El pago chico de los Nobel, un tema que asoma desde el cine

El último film de Oscar Martínez invita a indagar sobre los lugares de origen de los argentinos reconocidos por la academia sueca

En El Ciudadano Ilustre, la nueva película protagonizada por Oscar Martínez, el escritor argentino Daniel Mantovani regresa a su pueblo natal como un campeón. Tras haber hecho una carrera brillante en Europa, a donde se fue apenas terminar la secundaria, y haber recibido el Premio Nobel de Literatura por una obra nutrida con sus recuerdos de infancia, Mantovani siente que no puede escribir más. Por eso es que en los últimos años sólo se dedica a dar conferencias y aceptar unos pocos homenajes, como el que quieren brindarle sus viejos vecinos, tan presentes en su obra como distantes de su realidad actual.

A lo largo del film, el hijo pródigo del pueblo, al que invitan para declarar Ciudadano Ilustre, es homenajeado de todas las maneras posibles. Lo recibe el intendente, lo pasean en el camión de los bomberos con la reina de la belleza y sus vecinos de antaño se desviven por invitarlo a comer. Pero a medida que avanza la trama, el reencuentro de Mantovani -ahora un intelectual solitario y un poco misántropo-, con ese mundo que alguna vez dejó atrás comienza a cargarse de tensiones.

Ovacionado en el Festival de Vecina y una de las películas más vistas durante las ultimas semanas en nuestro país, El Ciudadano Ilustre invita a reflexionar sobre la relación de las grandes figuras con los lugares que los vieron crecer. Y aunque muchos espectadores intuyen en su trama posibles referencias a los verdaderos premios Nobel de nuestro país, la realidad dista de ser así.

En rigor, de los cinco argentinos premiados por la academia sueca, sólo dos tuvieron un verdadero “pago chico”. Y es que tanto Carlos Saavedra Lamas (Nobel de la Paz en 1936) como Bernardo Houssay (Nobel de Medicina en 19479 y Adolfo Pérez Ezquivel (Nobel de la Paz en 1980) nacieron y crecieron en Buenos Aires, y su formación estuvo desde el primer momento condicionada por la gran ciudad.

Quizás tampoco quepa hablar de “pago chico” en el caso de Luis Federico Leloir (Nobel de Química en 1970), quien tuvo una historia muy particular. Y es que, aunque hijo de un matrimonio argentino, Leloir nació en 1908 París, a donde su madre viajó ya estando embarazada para acompañar al marido que debía someterse a una operación. De regreso con sus padres a Argentina, dos años más tarde, Luis Federico se crió junto a ocho hermanos en una chacra de 40 mil hectáreas que tenía su familia entre San Clemente del Tuyú y Mar de Ajó.

De los cinco argentinos premiados el único que tuvo un verdadero “pago chico” fue César Milstein (Nobel de Medicina en 1984), quien nació en Bahía Blanca en 1927.

El segundo de tres hijos de una familia judía ucraniana que hacía apenas 14 años que se había radicado en el país, César cursó la primaria y la secundaria en Bahía Blanca y se trasladó a la Capital Federal para estudiar Química en la facultad de Ciencias Exacta de la UBA, donde se graduó a los 25 años de edad.

Tras doctorarse como Químico en Argentina Milstein ue becado por la Universidad de Cambridge, Inglaterra, donde consiguió su segundo doctorado en 1960 y cuya nacionalidad habría de adoptar algunos años después.

Adolfo Pérez Ezquivel
Bernardo Houssay
Buenos Aires
Carlos Saavedra Lamas
Ciudadano Ilustre
Daniel Mantovani
El Ciudadano Ilustre
Luis Federico Leloir
Oscar Martínez
Premio Nobel

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE