¡Lo que Dios quiera!

Escribe Monseñor DR. JOSE LUIS KAUFMANN

Queridos hermanos y hermanas.

Había una vez un país muy importante que, en una gran extensión, estaba habitado por gente buena, pero en su dos veces centenaria historia no había memoria de que aquellos ciudadanos hayan tenido prácticamente ningún gobernante acorde con la nobleza de los ciudadanos. Bueno... quizás haya habido más de uno con buenas intenciones y hasta con buenos proyectos, pero el sistema lo anulaba y el camino descendente se fue acelerando.

Cuando todo estaba a punto de explotar, alguien dijo: “... y si no, ¡que sea lo Dios quiera!”

Entonces me di cuenta, con mayor claridad, que ahí estaba el nudo del problema. Los políticos tienen sus propios planes y creen que, en el mundo y sus alrededores, no hay nada que sea mejor de lo que ellos piensan y proyectan. ¡Pobrecitos! Tristemente no se dan cuenta de que la política no es un cuento de hadas, aunque para algunos resulta provechoso pensar así. No es cuestión de que, al final, en último término, cuando ya no queda ninguna salida, atrapados y sin aliento, como mero “manotón de ahogado”, se diga: “Y si no... [entiéndase: y no se hace lo que yo quiero...] y si no, ¡que sea lo que Dios quiera!”.

¡Dios es el Señor de cuanto existe, visible e invisible! ¡Por Él y para Él existimos! Ciertamente Dios quiere que todos los seres humanos se salven

Aquel país que era una esperanza para otras naciones, aquel país vivió en la fantasía, engañando y engañándose; y los más poderosos acumularon y exportaron sus bienes sin importarles nada sobre el presente y el futuro de la patria. Llamarlos “traidores a la Patria” no llega a incluir toda la ruindad que los animaba.

Pero todo sucedió porque a Dios lo pusieron en el rincón, para usarlo de comodín en la última instancia... “Y si no... ¡que Dios se arregle!”

Sin embargo, Dios había dado todo: territorio, riquezas naturales, buena gente, ¡todo!, pero la mayoría no lo vio. Una nación sin Dios tiene dos posibilidades: volver a Dios o morir de inanición. Pareciera que los políticos de aquel país, mientras se aseguraron y lo que pudieron acaparar lo pusieron en entidades extranjeras, ya no tienen nada que decir ni hacer. Entonces, ¡que Dios se arregle!

Esta historia - que seguramente habrá ocurrido en otro planeta - tiene un fundamente cierto, pero incluye un aspecto que es blasfemo; porque Dios no es un juguete ni un naipe para ser usado por tramposos. ¡Dios es el Señor de cuanto existe, visible e invisible! ¡Por Él y para Él existimos! Ciertamente, Dios quiere que todos se salven, pero Él ha querido crear al ser humano con suficiente inteligencia y voluntad, de modo que cada varón y cada mujer, gozando de la libertad, pudiesen ser los artífices de sus propios destinos.

¡Oh Dios! Ten piedad de tu pueblo, perdona a quienes defraudaron tus designios, a quienes usaron las riquezas nacionales en beneficios personales, a quienes impusieron leyes inicuas, leyes contrarias a la naturaleza, leyes obscenas, a quienes humillaron la dignidad humana, a quienes dañaron la paz de las familias y de la comunidad nacional. Señor, Dios nuestro, somos tuyos y confiamos en Ti. No permitas que perezcamos. Sálvanos, Señor, y concédenos todo lo que necesitamos para que te reconozcamos como único Salvador y vivamos como hijos de la verdad, de la justicia, de la paz y del amor. Amén.

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JOSE LUIS KAUFMANN
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