La esencia de Saer en la pantalla grande

Llega a La Plata el nuevo filme de Gustavo Fontán, basado en una obra del autor

El Espacio INCAA situado en el Pasaje Dardo Rocha, 50 entre 6 y 7, busca crecer y ganar visibilidad respecto a la cartelera comercial, por lo cual se ha adherido a la decisión a nivel nacional de realizar estrenos en todo el país de cine nacional en esas salas.

Con precios económicos y en espacios recientemente mejorados para la emisión de películas, resulta una alternativa atractiva respecto a las estéticas que pueden apreciarse en la cartelera comercial, y el estreno de esta semana, “El limonero real”, es una muestra de ello.

Se trata del nuevo filme de Gustavo Fontán, uno de los cineastas más sólidos surgidos de la autogestión, y autor de obras como “La casa”, “La madre”, “La orilla que se abisma” y “El rostro”, y que se basa en el relato de Juan José Saer.

Saer, dueño de una singular narrativa es todo un desafío para ser trasplantado de la literatura a la pantalla, y prueba de ello es la ausencia del escritor en el cine desde que Nicolás Sarquis, en 1968, presentó “Palo y hueso”, una obra que todavía hoy sigue teniendo la fuerza de sus autores.

Igual desafío era traducir “El limonero real” sin traicionar la sustancia que lo había convertido hace más de cuatro décadas en una de las más brillantes obras de Saer, quizás porque como ninguna de las anteriores, se dedicaba a dar cuerpo literario a la percepción.

En el relato, una familia del río Paraná espera el último día del año, tres hermanas, sus esposos e hijos, que viven en tres ranchos, a la orilla del río, separados por espinillos, algarrobos y sauces. Wenceslao intenta convencer a su mujer de ir a la casa de su hermana para la fiesta, pero ella se niega, argumentando que está de luto porque su único hijo, murió hace seis años.

El ritual se repite con sus hermanas y sobrinas que se movilizan para convencerla, pero ella no acepta la invitación porque insiste, una y otra vez, que el luto se lo impide.

Wenceslao lo observa todo, lo registra con sus ojos: el río, el día y la noche, el baile, el cordero asado, las sonrisas, las miradas, los vasos de vino, pero también por las ausencias.

La vida discurre, como el Paraná, con sus sonidos, sus claroscuros, la profundidad del agua que acompaña los sentimientos tan o incluso más interiores, hay algo que permanece.

MOMENTOS

Saer en su relato, al igual que Fontán en su interpretación hablan de lo que nos sobrevive, de lo que nos supera porque, finalmente, todos somos apenas protagonistas de un momento.

Con su cine, Fontán demuestra tener esa singular capacidad de dar poesía de cine a relatos que aportan poesía a literario, como ya ocurrió con “La orilla que se abisma”, según la esencia del poeta Juan L. Ortiz.

Fontán aseguró que “hay en Saer una profunda conciencia de que la poesía surge del tratamiento especial dado a la materia real. La escritura se convierte entonces en el arte de sondear y reunir briznas o astillas de experiencia y de memoria para armar una imagen”.

Hay un símbolo de eternidad que supera a una generación y a las siguientes, como testigo de sus alegrías y tristezas, de la vida que nace y la que muere, que es un árbol cargado de limones.

Para el limonero Fontán eligió a Germán de Silva y Patricia Sánchez, Rosendo Ruiz, Eva Bianco, Gastón Ceballos, Rocio Acosta, Carlos Daniel Linches, María de los Angeles Leiva y Micaela Villarruel.

La cinta puede verse en la sala del Espacio INCAA del Pasaje Dardo Rocha, 50 entre 6 y 7, todos los días a las 20 horas.

Espacio INCAA
Eva Bianco
Gastón Ceballos
Gustavo Fontán
Juan José Saer
Nicolás Sarquis
Pasaje Dardo Rocha
Patricia Sánchez
Rocio Acosta
Rosendo Ruiz

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