La emotiva despedida de sus colegas “al último gran maestro”
| 20 de Agosto de 2016 | 00:55

La muerte de Horacio Salgán, uno de los músicos argentinos que despertó mayor admiración en el mundo, caló hondo en la comunidad tanguera, cuyos representantes despidieron con admiración al último gran maestro del tango.
“Su dimensión como artista es universal, no tiene comparación”, dijo el bandoneonista Raúl Garello, de 80 años. Andrés Linetzky, de 41, pianista y ex alumno de Salgán, aseguró que expresa “el mayor estadío evolutivo” de la música de Buenos Aires.
“Fue el músico que más aportes técnicos le brindó al género tango como, por ejemplo, el compromiso asumido en pos de una escritura musical correcta; su profundización en la orquestación; los aportes rítmicos en el desarrollo del acompañamiento tanguero; la ampliación de la base rítmica de la orquesta típica sumando a esta formación la guitarra y el clarinete bajo; el desarrollo de un pianismo característico y admirado por los mejores del mundo; el trabajo artesanal de la armonía conducido por uno de los mejores oídos armónicos del tango; el dinamismo característico de su estilo generando cambios constantes en la textura proponiendo una escucha compleja; y por último, los entramados textuales de una mayor complejidad en comparación a todo lo que se venía trabajando anteriormente en el género”, apuntó Agustín Guerrero, uno de los pianistas más respetados del tango contemporáneo.
Linetzky, uno de los pocos alumnos que aceptó Salgán, hoy a cargo de su propia orquesta, afirmó: “Sólo escuchando su música uno puede sentirse influenciado e iluminado con ella. Sin embargo tuve la suerte de ser uno de los privilegiados a los que admitió como alumno. Entonces creo que su incidencia en mí como músico tuvo esa cuota extra de verlo en el laboratorio, en el taller. Sus conceptos y sus consejos tuvieron una gran influencia en mí. Por ejemplo su idea de qué es tango y que no”.
Por su parte, Hernán Possetti, que estudió bajo el temperamento de su escuela, sintetizó: “Salgán representa la belleza y el buen gusto. Personalmente le agradezco por mostrar un camino de excelencia pianística, compositiva y como arreglador”.
“Sus aportes a la renovación del estilo son equiparables a los de Astor Piazzolla, aunque no sean tan celebrados. Ocupa ese lugar justamente porque se ha destacado en todos los rubros: como compositor, como arreglador, como director y como pianista es extraordinario”, enfatizó el pianista Martín Robbio.
Joel Tortul, otro de los pianistas jóvenes del tango y el folclore, sentenció que se trató de “el más grande pianista que ha dado nuestro país como intérprete de nuestra música popular. Su técnica sublime, buen gusto, manejo rítmico, fraseo sincopado y sonido pianístico le permitieron amalgamar la claridad de Mozart, el impresionismo de Debussy y la cadencia rítmica de la música afro en el barro de nuestro folclore ciudadano. Nada lo supera”.
Fuera de lo musical, Salgán también despertó pasiones y enconos. Por su lejanía de las costumbres nocturnas. Por su dedicación por el estudio, que obligaba a otros a seguirlo. Por las tensiones de su música con algunas tradiciones conservadoras.
“Era un tipo íntegro y muy seductor, que tenía a todas las minas atrás. Además evolucionó al tango, pero no como (Astor) Piazzolla, si no que supo mantener los códigos porteños y tangueros, como lo hizo Julio De Caro”, recordó a Tomás Barna, el encargado de contratar a los músicos que actuaban en el Trottoir de Buenos Aires.
“Nosotros llevamos al dúo Salgan-De Lío a París y Horacio tenía miedo que a los franceses no les gustase el tango sin bandoneón. Entonces pidió si podía ir con Oscar Pareta, integrante de su orquesta. Mientras tocaban parecía una misa, porque no volaba ni una mosca. Cuando terminaron se llevaron una ovación”, agregó.
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