Una intensa espiral descendente para Escobar

Ha llegado la hora: el show hit de Netflix “Narcos”, que la empresa ideó como un modo de acercarse a la gran comunidad latina estadounidense y desembarcar en América latina, pero que finalmente atravesó nichos demográficos para convertirse en un fenómeno global, estrenó hoy su segunda temporada, una tanda de diez episodios que conducen, inexorablemente, a la muerte de su protagonista, Pablo Escobar.

Wagner Moura, el actor brasileño que interpreta al líder narco colombiano con extraño acento, había avisado que aunque se supiera el desenlace, la segunda sería más dramática que la primera.

En efecto, el prometido festival de violencia, insinuado en los adelantos, toma la pantalla con el recrudecimiento de una guerra interminable, porque, como sabían los griegos y repetía Borges, quien a hierro mata...

Y aunque la audiencia conoce el desenlace que espera a Escobar, el camino hacia el inexorable final, por “hibris”, en manos del hierro policial es construido en la segunda temporada de manera casi intimista, haciendo foco en el Pablo acorralado y desesperado, y atravesado por mil y un intrigas dignas de un palacio del siglo XVII.

“Los conflictos de los personajes de la segunda temporada son lo que interesa, los dramas morales, ese Pablo acorralado y perdiendo todo el poder que tuvo, es una curva hacia abajo”, apuntó Moura, que en la segunda temporada interpreta a Escobar desde la fuga de La Catedral, en julio de 1992, al momento de su muerte en diciembre de 1993.

Así, mientras la primera temporada atravesó el largo ascenso de Pablo Escobar en apenas 10 episodios, utilizando narración en off para explicar los saltos temporales y comprimiendo buena parte de la historia, en esta segunda entrega los creadores de la serie, Chris Brancato, Carlo Bernard y Doug Miro, pudieron centrarse en dar espacio a la historia para respirar, y, sobre todo, dar más dimensión a sus personajes, lo cual termina incrementando la intensidad emocional del final.

MOURA

De hecho, Moura empatizó tanto con su personaje y su lucha, a tal punto que citó en la previa del estreno una entrevista del capo colombiano y su certeza de que el negocio, en algún momento, sería legal.

“Yo tengo hoy la certeza absoluta, está probado que la guerra de las drogas es un fracaso gigante, especialmente para nosotros”, expresó el actor nominado a un Globo de Oro por su interpretación de Escobar. “Porque esa guerra no pasa en Los Angeles ni en Nueva York, sí en los barrios periféricos de esas ciudades, sí, pero no de la manera en la que pasa aquí en México en donde los jóvenes pobres de las periferias de las ciudades grandes están muriendo de una manera brutal”.

El carácter sin final de esta guerra contra el narcotráfico, parte de la tesis que se lee entre líneas en la serie de Netflix, se evidencia en dos cuestiones: la primera, que mientras Escobar va en caída, otros narcos como Gilberto Rodríguez Orejuela, el líder del cartel de Cali, interpretado por el mexicano Damián Alcázar, tienen más poder; la segunda, que estos nuevos narcos serán los protagonistas de las futuras entregas de la serie, que no termina con la muerte de Escobar.

En varias ocasiones se ha comentado que la intención del productor y director brasileño José Padilha no era contar la historia de Pablo Escobar sino presentar la ruta de la cocaína en Latinoamérica, por lo que una tercera temporada con la historia de Rodríguez Orejuela es probable, aunque, como siempre, Netflix se tomará un tiempo hasta anunciar oficialmente la continuación.

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