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La gente se casa menos pero aún se casa. En lo que va del año, 1.171 parejas formalizaron su compromiso en el registro civil de La Plata y dejaron atrás su condición de solteros. Cómo se celebra hoy el rito obligado de la despedida y cómo es la industria que hizo de esa fiesta una variedad de posibilidades para romper el tabú
Por VERÓNICA LISO
Velas, centros de mesa, sorbetes, manteles, tortas y piñatas en formas de pene. Esa es la clave para saber que se trata de una despedida de soltera: la presencia inevitable del miembro masculino. Las mujeres cada vez tienen más opciones a la hora de festejar la última noche de solteras y rompen por unas horas con todos los tabúes: hablan y aprenden de sexo y de sus propios cuerpos, se descubren sexis y eróticas, se burlan por un rato de los pudores.
La tradición empezó con una historia de amor que, de no haber sucedido en Alemania, podría ser la trama de cualquier telenovela latinoamericana. Corría la Edad Media cuando la hija de una familia rica se enamoró de un chico pobre. Cuando el pretendiente fue a pedirle la mano al padre, el hombre se la negó y le advirtió a su hija que la desheredaría si se casaba con alguien incapaz de pagar su dote. Cuando los amigos de la pareja se enteraron, decidieron ayudarlos. Organizaron una fiesta con el objetivo de regalarles lo que necesitaban para casarse y empezar su vida juntos.
Con el tiempo, el ritual fue mutando y se convirtió en una excusa para celebrar una última noche de soltería. Hoy las propuestas son variadas y creativas. Miles de emprendedores construyeron una industria dedicada a organizar despedidas de solteras: Streapers de todo tipo, reuniones de tupper sex, clases de pool dance, charlas de sexología, astrólogas a domicilio y escapadas de fin de semana.
¿Qué es lo primero que hay que pensar a la hora de organizar una despedida de soltera? Guadalupe, licenciada en Ceremonial y Protocolo, ya organizó cinco para sus amigas. La eligen invariablemente porque es la más responsable del grupo, la que siempre se acuerda de las cosas importantes y está en los detalles. Ella es la que siempre tiene una pastilla en su cartera cuando a alguien le duele la cabeza, o una aguja para coser botones inoportunos que se salen en la calle o en un boliche.
“Lo más importante a tener en cuenta son los gustos de la homenajeada y la cantidad de invitados”, explica Guadalupe. “De lo primero depende lo que puedas armar y lo que no: juegos, disfraces, shows. Lo segundo determinará con cuánta plata contás para hacer lo primero”, explica. Estos cálculos definirán si se hace una cena o una reunión, si se compra el disfraz para la agasajada, si se pide un stripper a domicilio, o si se contrata un trencito para ir al boliche.
Guadalupe no tuvo grandes contratiempos en su historial como organizadora. En alguna ocasión le tocó una sexóloga aburrida, en otra se cortó la luz, pero en general todas fueron un éxito. “Si el grupo acompaña, siempre sale bien”, revela. Hace poco innovó con la organización de su primer festejo de divorciada. Parece que con sus amigas tendrá fiestas para rato.
La fecha es un aspecto fundamental a tener en cuenta, no sea cosa que un inconveniente complique el casamiento. “Hacemos la fiesta tres semanas antes para que la novia se pueda recuperar”, cuenta Julia, organizadora oficial de las despedidas de sus amigas. “Nuestro fantasma siempre fue que alguna se quiebre”, se ríe.
Para que la noche no falle, es clave conocer mucho a la futura esposa. Saber qué cosas le van a divertir y cuáles la van a poner incómoda; conocer a las mujeres de su vida para tener presente la lista negra de invitadas y las infaltables.
