Sigue en la Universidad la danza de cargos para dentro de 2 años

Lo único que se ha oficializado, por ahora, es la candidatura del arquitecto Fernando Tauber para volver a la presidencia de la Universidad en el 2018. Esa postulación -como se informó oportunamente- fue presentada hace diez días en un encuentro al que fueron convocados decanos y representantes de todas las facultades. Pero en varias reuniones realizadas en los últimos días ya se habla de un “gabinete armado” para acompañar a Tauber en el próximo turno institucional.

En el Rectorado, como se sabe, hay -desde la última reforma estatutaria- dos vicepresidencias: Tauber ya le ofreció una al actual decano de Ciencias Económicas, Martín López Armengol y otra al de Ingeniería, Marcos Actis. Pero no son los únicos cargos que ya tienen nombre y apellido para el recambio de autoridades que recién deberá producirse dentro de dos años.

Según trascendidos extraoficiales, el próximo gabinete de Tauber se integraría con Patricio Lorente como secretario general, Aníbal Viguera (decano de Humanidades) como secretario académico y Edith Pérez (decana de Psicología) como secretaria de Extensión.

De esta forma, Tauber buscaría aglutinar en torno a su candidatura a distintos sectores del entramado político universitario.

No todo está “cerrado”, sin embargo. De hecho, se creía que en el encuentro realizado en el comedor universitario -en el que Tauber lanzó su postulación- se iban a anunciar también las candidaturas para ocupar las vicepresidencias. Sin embargo, no se hizo ninguna mención y ese silencio potenció especulaciones.

La eventual incorporación de López Armengol a la “fórmula” con Tauber implicaría el alineamiento formal de un sector que, en algún momento, había intentado mostrar cierta independencia y que se insinuaba, inclusive, como artífice de una renovación que finalmente no ha asomado.

Con Actis en la otra vicepresidencia, Tauber reforzaría su identificación con un sector del kirchnerismo, en el que también militan los decanos de Humanidades y Psicología, Viguera y Pérez.

CALENDARIO

Tanto hacia adentro como hacia afuera de la Universidad, el lanzamiento de Tauber resultó llamativo porque -como se dijo- todavía faltan dos años para la próxima asamblea en la que se elegirá al presidente de la Universidad hasta el 2021 y, además, el actual rector, Raúl Perdomo, recién lleva cumplida la mitad de su mandato.

La postulación del ex presidente y actual vicepresidente Tauber aceleró la discusión interna en todas las facultades. Al trascender nombres de decanos que pasarían, eventualmente, a ocupar cargos en el rectorado desde 2018, se instala también la puja anticipada por las candidaturas para la conducción de esas unidades académicas.

Como se sabe, al presidente de la Universidad lo elige una asamblea que componen los consejeros directivos (profesores, graduados y estudiantes) de cada una de las facultades que integran la casa de altos estudios. Es una elección “cerrada” e indirecta. Los consejeros directivos sí son elegidos en elecciones generales de las que participan todos los integrantes del claustro al que representan.

La última reforma del Estatuto de la UNLP estableció que el presidente cumple un mandato de cuatro años, sin reelección. Por eso en 2014 Tauber no pudo postularse para un nuevo periodo, aunque pasó de la presidencia a una “reforzada” vicepresidencia institucional.

Antes, los rectores cumplían mandatos de tres años, con posibilidad de una reelección. El único que cumplió tres mandatos consecutivos (desde 1992 hasta 2001) fue el ingeniero Luis Lima, quien obtuvo una re-reelección a partir de una enmienda estatutaria.

La última reelección fue la del arquitecto Gustavo Azpiazu (que terminó su mandato en 2010).

EN LA FULP

El avispero político de la UNLP también se agitó hace unas semanas con el congreso de la Federación Universitaria, en el que se impuso, por primera vez, el ultrakirchnerismo de La Cámpora. El rectorado había trabajado por la continuidad de la izquierda al frente de la FULP. Y todavía se analizan los motivos de una fractura que sorprendió y permitió el triunfo del kirchnerismo duro. La Universidad sigue enfrascada en el reparto de espacios de poder.