Tras la destitución de Dilma, Temer asumió la Presidencia
| 1 de Septiembre de 2016 | 02:59

BRASILIA.- El Senado brasileño aprobó ayer la destitución de la presidenta Dilma Rousseff (68) y el mandatario interino Michel Temer (75) asumió en una breve y sencilla ceremonia como nuevo presidente del país y emprendió viaje a China para participar en la Cumbre del G20 prevista para el 4 y 5 de septiembre, la culminación de un año de enfrentamientos que paralizaron al país más grande de Latinoamérica y que pusieron al descubierto profundas brechas en la población en todos los ámbitos, desde las relaciones raciales hasta el gasto social.
Aunque se anticipaba la destitución de Rousseff, la medida fue un capítulo crucial en una colosal pugna política que está lejos de concluir. Ella fue la primera mujer en ejercer la presidencia de Brasil, con una destacada carrera que incluyó formar parte de la lucha guerrillera en la década de 1970 y ser encarcelada y torturada por la dictadura de entonces. El año pasado fue acusada de violar las leyes fiscales para ocultar agujeros en el presupuesto federal, y argumentan que eso exacerbó la recesión, la inflación y los despidos.
“El Senado ha hallado que la presidenta de la república federal de Brasil, Dilma Vana Rousseff, cometió delitos al violar las leyes fiscales”, afirmó el magistrado Ricardo Lewandowski (titular de la Corte Suprema), que presidió el juicio.
Los legisladores de oposición, que desde el principio dejaron claro que la única solución era destituirla, argumentaron que las maniobras enmascararon amplios déficits causados por el elevado gasto y que a la larga exacerbaron la recesión en un país que durante largo tiempo disfrutó de un estatus muy destacado entre las economías emergentes.
Rousseff refutó las acusaciones una y otra vez, y siempre se declaró inocente. Recordó que presidentes anteriores usaron esas mismas prácticas de contabilidad, y denunció que la iniciativa para destituirla era un golpe de Estado protagonizado por las elites adineradas molestas con las políticas populistas que ella y su Partido de los Trabajadores implementaron en los últimos 13 años.
La oposición necesitaba el voto a favor de 54 de los 81 senadores para destituirla. A fin de cuentas fueron mucho más: 61-20. “Hoy es el día en que 61 hombres, muchos de ellos corruptos y con cargos en contra, echaron a la basura los votos de 54 millones de brasileños”, tuiteó Rousseff tras enterarse de la decisión. La presidenta fue reelegida en 2014 con más de 54 millones de sufragios.
En una segunda votación en el Senado efectuada unos 30 minutos después, Rousseff ganó una victoria menor cuando se desechó una medida para prohibirle participar en la vida política del país durante ocho años. La votación de 42-36 no logró obtener los 54 sufragios necesarios. Así, la ex mandataria conservará los beneficios vitalicios que tienen los jefes de Estado al dejar el cargo: ocho funcionarios públicos para atender sus necesidades y dos vehículos oficiales.
Como telón de fondo durante toda la crisis estaba la investigación sobre sobornos multimillonarios en la petrolera estatal Petrobras. Debido a esas averiguaciones, están presos decenas de empresarios y políticos de todas las tendencias, y muchos de los legisladores que votaron contra Rousseff están envueltos en el escándalo. Ella argumentó que muchos de sus adversarios querían sacarla de la presidencia para salvarse políticamente al interferir con la investigación de Petrobras, algo que ella se había negado a hacer.
Pero lo cierto es que muchos brasileños la consideraban responsable de la corrupción, aun cuando ella no se vio directamente implicada. Argumentaban que no había forma de que no supiera lo que estaba pasando, ya que muchas de las prácticas irregulares ocurrieron cuando su partido estaba en el poder.
La destitución de Rousseff abre muchos interrogantes que no tienen respuestas fáciles. Temer, quien fue su vicepresidente y luego su enemigo, concluirá el mandato de la presidenta, que finaliza en 2018. Los aliados de Rousseff han prometido apelar la decisión ante la Corte Suprema. Aunque recursos judiciales anteriores no lograron frenar el proceso de impugnación, por lo menos las batallas legales mantendrán el tema en el candelero.
Tras jurar y sin mencionar a Dilma, Temer propuso un diálogo con todos los sectores políticos en un esfuerzo para cumplir su compromiso de entregar el país “reconciliado, pacificado y en ritmo de crecimiento”. “Reitero mi compromiso de dialogar democráticamente con todos los sectores de la sociedad brasileña”, afirmó el jefe de Estado al hacer un llamado a la unión en su primer discurso en cadena nacional.
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