La vida de un héroe civil

¿Cuál es el secreto del interés que todavía generan la vida y obra del Perito Moreno? ¿Lo son sus valiosos trabajos científicos, la creación del Museo de La Plata o, quizás, también su vida aventurera y solitaria en los límpidos lagos del Sur, cuando luchó por la defensa de la soberanía argentina en la Patagonia? Demarcando cumbres, aceptado por su valía por los tribunales internacionales, él solo consolidó el dominio argentino sobre 40 mil kilómetros cuadrados, un territorio riquísimo que duplica en superficie a la provincia de Tucumán.

El mismo científico se adelantó y poco tiempo antes de morir ofreció este autorretrato: “Tengo 66 años y ni un centavo. Yo, que he dado 1.800 leguas a mi patria, y el Parque Nacional donde los hombres de mañana, reposando, adquieran nuevas fuerzas para servirla, no dejo a mis hijos un metro de tierra donde sepultar mis cenizas. Yo, que he obtenido 1.800 leguas que se nos disputaban y que nadie en aquel tiempo pudo defender y colocarlas bajo la soberanía argentina, no tengo donde se puedan guardar mis cenizas: una cajita de 20 centímetros por lado. Cenizas que, si ocupan tan poco espacio, esparcidas, acaso cubrirían todo lo que obtuve para mi patria en una capa tenuísima, sí, pero visible para los ojos agradecidos”

En la Argentina un libro consigue el objetivo de ser considerado best seller si llega a vender unos 10 mil ejemplares. Esto significa que un libro que ha vendido 5.000 ejemplares se encuentra a mitad del camino para convertirse en un éxito editorial. Pues bien, en este escalón se encuentra –casi inconcebiblemente, pues nunca tuvo promoción excesiva- el libro editado por la Fundación Museo de La Plata, de autoría del químico platense Héctor Fasano, titulado “Un héroe civil”, dedicado a narrar la vida del perito Francisco Pascasio Moreno.

Extraño fenómeno el de este libro. Se trata de la quinta edición de la primera que se presentó en mayo de 2002 en el auditorio del Museo con una exposición a cargo de Pedro Barcia, también prologuista de la obra y entonces presidente de la Academia Argentina de Letras. “Para sufragar los gastos de la primera edición, se contó con el apoyo personal de los miembros del comité ejecutivo y de todos aquellos que adquirieron un bono promocional, de tipo pre venta como ahora se estila”, explica Pedro Elbaum, presidente de la Fundación. Añade que “se publicaron en total cuatro ediciones en castellano y una en inglés, entre los años 2002 y 2008. Esta de ahora es la quinta. En total se vendieron cinco mil libros”.

Unos pocos ejemplares vendidos en librerías tradicionales “pero la mayor parte de las ventas fue boca a boca, nos lo pedía gente que venía especialmente a comprar un ejemplar en el Museo, que se había enterado del libro sobre el perito Moreno y que tenía muy buenas referencias sobre la obra de Fasano”, dice Elbaum.

Elbaum recuerda que al cumplirse en 2002 el sesquicentenario del nacimiento de Moreno, la Fundación –cuya obvia finalidad es la de respaldar la acción del Museo- decidió recordarlo con un libro y que el comité ejecutivo le encomendó la tarea de escribirlo a Héctor Fasano: “Para tomar esa decisión se destacó la pasión de Fasano por el Perito Moreno, su capacidad intelectual, y su vocación y autoridad para el desafío. A ello se unió que Fasano era desde 1993 un colaborador permanente de la revista Museo y allí publicó varios artículos sobre la vida del Perito Moreno”.

Añadió que “Fasano escribía con lápiz, que luego transcribía en computadora la señora Alicia Grela, como Fasano lo destaca en la introducción al libro. Las miniaturas de esos lápices las conservamos en la Fundación, como vívido testigo de la ciclópea tarea que Fasano asumiera y cumpliera con todos los honores”.

