Dora Lía Gregorio
| 26 de Agosto de 2016 | 02:23
A los 85 años falleció la profesora Dora Lía Gregorio, recordada por la excelencia en su preparación como docente y su perseverante dedicación para mejorar día a día la enseñanza, con el fin de lograr una eficiente transmisión del conocimiento.
Había nacido en nuestra ciudad, el 29 de marzo de 1931. Hija de María Amelia Vitagliano y Remo Gregorio, prestigioso odontólogo platense, quien le despertó su amor por el saber y las ciencias. Hermana de Maya y Bocha, ya fallecidos.
Sus estudios los cursó en la Escuela Normal Nacional Nº 1 Mary O. Graham, pero inquieta por saber más acerca del origen del hombre y sus incógnitas se inscribió en la carrera de Antropología en el Museo de Ciencias Naturales.
Egresada en Filosofía de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata, en 1969. Desde entonces se dedicó a la docencia e investigación en relación al conocimiento, lingüística y sistémica.
Realizó una maestría en Educación Psico-informática, de la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, fue investigadora tesista UBACYT entre el 95 y el 97 y 98-2000; “Didáctica y Epistemología I y ll” CBC-UBA; también fue miembro expositor del GESI, AAT S & C International Society General System Sciences; y muy destacada docente de las materias Lógica y Filosofía en los colegios Nacional Rafael Hernández, Liceo Víctor Mercante y Liceo Naval.
Dictó la materia Introducción al Conocimiento Científico en el Instituto de Enseñanza Media ISFDYT Nº 9 y en otros institutos de enseñanza media de la ciudad de Buenos Aires. También publicó diversos artículos, manuales y libros.
Casada con Rodolfo Raffetto durante 16 años, tuvo sus tres hijos: Andrea, Sebastián y Betina; 14 nietos y 5 bisnietos.
Son memorables sus exámenes. Pasaba horas elaborando e investigando temas de la actualidad para que sus alumnos utilicen el razonamiento y así poder ser aprobados. Dora será recordada por muchas generaciones del Colegio Nacional Rafael Hernández, del Liceo Víctor Mercante y del Liceo Naval. Muchos son profesionales reconocidos en su ámbito.
Amante del deporte y la vida sana, acostumbraba a correr por la madrugada, con su perro, en el Paseo del Bosque de la ciudad antes de ir a dar clases. También le gustaba mucho tocar el piano e interpretaba obras de destacados compositores en su tiempo libre
Su abnegada dedicación, devoción y pasión por el conocimiento, y por la forma en la que lo transmitía a sus alumnos fue su marca registrada. Su fallecimiento, que se produjo en Bariloche, provocó muestras de profundo pesar por el amor que generó en quienes la tuvieron como docente, y quienes la conocieron como colegas en los diferentes emprendimientos profesionales y laborales que encaró en su vida.
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