Un policía de un metro ochenta empieza a mover la pelvis al ritmo del clásico de Joe Cocker “You can leave your hat on”. Se toca los pectorales y mira fijo a una chica con la cara como un tomate sentada en el medio. Atrás, un coro de gritos femeninos festeja cuando el policía se arranca la camisa azul. Dentro de unos minutos, el oficial, depilado y aceitado, sólo tendrá puesto sus borcegos y una zunga roja que meneará, como dicta el manual del buen stripper, en la cara de la homenajeada.
En las páginas que ofrecen el servicio se despliega un catálogo variado: morochos, rubios, altos, flacos, gordos como el “Sexi barrigón” al que le canta Andrés Calamaro. Tradicionalmente las chicas iban al Golden, local de strip para mujeres, o algún boliche que tuviera hombres aceitados con cada vez menos ropa. Pero una tendencia que crece es el delivery de strippers, ideal para las que prefieren un show privado en la comodidad del hogar o en el descontrol de un trencito luminoso que recorre la ciudad.
Lo buscaron en internet, llamaron a varios hasta que dieron con uno que estaba recomendado por una conocida. Les daba paranoia meter a un desconocido en la casa, así que decidieron contratarlo para el paseo en trencito, además la primera parte de la fiesta la hacían en un SUM vidriado y el marido de la dueña de casa no quería saber nada, “voy a quedar como el cornudo del edificio”, le dijo. Dos horas antes de la fiesta las llama el hombre con el que pactaron la contratación: “Ariel no puede porque enganchó un show. Pero tengo a Marcelo fibroso o Damián y Facundo que son más bien comunes.” Al final eligieron a Marcelo. “Después nos dimos cuenta que el tipo era espantoso, pero mi amiga estaba borracha y se re prendió”, cuenta Julia miembro del comité estable de organizadoras de despedidas de solteras de su grupo de amigas.
Suena el timbre, del otro lado de la puerta espera una caja de un metro veinte, cuando la futura novia saque la tapa la sorprenderá un stripper enano. Las mujeres cada vez se inclinan por shows más bien divertidos y bizarros que eróticos. Por eso el enano es el más demandado y el más difícil de conseguir para los organizadores, según cuentan en Show de Strippers, una de las precursoras en el negocio. Contratarlo en La Plata sale alrededor de tres mil pesos los 45 minutos.
Desde bizarras y descontroladas, hasta despedidas bíblicas donde participan ambos novios, sus madres, tías, abuelas, se leen Las Bodas de Caná, y se reparten regalos que simbolizan el matrimonio, como la maceta que represente el amor que tendrán que regar todos los días. Así de amplio es el espectro, pero la mayoría de las veces el plan incluye una reunión de mujeres que juegan, hablan de sexo, toman mucho alcohol y después salen a algún boliche.
Disfrutar del propio cuerpo y descubrir secretos para aumentar el placer con la pareja, son temas que empezaron a copar las agendas de los medios, rompiendo con un “de esto no se habla” histórico. La sexología dejó de ser una profesión extraña para las mujeres, en gran parte por la aparición de personajes como Alessandra Rampolla, una de las primeras mujeres que habló de sexo en la televisión con la naturalidad de quién explica los ingredientes de una receta.
Paola Kullock era masajista erótica y más de diez mil hombres, dice, pasaron por sus manos. Hoy tiene su propio emprendimiento, PK Escuela de Sexo, y desde hace una década es una referente en la animación de despedidas de solteras. “Estábamos quemadas de pensar juegos, ya no se nos ocurrían cosas nuevas, así que contratamos a Paola”, cuenta Julia, “fueron cincuenta minutos de charla y cuarenta donde contestó preguntas, ahí es donde se pone más picante”, confiesa.
Kullock aclara que no es sexóloga, lo suyo es pura inquietud y experiencia, por eso decidió armar su propio emprendimiento cuando se dio cuenta de que no había espacios para que las mujeres aprendieran a explotar su sexualidad. “Amo lo que hago. Creo en lo que hago. Disfruto lo que hago. Ojalá mis ideas te sirvan, las disfrutes con quien prefieras y tengas una vida sexual divertida y feliz”, se presenta en su página web. Contratarla por una hora de clase de sexo sale mil doscientos pesos, más los viáticos.