“Tengo 66 años y ni un centavo. Yo, que he dado 1.800 leguas a mi patria, y el Parque Nacional donde los hombres de mañana, reposando, adquieran nuevas fuerzas para servirla, no dejo a mis hijos un metro de tierra donde sepultar mis cenizas”

Elbaum añadió que “los platenses, en toda ocasión, mostramos con inmenso orgullo, este monumento nacional, que es el Museo de La Plata, el de Ciencias Naturales, que le es debido al Perito Moreno, quien entre los años l884 y l888, hizo construir, este hermoso edificio que aún hoy, luego de más de un siglo sigue vigente y renovado, es recorrido anualmente por miles y miles de entusiastas visitantes”. Unas seis mil de ellas lo hicieron en estas dos semanas de las vacaciones de invierno. Se trató de grupos familiares, no de contingentes escolares.

En cuanto a Fasano, autor del libro, que falleció en mayo de 2009 en nuestra ciudad, fue un destacado docente en una carrera que había iniciado en 1945 como ayudante diplomado de la cátedra de Química Analítica I, en la que ejerció en forma ininterrumpida hasta su designación como profesor titular con dedicación exclusiva. Como catedrático fue invitado a participar de jornadas en distintas universidades del país e integró numerosas comisiones de la UNLP. Estuvo a cargo de la conducción académica de Química y Farmacia en tres períodos; fue asesor de la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC), entre 1963 y 1973; y director del Centro de Investigaciones Regionales de La Plata (CERLAP), entre 1983 y 1987. Se jubiló en 1986.

Tal como se destacó en este diario, Fasano fue también una figura imprescindible para el Museo de Ciencias Naturales de La Plata, pues desde 1990 realizó tareas con carácter honorario en la Fundación creada para respaldar y acompañar la labor que se desarrolla en ese prestigioso espacio cultural y científico platense. Fasano fue, como se ha dicho, un exégeta de la vida de Francisco Pascasio Moreno y volcó todo lo que había indagado sobre la obra de uno de los principales referentes históricos del Museo de Ciencias Naturales en su libro “Un héroe civil”.

TESTIMONIOS

El también desaparecido periodista y escritor German Sopeña, ocho días antes de su fallecimiento en 2001, escribió en La Nación estas palabras: “El perito Moreno, un hombre multifacético que fue explorador, naturalista, geógrafo, educador, ecologista, filántropo y hombre de Estado a la vez, conserva todavía, ochenta y cuatro años después de su muerte, un imán indefinible y poderoso, capaz de ejercer una influencia positiva sobre el país que él mismo ayudó a construir, pese a que muchos de sus sueños aún esperan que los argentinos los concreten”.

Dice más adelante que “ni unos ni otros de sus críticos (sectores de izquierda y de derecha) entendían que Moreno era uno de esos grandes liberales del siglo XIX, de aquellos que comprendían que el progreso y la modernización avanzan por encima de las fronteras, pero que estaban imbuidos, a la vez, de un fuerte sentimiento nacionalista”.

“En realidad, esa dificultad para entender la necesidad de abrirse al mundo es la que subsistió hasta hoy en la Argentina y que explica, en buena medida, los retrasos y estancamientos sufridos por el país por la falta de adaptación al mundo real. Contra eso luchaba Moreno y también allí su mensaje es válido hasta hoy”.

Algunos de los cuestionamientos que se le formularon, dejaron de lado ciertas facetas de su vida en las que mostró un espíritu altruista y comprensivo, notables para la época en que vivió. Así, escribió a principios del siglo pasado esta suerte de consigna: “Un niño con barriga vacía, no puede aprender a escribir la palabra pan”. En correspondencia con esas palabras en 1904 creó los comedores escolares donde, diariamente, se servían 350 platos de sopa, costeados por él. Para hacer frente a los gastos, vendió unas tierras que el gobierno argentino le había otorgado como reconocimiento por su trabajo como perito de límites. Como se sabe, murió en la pobreza.

Acerca de esta solidaridad, de este amor por los demás y del desinterés propio del Perito Moreno se refirió Pedro Barcia en el prólogo que compuso a la obra de Fasano. Allí dice que “él concluyó, de alguna manera, con sus batidas y expediciones, la posesión real de nuestro territorio, consolidando la tarea de lucha por la soberanía que otros iniciaron décadas atrás...El fue escueta lengua y muchas manos, muchas acciones y caminos y aventuras en pro de sus ideales”.