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Información General |ENTRE LOS MIEDOS Y LA ANSIEDAD

¿Las madres primerizas ya no quieren consejos?

Como en toda primera vez, la inexperiencia se une al miedo y a las dudas. Las madres primerizas siempre recibieron consejos, pero cada vez más, priorizan su propia experiencia. ¿No quieren sugerencias o prefieren que se las den cuando las piden?

Por LUCRECIA GALLO

9 de Julio de 2016 | 02:41

“Eso es relativo”, me dijo mi hermano cuando le comenté el título de mi próxima nota. Mi hermano no es obstetra ni psicólogo. Va a ser padre. En esta novedad constante en la que se ha convertido su vida, pegado a la panza de su mujer para ver el crecimiento de su hija, me cuenta que hace unos días comenzaron el curso de preparto. “Todas las mujeres tienen miedos”, me asegura y aclara: “No saben qué hacer con el bebé”. Pero no lo dice superado; también siente miedo. El miedo y la intriga parecen ser las condiciones, no sólo de las madres primerizas.

¿Cuáles son las dudas o temores más comunes? ¿Con quiénes consultan? ¿Se sienten abrumadas con tanta información? Embarazo. Puerperio. Temor a las malformaciones. Sufrir dolor en el parto, la cesárea, la anestesia y sus consecuencias para poder pujar, temor a la episiotomía, al fórceps, al parto prematuro y, uf, hasta no llegar a tiempo al sanatorio o al hospital.

Para la médica psiquiatra y psicoanalista Diana Zalzman, “muchos de estos miedos son ancestrales, intemporales”. Asegura que “algunas mujeres sufren por los cambios corporales, tienen temor a perder los atractivos físicos. Otras temen no tener leche, la depresión posparto y no poder con las múltiples tareas de la mujer moderna, que estudia, se ocupa de la casa, trabaja, tiene tiempo de llevar adelante su sexualidad, deportes, entre otras diversiones”. ¿Voy a poder continuar con mi vida cuando nazca el bebé? Veamos qué dicen quienes atraviesan esa etapa.

MAREA DE INFORMACIÓN

Laura Fronti (33), contadora, casada con Pablo y un embarazo de 31 semanas, siempre puso su atención en la salud del bebé. “Que esté bien, que crezca como corresponde”, dice y comenta que ante las dudas -muchas y variadas a partir de los cambios que surgen en cada etapa del embarazo- consultó siempre con su médica. Claro que Laura es una mujer moderna y, como en estos tiempos la información está al alcance de la mano, consulta algunos sitios especializados en internet. En BabyCenter, algo así como el minuto a minuto del embarazo, pudo anticipar lo que le iba pasando semana a semana. Pero también hay aplicaciones, foros, páginas y grupos en Facebook y hasta notas donde se pueden consultar los 10 libros que una futura mamá no puede dejar de leer.

¡Ojo! Laura siempre filtró la información y los consejos. “Si escuchás a todos, te agotás”, comenta relajada y confiesa que su confianza está depositada en la médica, pero sobretodo en su hermana menor, que acaba de traer al mundo a su segundo hijo varón.

Según la médica especialista en psiquiatría Silvina Mazaira, “las madres primerizas piden consejos. Tal vez lo que haya cambiado es cómo y dónde los piden”. Consultan a sus madres, abuelas, amigas, hermanas, empleadas, compañeras de trabajo, otras mamás y además de estas vías tradicionales, se conectan y googlean.

“Siempre hubo diferencias generacionales entre madres e hijas, y en los últimos años los conocimientos han avanzado y han cambiado muchas costumbres que tenían nuestras madres y abuelas. Eso no significa que las primerizas no acepten consejos”, remarca la profesional.

Entre los consejos que le dieron, Laura recuerda uno que se tomó muy en serio. “Disfrutá del embarazo porque pasa rápido”, le dijeron. Ahí anda ella con su panza, acondicionando el espacio de la casa destinado al bebé. Una caja con la ropa que le regalaron, el bolso para el día del parto, la practicuna, entre mamaderas y chupetes. “Al principio nueve meses te parecen una eternidad y ahora que no falta nada, siento que pasó volando”.

Por esto días, está abocada a los trámites que implican la guarda de las células madres de cordón umbilical. Una decisión de salud preventiva que tomaron con su pareja pensando en el futuro de su bebé. “Cada una tiene que vivir su propia experiencia”, recalca Laura. Y en eso está.

PARTO RESPETADO

“Lo más significativo que me atraviesa en esta experiencia -dice, Eugenia Marengo (33), periodista, entrando en el sexto mes de embarazo- tiene que ver con cómo las instituciones de salud intervienen sobre nuestras decisiones y autonomía en nuestros cuerpos”.

Ella, si bien consulta asiduamente con su obstetra, conversa con su mamá y conocidas que ya pasaron “por esto”, valora mucho a una amiga, que es doula y la acompaña en este proceso”. Las doulas conocidas también como “madre de la madre” son, generalmente, mujeres que han experimentado un parto y que pueden ponerse al servicio de otra mujer que va a pasar por lo mismo. Acompañan durante el embarazo, el parto, el puerperio y la lactancia.

