Un médico que caminaba entre la profesión y los negocios

“No entendíamos mucho ese vínculo, pero él era muy amiguero”, deslizó un hombre que conocía de cerca al cirujano Guillermo Luna y, al igual que el resto de los que conforman ese círculo, guardaban hacia el prestamista Sergio Maydana la misma resistencia que tienen ahora a hablar del tema.

Pese al hermetismo, distintas personas coincidieron en describir al médico (cada cual a su modo y con sus palabras) como “polifacético”. Fue policía en la Bonaerense (llegó a comisario), hasta que fue exonerado. Tuvo una larga trayectoria como cirujano especializado en operaciones estéticas, y hasta su muerte dirigió dos centros de belleza –uno en capital federal y otro en el centro de La Plata–, además de haber trabajado en hospitales públicos.

Su nombre figuró durante un buen tiempo en las crónicas policiales, al quedar involucrado en una causa por estafas al IOMA, en 2001, por la que estuvo preso. Lo acusaron de fraguar intervenciones permitidas por la obra social para hacer implantes mamarios a personal policial y a docentes.

En ese escándalo conocido como “Lolagate” fue condenado con una suspensión de juicio a prueba (probation) y lo inhabilitaron para ejercer en Provincia. Por eso habilitó la matrícula en la Ciudad de Buenos Aires.

En la clínica de 41 entre 9 y 10 solían atraer clientela con cupones de descuento y promociones en tratamientos de belleza. En ese lugar trabajaba su esposa, Laura Favre.

Ellos se conocieron hace 20 años en un ámbito parecido, cuando Laura era secretaria en una de las clínicas donde Guillermo operaba. La relación se afianzó y tuvieron una hija, ahora de 16 años.

Luna tiene otro hijo de 34, de un matrimonio anterior. A él le habría comentado que planeaba incursionar en un negocio de préstamos funerarios (para sepelios), una actividad considerada “marginal” y a la que lo habría acercado un conocido. Todos sospechan que ese allegado fue Maydana y no son pocos los que aseguran que “ya le había entregado dinero para que empezara a ‘trabajarlo’”, aunque hay distintas versiones respecto de la suma supuestamente aportada: algunos hablan de 500 mil pesos y otros arriesgan 400 mil dólares.

El material contable e informático que secuestraron los detectives en la clínica y la casa de Luna podría despejar estas dudas.

de vidas, pasiones y muerte

En cualquier homicidio con un móvil dudoso, el foco se pone en las vidas de las víctimas para identificar a aquellos que querrían lastimarlas o sacar provecho de sus muertes.

En el caso de Favre, el único conflicto que trascendió públicamente es el que mantuvo vía twitter con una mujer a la que llamó “gato cascoteado”, cuyas iniciales parecen ser “M. L.” y a la que le dedicó “emoticones” de un revólver y un cuchillo.

Curiosamente, la policía que tendría alguna vinculación con el caso también mantenía una disputa por la misma red social con otra mujer de la fuerza que habría coqueteado con su marido, Maydana.

Esto surge de la cuenta que Flavia Silvina Rodríguez tiene en esa red social, a la que se unió en octubre de 2013. En un mensaje del 26 de septiembre de 2015, escribió:

“Este es el gato que se quiere cojer a los maridos”, con el nombre de la mujer, “obvio q todo el CPC lo va a...”, en alusión al Comando de Prevención Comunitaria donde trabajaría aquella. En otro posteo la acusa de haberle enviado fotos al marido y agrega, “haber trola relajada q jode a mi marido hablando peste d mi. veni a decírmelo en la cara t voy a dar un tiroo...(sic)”.

En tanto, el 23 de diciembre, Rodríguez envía mensajes más relajados y hace un “buen balance” de 2015, ya que estaba embarazada y su beba iba a nacer en marzo, y tenía esperanzas de un gran 2016.