En Villa Castells se moviliza todo un barrio para ayudar a un vecino

Héctor José Enriquez tiene 56 años. Durante varios años fue peón de albañil, trabajó en el bar de la estación de Gonnet, repartió diarios y realizó mandados para ganarse un peso. Un buscavidas. Por diferentes razones quedó lejos de su familia y vive sólo en la esquina de 495 y 6. Una descompostura severa lo llevó a quedar internado en el hospital San Roque. Su historia movilizó a un grupo de vecinos de Villa Castells, que junta fondos, materiales y pone la mano de obra para levantarle una casa, con el objetivo de que le den el alta médica y pueda someterse a un tratamiento médico.

Germán Zuccolotto, comerciante, se hizo cargo de la coordinación del proyecto. Le quita un poco de tiempo a los suyos, a parte de sus ocupaciones y comanda el operativo retorno de José al barrio. “Además de materiales y mano de obra, preferentemente especializada, pedimos un acompañante terapéutico para nuestro vecino, que está realmente enfermo”, comenta, enfáticamente, el vecino que se puso al hombre el retorno del personaje del barrio.

Con Germán trabajan Sebastián, el “Chaco, Daniel, José, y López, así se identifican los vecinos que trabajan para el retorno de José. “Nos dimos cuenta que José está enfermo, y necesita ayuda. Cada uno pone lo suyo: dinero, ingenio, mano de obra y ganas de mejorar la situación del vecino, que es un emblema del barrio”.

En este sector de Gonnet, todos conocen a José. El operativo para montar la vivienda que le permita a José volver a Villa Castells representa unos 40.000 pesos. Está bastante avanzado en cuanto a recursos, y en los primeros pasos en relación a la construcción. Contrarreloj, los vecinos buscan darle su tiempo libre al proyecto, le piden tiempo a su familia y se juntan en la esquina de 496 y 5 para trabajar, preferentemente a la tardecita.

TODO A PULMON

Los vecinos son de pocas palabras y mucha acción. Algunos remarcan que pidieron ayuda en distintas reparticiones oficiales y aún están con las manos vacías, que todo lo consiguieron por las gestiones particulares que hizo cada uno, por conocer a algunas personas que pueden hacer aportes materiales.

La lista de las cosas que necesitan por estas horas es generosa: 18 placas de fenólico, cuatro chapas de techo de cuatro metros, 3 metros de hormigón elaborado. El resto lo tienen todo y van colocando las piezas como un rompecabezas.

Algunos hablaron con los médicos del Hospital San Roque de Gonnet, donde, según los vecinos, lo pueden contener unos días más hasta que la “cuadrilla vecinal” termine la vivienda.

“Será algo austero, pero sólido. Un espacio que le permita vivir dignamente y tener un espacio adecuado para seguir con su tratamiento. Estaría bueno que el Estado aporte lo suyo y permita conseguir un acompañante terapéutico”, dijo Zuccolotto, quien es mago, y busca algún truco para terminar la vivienda cuánto antes y permita que se reincorpore al paisaje vecinal don “José”, quien por estas horas es motor de un proyecto solidario.

Los vecinos que están haciendo los primeros palotes con la construcción de la casa para José apuntan que “esto es una obra para una persona que hoy ya no puede trabajar, sufre de alcoholismo y todo lo que va junto con eso”.

Zuccolotto cuenta que “el lunes 15 de agosto me pidieron sus amigos que lo lleve al hospital, se estaba muriendo encerrado en su rancho, sucio y abandonado como jamas lo había visto en décadas. El viernes 26 de agosto, los médicos le dieron el alta, pero José no tiene baño en la casa, ni piso, y las paredes y el techo están agujereados. En todos estos días hable con mucha gente tratando de lograr una ayuda desde el Estado: municipal, provincial, nacional, alguien que de una mano, pero veo que no importa quien este en el gobierno, ellos no entienden de la tristeza de no tener familia, de pasar frío y hambre y que a nadie le importe”.

“Con el alta firmada, lo dejé en el Hospital de Gonnet, habitación 301, momentáneamente. No pude llevarlo a su casa, porque ahí se muere seguro. La imagen de José es la desesperanza, la angustia y el sufrimiento, hacerle un zoom para ver sus ojos te hace llorar de tristeza, rabia, e impotencia. Quisiera tener 100 brazos y que los días duren 100 horas, para poder construirle una casita con las comodidades mínimas para un ser humano, pero por mas que muchos ayudan, parece que nunca alcanza. Mi vida cambio para siempre, y se que estoy haciendo lo correcto, tratando de cambiar su mundo. Los invito a participar de alguna manera en esta loca aventura de darle un poco de amor a José, necesitamos materiales de construcción, maderas, puerta, ventana, heladera, un televisor, mesada, pileta de cocina o un donativo de dinero para comprar algo de todo lo que se necesita”, remató Germán, el ángel de la guarda de José.