Pese a los avances culturales, persisten en la Ciudad las barreras arquitectónicas

Pese a los avances legales, culturales y técnicos experimentados en los últimos años, persisten en la Ciudad obstáculos y barreras arquitectónicas en la Ciudad que afectan gravemente la vida de quienes sufren desigualdades físicas, imposibilitados frente a ellos de acceder a edificios, a espacios públicos, a medios de transportes o a desplazarse por veredas caracterizadas por todo tipo de dificultades. El problema, que no es nuevo, se ve intensificado frente al comprobado y fuerte crecimiento del número de desiguales y, por consiguiente, merecería una pronta y mayor atención por parte de las autoridades.

En ese contexto, un relevamiento realizado en el corredor gastronómico del centro de la Ciudad reflejó las dificultades que se plantean para quienes sufren disminuciones motrices a la hora de acceder a lugares de esparcimiento. El trabajo, que se realizó por parte de una organización no gubernamental, demostró la existencia de constantes trabas y problemas que deben atravesar las personas con desigualdades, al intentar acceder a los establecimientos.

Desde la entidad se explicaron los motivos por los cuales se realizó el sondeo y, asimismo, se aludió tanto a la falta de consideración de quienes son responsables de los locales como al vacío legislativo existente, especialmente en lo que se refiere a ordenanzas que se encarguen de efectivizar las normas provinciales vigentes.

Se indicó que sólo el 12 por ciento de los comercios cuentan con rampas móviles, de las que se colocan ante la llegada de una persona con dificultades físicas. Faltan asimismo baños acondicionados especialmente. Lugares habilitados para recibir a más de un centenar de comensales carecen de ese tipo de sanitarios.

Está claro que, tal como se ha dicho ya en esta columna, a pesar de las leyes vigentes –y de los propios avances conceptuales experimentados en esta cuestión- persisten en nuestra ciudad las barreras arquitectónicas. Y que, tal como se ha dicho, la situación se agrava día dados los incontables accidentes de tránsito que están causando lesiones físicas en más de cinco personas por día.

Sería muy importante que nuestra ciudad contara con un censo completo y actualizado de las barreras existentes, que debiera computar las aún existentes en muchos palacios gubernativos y edificios públicos, escuelas, medios de transporte y todos aquellos espacios que no cumplan con la normativa vigente en materia de accesibilidad. Lo cierto es que, a pesar de los reclamos y de los periódicos llamados de atención, tanto en la nuestra como en casi todas las ciudades grandes del país se ha progresado muy poco en esta materia.

También puede consignarse que hay muy pocos colectivos -o directamente no existen- adaptados para el acceso de personas con dificultades motrices. Por supuesto, no son éstos los únicos obstáculos que enfrentan las personas que sufren desigualdades físicas. Las barreras arquitectónicas son numerosas y persisten, a pesar de que se han venido consolidando concepciones urbanísticas que apuntan a establecer el cumplimiento de recaudos para eliminar tales impedimentos. Se trata, entonces, de que se hagan cumplir en forma cabal las normas vigentes, sin permitir que se conviertan, como lamentablemente sigue ocurriendo, en meros enunciados retóricos de buenas intenciones.