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Opinión |perspectiva

El Che y Frondizi, la letra chica de una cita histórica

El Che y Frondizi, la letra chica de una cita histórica

El Che y Frondizi, la letra chica de una cita histórica

18 de Agosto de 2016 | 01:33

Eduardo Barcelona*

Esto lo pude saber en 1992, cuando en oportunidad de un encuentro de prensa en la Armada, el segundo hombre de la fuerza por entonces, el vicealmirante Fernando García, me preguntó si sabía que él había sido el custodio del Che Guevara cuando visitó a Frondizi en la residencia presidencial, el 18 de agosto de 1961.

La Marina tenía la responsabilidad de la custodia presidencial, posición que conservó hasta el golpe de Estado que derrocó al Presidente y en su lugar asumió José María Guido, momento en el que cambió la guardia y pasó a manos de la Policía Federal.

La noche del 17 de agosto del ’61, Frondizi convocó al teniente de corbeta Emilio Felipichi , compañero y amigo de García y le ordenó que al día siguiente muy temprano fueran al aeroclub Don Torcuato a recibir al ministro de Industria de Cuba, a quien debían traer a Olivos para una reunión.

El joven teniente salió corriendo para la cuadra donde estaba la guardia en la residencia y le comentó a García lo que había dicho el jefe del Estado. “Frondizi es un Maquiavelo, un hijo de Puta. Mirá lo que nos ordena”, contó a los gritos. El amigo trató de calmarlo, esbozó el plan de custodia, pero agregó que era una misión de “sacrificio. Por este señor no voy a matar a ningún argentino”.

Lo primero que hizo García cuando se enteró fue informar su jefe en el Estado Mayor de la Armada sobre la llegada inminente del” Che” Guevara, el guerrillero argentino que había tomado el poder en Cuba en 1959 y a solo cuatro meses de derrotar el intento de invasión estadounidense a la isla, en Bahía Cochinos.

Este y otros detalles de aquella cumbre y los hechos que rodearon el encuentro me lo contó unos años más tarde cuando García se retiró de la fuerza en 1993, información que dio lugar al libro del diálogo entre el jefe guerrillero cubano y el mandatario argentino: “Detengan al Che”, editado en 2009 por Caras y Caretas.

García y Filipichi no sólo fueron a buscar el Che a Don Torcuato, sino que a la salida de la conversación con Frondizi lo llevaron a la casa de la tía, ubicada a pocas cuadras de la residencia presidencial, donde saludó a María Luisa Guevara Lynch y a su esposo Márquez Castro, a quien estrechó en un fuerte abrazo a la salida y le dijo una frase conmocionante: “Bueno tío, no sé si tendré oportunidad de volver a verte”. El tío era un hombre grande, pero ¿Guevara intuía ya que moriría tan joven a los 39 años?

García me dijo que vio cómo los ojos de Guevara se le llenaron de lágrimas luego de lo que le había dicho al tío. Ese pariente fue uno de los directivos del San Isidro Club (SIC) cuando el Che jugó de fullback al rugby.

El Che le regaló una caja de habanos a Goodwin que iban destinados a Kennedy. El presidente de los Estados Unidos fumó uno en el salón Oval

Antes de llegar a Olivos, en Punta del Este, donde participó como jefe de la delegación cubana que debatió el plan estadounidense la Alianza para el Progreso, Guevara se había reunido con toda su familia, los padres, todos los hermanos y la otra tía amada, Beatriz Guevara Lynch. Este encuentro familiar fue el último en el que estuvieron todos, no hubo otro igual.

No sólo se reencontró con los padres y los hermanos, también concurrieron a Punta del Este los amigos, caminaron por la playa y en una de las charlas alrededor de una mesa, el “Gordo” Figueroa le quitó la boina negra, se la guardó y hoy la conserva uno de los hijos que vive en la Patagonia.

La llegada a Punta del Este en la costa Uruguaya le sirvió a Guevara para debatir y descalificar la Alianza para el Progreso, una suerte de Plan Marshall de baja intensidad del presidente John Kennedy para América Latina, sino que se encontró con su familia, con los amigos y regresó la tierra de la que se había ido ocho años antes.

Previo a la llegada a Olivos, la noche-madrugada del 17/18 de agosto se reunió con el hombre de Kennedy, Richard Goodwin, con quien dialogó en Montevideo durante cuatro horas, con Horacio Rodríguez Larreta (el padre del actual jefe de Gobierno porteño) de traductor y el brasileño Barbosa Da Silva tomando nota.

Allí, El Che le regaló una caja de habanos a Goodwin que iban destinados a Kennedy. Cuando los recibió el presidente de los Estados Unidos fumó uno en el salón Oval de la Casa Blanca delante de su representante, quien lo contó en un libro de memorias titulado “Recordando América. Una voz desde los sesenta”.

El encuentro en Olivos se concretó por invitación de Frondizi, que tuvo como negociador y mensajero al diputado de la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI), Jorge Carretoni, quien abordó a Guevara en el Playa Hotel de Punta del Este y que luego acompañó al ministro cubano en el avión piper Bonanza que partió de Carrasco y aterrizó en Don Torcuato a las 11:00 de la mañana.

Cuando se fue por segunda y última vez del país en 1953, Guevara se convirtió en un desertor del servicio militar. Por esta razón los militares lo quisieron detener el día que vino a verlo a Frondizi, aunque no le faltaran ganas de matarlo. Eso fue lo que me dijo poco antes de su fallecimiento el secretario Aeronáutico, brigadier Alcides Rojas Silveira, quien primero ordenó la captura y después cuando Frondizi aclaró: “Es mi invitado”, levantó el mandato, pero lo siguió y fotografió hasta su salida del país.

La Armada y la Fuerza Aérea estuvieron al tanto en todo momento de los movimientos del Che Guevara en el país; el Ejército fue la fuerza que se enteró por los diarios y las radios que estaba el jefe guerrillero argentino-cubano en la Argentina. Por eso fue la fuerza que convirtió en un escándalo político lo que era una reunión reservada del Presidente con un ministro de otro país.

Siete meses más tarde, el gobierno democrático fue derrocado por un golpe de Estado y entre las razones enunciadas figuró la reunión con Guevara, aunque, de verdad, fue volteado por el triunfo electoral del peronista Andrés Framini el 18 de marzo de 1962. Once días más tarde cayó Frondizi.

* Autor del libro “Detengan al Che”

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