma esquina.