El club de fans de Granatto se mudó a Río de Janeiro

RIO DE JANEIRO, BRASIL
ESPECIAL

Por PEDRO GARAY

María José Granatto acaba de meter su primer gol en un Juego Olímpico y un sector de la tribuna estalla particularmente eufórica, a pesar de que el partido ya se encuentra resuelto: es un grupo que aprovechó la corta distancia hacia Río de Janeiro y viajó desde La Plata para disfrutar de este momento de Majo, quien se metió en Las Leonas hace menos de un año y hoy ya es una pieza fundamental en el equipo de Gabriel Minadeo.

“No dimensiono, para mí es la misma nena que jugaba en el patio de mi casa, con el papá, y con las hermanas...”, dice orgullosa la madre de Majo, Evangelina. La felicidad le desborda por los ojos, mientras el resto de la tropa Granatto, compuesta por las tres hermanas de la delantera del seleccionado que juegan con ella en Santa Bárbara, disfrutan felices mientras se ríen de la emoción de mamá.

“Entre los seis (junto con el padre de las criaturas) jugábamos en el patio de casa. Y para mí sigue siendo esa nena”, recuerda Evangelina, y revela en referencia a aquellos “picaditos” familiares que “Majo le pone garra tanto en el fondo de casa como hoy en Las Leonas”.

Es sin dudas una de las características de Granatto, una fuerza de la naturaleza que ya magnetiza a los seguidores del deporte a nivel mundial con su eléctrico desequilibrio: la Leona es una de las figuras del equipo con apenas 21 años y tres torneos grandes. En los dos anteriores consiguió oro y el premio a mejor jugadora junior; ahora, dicen que desea tanto el oro olímpico, único trofeo que falta en la gloriosa vitrina del hockey femenino argentino, tanto como las más veteranas.

Quizás fue la fiebre de ese oro postergado, o la ansiedad del debut olímpico, lo que llevó a Majo a salir de la cancha en la derrota ante Estados Unidos, durísimo encuentro contra un “cuco” de Las Leonas, sin goles. El primer tanto olímpico de Granatto, de todos modos, no esperó mucho más: llegó en el segundo encuentro, donde la selección se recuperó de la caída inicial con un contundente 4-0 sobre Japón.

“Se soltó. Pero igual ella tampoco está cayendo de lo que es un juego olímpico”, dijo su mamá sobre el encuentro, mientras dejaba el predio de Deodoro chocha con lo que vive.

“Yo tampoco caigo. Es su primer gol olímpico. Nadie cayó”, acotó Vicky, la hermana de Majo que fue Leona, y explicó que “estamos muy acostumbradas a verla en el club, a que juegue un Cuatro Naciones... Lo voy a dimensionar cuando vea los videos por YouTube dentro de 3 ó 4 años”.

Pero, evidentemente, no todos están acostumbrados. Una de las grandes apariciones del hockey según el propio Minadeo, Majo ya tiene fans: durante el encuentro, un grupo de hinchas coreó en varias oportunidades el apodo de la jugadora de Santa Bárbara.

“La mamá de Gracia (compañera de Majo del club que acompaña a la delegación Granatto) me mandó al frente y dijo que yo era la mamá de Majo, y ahí empezaron a gritar por Majo”, contó su madre entre risas, y su hermana Mariquena acotó que “era la primera vez que iban a ver un partido de hockey... no entendían mucho”. “Pero sirvió de empuje”, concedió mamá Granatto.

Pero esa no es toda la verdad: tras el partido, la 15 del seleccionado recibió tantos pedidos de fotos de los fans que dejó la cancha 1 del Estadio Olímpico de Hockey, una embajada argentina en Río, casi última.

Mientras Majo vive mil emociones juntas, la ruidosa patota, el club de fans oficial de Majo Granatto compuesto por su familia (también viajó papá Marcelo) y amistades, disfruta con “la nena”, y también con la playa de Río: las “vacaciones con bonus” se organizaron “con la lista confirmada”, dice Evangelina, pero Vicky confiesa que el viaje ya estaba planificado: “Dijimos: vamos a comprar todo igual, si Majo no queda la traemos a ella y la sacamos de vacaciones para cerrar también un proceso, una etapa, para que la etapa del Juego Olímpico terminara ahí”.