Venezuela-Colombia: el cierre de fronteras dejó inflación y escasez
| 15 de Agosto de 2016 | 03:05

Inflación, escasez de productos y caídas de las ventas. Ese es el saldo que dejó en la región fronteriza venezolana el cierre de los pasos limítrofes con Colombia que volvieron a abrirse este fin de semana.
“Por un jarabe llegué a pagar 2.000 bolívares (unos 200 dólares y 3,10 dólares según la tasa de cambio más baja y la más alta vigente en el mercado), antes no llegaba a 300 bolívares (unos 30 dólares y 0,46 centavos de dólar), pero lo necesitaba”, afirmó Robinson Pérez.
Ese crecimiento de los precios comenzó el 19 de agosto del año pasado, cuando el presidente venezolano, Nicolás Maduro, ordenó cerrar la frontera que une San Antonio del Táchira con la ciudad colombiana de Cúcuta, una de las más activas del continente, para combatir a presuntos paramilitares que operan en la zona. Posteriormente, cerró el resto de pasos a lo largo de los 2.219 kilómetros de frontera común, lo que cercenó la vida cotidiana de una región en la que la frontera no es más que una raya en el mapa ajena a la realidad de sus habitantes que desarrollan su vida a ambos lados del límite.
FALTA AZUCAR, ACEITE Y LECHE
La situación empeoró debido a la escasez que continua en los supermercados venezolanos, donde encontrar alimentos básicos como azúcar, aceite, harina o leche es una misión imposible.
En uno de esos supermercados, Pérez confesó que buscan “los caminos verdes”, los senderos irregulares por los que se puede cruzar a Colombia, para comprar esos alimentos “porque tenemos una familia y tenemos que velar por ellos y su bienestar”. Si no tienen esa posibilidad, explicó que deben recurrir a la reventa de productos colombianos que realizan aquellos que sí pudieron atravesar el exiguo río Táchira que separa de facto los dos países.
Ante esa situación, unas 60.000 personas aprovecharon el último sábado, primer día de apertura de la frontera, para trasladarse a Colombia a solventar sus necesidades más acuciantes, lo que generó largas colas en San Antonio. Una de las mujeres que cruzó a Cúcuta fue Yirley Cordero, para quien este último año las dificultades en su vida cotidiana se han multiplicado al tener un hijo estudiando en Colombia. “Ha sido un año muy feo, ya que cuando los niños tienen que ir a alguna actividad a realizarse en fin de semana no han podido hacerlo”, comentó Cordero.
Para permitir el paso de los escolares, los dos países acordaron abrir un corredor humanitario que alivió parte de las necesidades en dos ciudades, San Antonio y Cúcuta, que viven como un solo cordón urbano.
Esa relación tan fraternal hace que muchos de los ciudadanos tengan familiares a uno y otro lado de la frontera, lo que ha hecho que no puedan ver a sus parientes durante este año. Pero la situación más dramática de este año la protagonizaron los venezolanos que vieron cómo los medicamentos que necesitaban desaparecían progresivamente de las farmacias y no tenían cómo acceder a Colombia. “Soy diabético y no tengo la insulina, no se encuentra en mi país; tengo que pasar a Cúcuta para poderme sostener”, relató Ángel Enrique Borrego, vecino de la localidad de San Cristóbal que también aprovechó el primer día para proveerse en Colombia. La situación que han vivido durante este año en la región ha sido de “emergencia humanitaria” para Borrego, quien calificó los últimos doce meses como “un año muy crítico” en el que han “pasado hambre y necesidades”.
La situación para el comercio, alimentado en buena medida por los ciudadanos colombianos que llegan a la zona, también ha sido crítica. Pese a que los comerciantes son reacios a hablar con la prensa y rechazan hacerlo cuando hay una cámara encendida, explicaron que la caída en las ventas ha variado entre el 50 y el 90%. Con la reapertura, la calle que se inicia en el paso fronterizo de San Antonio, llena por completo de locales comerciales de todo tipo, pareció recobrar parte de su brillo y esperanza.
El año que queda atrás también escasearon los repuestos para automóviles, tanto que algunos comercios dedicados a vender esos productos en San Antonio aún están cerrados. Alfonso Martínez, uno de los taxistas de la localidad, explicó que tuvieron que ir Colombia a buscar repuestos, muchas veces cruzando de manera irregular la frontera. “Los precios subieron bastante, hasta un 500%. En Colombia hay todos los repuestos, aquí ni voy a buscarlos porque no se consiguen”, señaló. Tras la primera jornada de reapertura progresiva de la frontera, que por ahora sólo se puede cruzar de manera peatonal, San Antonio y las ciudades cercanas comienzan a recobrar su color y su vida habitual, pero siguen a la expectativa y con la sombra sobre sus cabezas del año más difícil de sus vidas.
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