Entradera en 20 y 56: ataron a un matrimonio y no zafó ni el plomero

Una pareja y otras dos personas sufrieron el jueves una verdadera odisea en la casa de los primeros, en 56 entre 20 y 21, después de una entradera que comenzó cuando los ladrones redujeron a la mujer en el preciso momento en que llegó en su auto, tal como anticipó de manera exclusiva este diario en su edición de ayer.

En una charla con EL DIA, las víctimas relataron que, en pleno asalto, llegó al lugar un plomero que había citado previamente, quien fue atendido por uno de los tres delincuentes que estaban en el inmueble. Encañonado con un arma de fuego, tuvo que entrar y corrió la misma suerte que los dueños de la finca: terminó atado.

Pero el asalto iba a sumar una víctima más. Según contaron los propietarios de la vivienda, el arquitecto Osvaldo Víctor Altamirano (70) y su esposa Gabriela Silvana Bombardelli (49), cuando los intrusos estaban por huir con todo lo que cargaron de la familia en el Peugeot 207 de la mujer, vieron que la camioneta del plomero tapaba la salida del garaje.

Uno de los ladrones preguntó de quién era ese rodado, a lo que el plomero respondió que era suyo y que estaba su hijo. El asaltante quiso saber el nombre del joven, a quien llamó y le dijo que lo estaba buscando el padre. El chico fue. Y terminó siendo la cuarta víctima.

Los delincuentes estuvieron en la vivienda entre las 17.15 y las 18.30.

el auto tambien

Ya repuestos del amargo trance, Altamirano y Bombardelli recordaron ayer detalles del caso, que arrancó cuando ella llegó en su Peugeot 207. “Uno de los ladrones me agarró de atrás tapándome la boca y me obligó a entrar junto a dos más. Enseguida me tiraron al piso y como yo gritaba, uno me dijo `callate, vieja loca` y me pateó la cabeza”, relató Gabriela.

Aterrada, la mujer llamó a su marido, que estaba en su estudio de la planta alta. Mientras el arquitecto bajaba la escalera se topó con un delincuente que, arma en mano, lo redujo enseguida.

“Nos ataron las manos y nos llevaron a la cocina mientras ellos revolvían todo”, explicó la pareja, detallando que la banda se apoderó de 15.000 pesos y 78 dólares, además de tres televisores, tres cámaras fotográficas, dos tablets, dos discos rígidos, la cadenita de oro que tenía colgada Altamirano, su celular, dos anillos de oro y un alhajero con bijouterie.

Pero no fue lo único que consiguieron. Al botín lo engrosaron los 3.000 pesos que el plomero había cobrado un rato antes por otro trabajo. A este hombre le llevaron, además, la llave de su camioneta.

El arquitecto, inclusive, fue más tarde atendido por un médico amigo, porque “me apretaron tanto la muñeca derecha con la atadura, que me provocaron una lesión”.

“A mi mujer y a mí nos insultaban a cada rato y nos decían que teníamos que tener más dinero, pero les dije que por más que revisaran no había más”, apuntó.

Nada se sabe aún del Peugeot 207 de la mujer que se llevaron los delincuentes. Tampoco de ellos.