“A medida que pasa el tiempo, voy tomando más seguridad en mis propias decisiones”, dice Eugenia. Justamente, su principal preocupación se concentra en la necesidad de que se cumpla la ley de parto respetado: “Ley Nacional 25.929, de Derechos de Nacimiento”. Vive circunstancialmente en Capilla del Monte, al norte de Córdoba, y esta provincia aún no adhirió a Ley.

Respeto, información, y posibilidad de elegir son los principios que Eugenia remarca como fundamentales a la hora de dar a luz. “Voy conversando en cada encuentro con mi obstetra hasta dónde decido yo”, dice Eugenia. Ella sabe que la ley contempla la presencia de parteras y doulas, que acompañen a la mujer, para recibir sólo las intervenciones médicas necesarias, moverte libremente durante el trabajo de parto, elegir la posición para parir -a la que tu cuerpo te lleve-, evitar el goteo con oxitocina sintética –una hormona que genera el cuerpo, pero los tiempos de las instituciones de salud aceleran, muchas veces, con pujos inducidos y la aplicación de esta hormona-, evitar la episiotomía, entre muchos otros aspectos.

En ese camino anda Eugenia. Curiosa, terminó de leer “Pariremos con placer”, un libro de Casilda Rodrigáñez Bustos, que recomienda. La ayudó a reflexionar desde una mirada antropológica y biológica, deconstruyendo algunas “verdades médicas” y bíblicas que instauraron, a lo largo de miles de años, un modelo de mujer subsumido al miedo y el dolor. “No somos el sexo débil, nuestra capacidad de parir demuestra lo contrario”, subraya.

APRENDER DIA A DIA

Un resumen de lo que le pasó a Florencia Ortiz (30) -contadora y emprendedora independiente, novia de Lucas y madre de la recién nacida Amparo- diría lo que sigue: en el primer trimestre todo le pareció novedoso. Incluso la expectativa de vomitar o no vomitar. En el segundo trimestre se sintió por fin embarazada, le creció la panza y empezó a sentir otras cosas, engordar y dudar. Que si la panza es redonda, que si puntuda, que si nena o varón. Y en el tercero comenzó a pensar la maternidad: “¿Cómo me voy a sentir con el bebé? ¿Cómo me voy a arreglar?”, se preguntaba.

Desde “tomá mucha agua”, “salí a caminar” hasta “no trabajes”, “no hagas esto ni lo otro”, son algunas de las cosas que escuchó. “Yo recomiendo trabajar, mantener la cabeza ocupada no solamente en el embarazo”, dice Florencia y agrega: “Obviamente, con mucha tranquilidad porque tenés un bebé adentro y todo lo siente”.

Siempre hubo diferencias generacionales entre madres e hijas, y en los últimos años los conocimientos han avanzado y han cambiado muchas costumbres que tenían nuestras madres y abuelas. Eso no significa que las primerizas no acepten consejos”

“Un ejemplo típico de discusiones es la alimentación. Nunca falta la abuela que dice que el chico tiene hambre o que hay que darle agua. Los pediatras aconsejan que si los bebés están en período de lactancia exclusiva no les hace falta nada más y no deberían recibir agua”, describe Mazaira.

El tema que por estos días la tiene compenetrada a Florencia es la lactancia. “Es todo un tema”, afirma, “si se engancha o no se engancha. Y el gran mito: si tu leche es buena o mala. Se te agrietan lo pezones, se te lastiman, cómo cuidarlos, cómo formarlos. Como colocar al bebé, los tiempos, la cantidad. Es algo, para lo que no me prepararon”.

“Todo un desafío”, resume Florencia que siempre hizo la suya. “Porque si vas a prestar atención a todos, tenés desde la que estuvo o está embarazada hasta la que nunca tuvo embarazos. Todos te aconsejan. Y al verte primeriza te ven vulnerable”, comenta.

“Los consejos de abuelas, tías y otras mujeres pueden estar basados en experiencias propias, de muchos años atrás y pierden su valor si no están actualizados. Es frecuente escuchar el mito: tenés poca leche, por eso llora, porque se queda con hambre, yo le daría una mamadera”, comenta la médica Zalzman y asegura: “este tipo de comentario juega en contra”. Paciencia, recomienda y recuerda que madre no se nace, se hace.

DE A DOS

¿Y los padres? Como decíamos al inicio de esta nota, los miedos y las dudas no son sólo condición de las madres. Las preocupaciones de Pablo siempre fueron a tono con las de Laura. Y lo mismo le pasaba a Eugenia con su novio. “Lucas dudaba cuando yo dudaba”, dice Florencia. Aunque sus grandes charlas rondaban en torno del parto, si iba a ser normal o cesárea. Qué rol tendría. Todo lo consultaba con ella o leía en internet.

Dicen los que saben que los miedos no han cambiado. ¿Podré cuidar a mi hijo? ¿Entenderé qué le pasa? ¿Sabré por qué llora? ¿Podré calmarlo? “Con un bebé a upa todo el mundo opina. No se puede escuchar a todos por igual. Hay que jerarquizar los consejos”, concluye la especialista Mazaira. Y así parecen ser las cosas, “cada maestrito con su librito” y cada madre con su aventura.

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