Richard Ford: el hombre de la mirada sombría

Recientemente galardonado con el Princesa de Asturias, el novelista no deja de asombrar y abrirse paso mediante un corrosivo retrato de la sociedad estadounidense que se cristaliza en obras como “El día de la independencia” y “Acción de Gracias”

“Es alentador no solo por lo que ya he escrito, también por lo que pueda escribir aún y constituye una evidencia de que no eres perezoso e inútil”, dijo días atrás el escritor Richard Ford tras recibir el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2016 por una singular “mirada sombría y densa sobre la vida cotidiana”, que cristalizó en su personaje anti héroe Frank Bascombe y en sus más famosas obras El periodismo deportivo y El día de la independencia .

Conocido por su corrosivo retrato de la sociedad estadounidense, aunque alejado de cualquier sustrato de intención sociológica, Ford (1944, Jackson, Misisipi) señaló a la agencia Efe que el galardón “significa, además, que la escritura y los escritores pueden sentirse motivados porque nuestros esfuerzos han sido reconocidos”.

“Mis libros no son reflexiones culturales ni sociológicas, son personajes y hechos que no encajan en el sueño americano”, aclaró Ford en 2014 en una entrevista con motivo de la presentación de “Canadá”, su última novela. La cita no es azarosa precisamente cuando los lauros lo definen como un “narrador profundamente contemporáneo” y un “gran cronista del mosaico de historias cruzadas que es la sociedad norteamericana”.

El novelista y cuentista suele ser señalado como uno de los mayores exponentes del “realismo sucio” en el que se inscribe a su literatura junto a la de autores como Raymond Carver o Tobias Wolff, aunque él siempre se divirtió con esa definición otorgada por la crítica y en varias oportunidades se preguntó: “¿Qué tienen de sucias nuestras historias? No hay sexo, no hay violencia...”.

Lo que sí es inobjetable en este escritor hijo de un comerciante y de una campesina, que trabajó de fogonero tras morir su padre a los 16 años y que portó una dislexia que lo obligó a concentrarse en una sola cosa por vez, es la creación de un universo ficcional que focalizó en los pliegues más invisibles de la cotidianidad, con personajes de un fuerte sustrato psicológico, en escenarios dominados por un entramado de relaciones sociales, especialmente familiares.

En este sentido, la escritora y periodista cultural Paula Varsavsky, quien viajó a la casa de Ford, en Maine, y fue recibida por el escritor en la estación de tren de Portland, caracterizó: “Su literatura es realista, capta con sutileza las relaciones humanas, las distintas formas de vincularse, ya sean parejas, padres e hijos o amigos. Su prosa es de fácil acceso y parece sencilla. Sin embargo, esa espontaneidad está sumamente trabajada”.

Maestro en revelar los dramas sociales y los problemas de su tiempo -en “Canadá”, por ejemplo, aborda el de un hombre simple, en otros la inmigración o la coyuntura política-, Ford es autor de una trilogía sobre el individuo americano de clase media, que comenzó de forma involuntaria con “El periodista deportivo” (1990), y siguió con “El día de la independencia” (1996) y “Acción de gracias” (2008). En opinión de Varsavsky, esos libros son “de las mejores obras literarias norteamericanas del siglo XX”.

Sin proponérselo, fiel a la fórmula de la narrativa estadounidense, Ford conduce estas historias a través del inefable y genuino Frank Bascombe, antihéroe de sus novelas que encarna a un (ex) periodista, profesor, corredor de bienes raíces, jubilado, que fracasa como escritor y en algún momento supera un cáncer de próstata. Es la expresión del hombre contemporáneo en su cotidianidad, desencantado, conformista e híper analizado.

De la felicidad a su inexistencia, Ford testimonió a través de Bascombe las transformaciones en la sociedad estadounidense en los últimos años del siglo XX y principios del XXI, y tal vez eso explique por qué ese incorrecto personaje lo dejó en cama varias veces por episodios de estrés. Se ha dicho que Frank es su alter ego, pero Ford ha preferido definirlo como un “amigo secreto”.

Casi treinta años después, su último libro, “Francamente Frank” (2015), retoma los hilos de su icónico personaje en una serie de cuatro historias que ocurren tras el impactante huracán Sandy, configurando así una de las historias más “humanas” de la literatura protagonizada por Bascombe.

Pero además de eximio novelista, Ford es cuentista. A entender de Varsavsky es una de las facetas menos conocidas pero importantes de su trabajo, sobre todo “los relatos de la colección `Rock Springs`y el libro `De mujeres con hombres`, donde desarrolla, desde otro ángulo, las inseguridades de los hombres en sus relaciones con las mujeres y el enorme espacio que ocupan la pareja y el matrimonio en la vidas de los seres humanos”.

El novelista irlandés John Banville, quien postuló su candidatura junto con Antonio Muñoz Molina, ambos Premios Princesas de Asturias, calificó a Ford como un escritor “maravilloso”, mientras que su amigo Raymond Carver (1938-1988), el máximo exponente del denominado “realismo sucio”, aseguró en su momento que se trataba del “mejor escritor en activo” de los Estados Unidos.

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