La mayoría de las veces el plan incluye una reunión de mujeres que juegan, hablan de sexo, toman mucho alcohol y después salen a algún boliche
Otra opción cada vez más habitual en las despedidas de solteras es el tupper sex. La modalidad vino de la mano de los primeros sex shops. Muchas mujeres no se animaban a entrar a los locales, así que los vendedores copiaron las tradicionales reuniones de tupper para desplegar un muestrario de juguetes sexuales. Con el tiempo las despedidas de solteras se convirtieron en una excusa ideal para estas reuniones.
Además de mostrar los juguetes y explicar las bondades de cada uno las chicas pueden aprovechar y comprar. La mayoría de los sex shops ofrecen este servicio y cuesta unos veinticinco pesos por persona. Si a la típica reunión se le agrega animación especial para la ocasión, juegos y un regalo para la futura novia, que suele ser lencería erótica, puede llegar a salir doscientos cincuenta pesos por invitada.
“Fui una de las primeras en realizar tupper sex en Argentina. Pero cuando íbamos a despedidas de solteras, me dí cuenta de que las chicas se aburrían y diseñé unos juegos para divertirlas, luego como buena emprendedora que soy inventé Solteras Party,” cuenta Mónica Horestein alma mater de este emprendimiento desde el 2008. Se presenta como consuelo psicológico y ofrece animaciones sólo para mujeres o mixtas, charlas de sexualidad, animación con juegos temáticos, clases de pole dance y otros ritmos para sacar la sensualidad femenina.
Como muchos emprendedores del rubro, Mónica empezó pensando juegos y hoy ofrece una lista interminable de opciones que puso en práctica en más de mil setecientas despedidas. “Siempre que me llaman las mujeres es para divertirse y celebrar”, no hay diferencias entre las más jóvenes y las más grandes dice Horestein, “cambian las preguntas referidas a las diferentes etapas de la vida que están atravesando: solteras, dando de mamar, con niños pequeños o la menopausia.”
Las clases de pole dance se van abriendo paso entre las mujeres que quieren sacar a la Demi Moore que tienen adentro. Paola Kulliock cuenta que cuando quiso aprender a hacer striptease para sorprender a su pareja no encontró a nadie que le enseñara. Estuvo a punto de darse por vencida pero conoció a un stripper profesional que le enseñó. Hoy en su escuela también ofrece clases de baile erótico.
Si se elige esta alternativa, tanto las amigas como la futura novia se someten al desafío de aprender los misterios del baile erótico alrededor del caño hasta transpirar y quedarse en ropa interior. Algunas propuestas incluyen llevar el caño y la profesora a domicilio y se ofrecen también otros tipos de bailes para que las mujeres aprendan a lucir su sensualidad, como el strip chair, o el clásico striptease. Una hora de clase cuesta alrededor de mil pesos.
Una opción más económica y casera son las Sex Box, una caja que viene con un kit de cosas para organizar la despedida: la decoración, una serie de juegos con sus respectivos instructivos y premios, el disfraz para la novia y el cotillón alusivo. Los precios arrancan en seiscientos pesos y varían de acuerdo a la cantidad de invitadas.
La gastronomía no se queda atrás. Chocolate amargo, con leche, rellenos de dulce de leche y menta puestos al servicio de la pastelería erótica. Corps Corps, es un emprendimiento familiar que desde 1998 elabora de forma artesanal bombones, helados y tortas. “El proyecto nació con la idea de romper con la histeria de la sociedad en torno del sexo”, explica su creador Damián Donnangelo.
Los más pedidos son los helados Boca Loca, dice Donnangelo, sobre este palito bombón helado con la forma de un pene de dieciséis centímetros cubierto de chocolate que cuesta cincuenta pesos. Corps Corps también ofrece bombones y las tortas alegóricas que van de los cuatrocientos pesos en adelante. “Lo más raro que me han pedido son tortas con dedicatorias hot, por ejemplo en una tuve que escribir: ‘cométela toda’. También piden con temáticas futboleras”, dice el emprendedor que creó una empresa con el objetivo de sacudir, dice, las “inhibiciones y pacaterías”.
Miles de emprendedores construyeron una industria dedicada a organizar despedidas de solteras: Streapers de todo tipo, reuniones de tupper sex, clases de pool dance, charlas de sexología, astrólogas a domicilio y escapadas de fin de semana
Música, un caño para hacer striptease, luces de colores que encandilan en la calle, y todo sobre cuatro ruedas. Miguel hace treinta años maneja el Trencito Feliz en Berisso, Ensenada y La Plata. Por mes tiene aproximadamente diez viajes, que por 45 minutos cuestan 1500 pesos. El trencito suele ser una buena solución para trasladar a las chicas desde la casa donde arranca la despedida hasta el boliche. Miguel cuenta que “además de las despedidas, últimamente me están llamando mucho para cumpleaños de 60.” El trencito es un clásico.
La astróloga Nancy Lafitte cobra doscientos cincuenta pesos por persona para leer la carta astral y los oráculos de los ángeles en las despedidas de solteras. En su casa atiende por el doble y ofrece el mismo servicio por Skype. Cuando la contratan se instala con su computadora en un rincón y lee la carta astral y el oráculo de cada chica. Pero se concentra en la futura novia para decirle todo lo que los astros le tienen preparado para esta nueva etapa.
Queda claro que a la hora de hacer una despedida de solteras hay tantas opciones como mujeres dispuestas a dar el sí.
Parada en la terminal de colectivos con los ojos vendados, aturdida por la música que suena entre sus orejas y unos auriculares enormes Laura está por viajar a Mar del Plata, pero todavía no lo sabe. Cuatro amigas la rodean, cada una con dos penes de plástico rebotando sobre la cabeza. Ellas organizaron el viaje, el último que hará soltera.
Recibió una carta documento en el juzgado donde trabajaba que la citaba a comparecer en la estación de colectivos. No le aclaraban a dónde iba, pero le dieron una lista detallada de las cosas que tenía que poner en la valija, incluyendo una mini negra y un strapless rojo para completar el traje de abejita que eligieron para disfrazarla. Así empezaron la tradición dos abogadas, una odontóloga, una economista y una contadora, un fin de semana largo de octubre del 2009.
Se quedaron en un hostel y comieron fideos. El sábado a la noche, salieron a cenar y después fueron a Sobremonte, un clásico de la noche marplatense. Así empezaron a crear una marca registrada que repitieron cada vez que una de ellas se estaba por casar. En cada viaje agregaban cosas nuevas. Pensaban juegos para la previa: nombrar a todos los chicos con los que había estado la futura esposa, sin repetirse. Una lámina con las fotos de las personas más importantes de su vida, incluido su ex, a las que tenía que definir con una palabra.
A medida que pasaban los años, en cada despedida contaban con más presupuesto para los viajes. Con Julia se fueron a Rosario, a Paz le tocó Tandil y con Paola a un spa en el Tigre, porque Paz estaba embarazada de ocho meses.
Ahora sólo queda una, Mariana, que a pesar de llevar muchos años en pareja aún no se decide por el casamiento. Entre sus amigas se rumorea que tal vez la próxima se encuentren con sus vinchas alusivas en el aeropuerto, el próximo, piensan, será Río de Janeiro.
“La despedida tiene momentos up y momentos nostálgicos, son cosas que sólo nosotras podemos compartir con ese nivel de confianza. Es un resumen de nuestra amistad, de tus miedos o momentos más felices, cosas de vos que te describen”, piensa Julia, “en definitiva es una etapa que termina.” Y como todo final, libera.
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