¿Cómo detectar en los chicos un “déficit de atención”?
| 3 de Septiembre de 2016 | 02:16

Les cuesta seguir instrucciones, se distraen fácilmente y cambian rápidamente de una actividad a otra. Suelen abandonar las tareas a la mitad, perder las cosas y ser olvidadizos. Mostrarse inquietos, impacientes, hablar sin parar o interrumpir a las personas son otras características que suelen presentar los chicos con el Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).
Como explica la doctora María Florencia Iveli, especialista en psiquiatría infanto-juvenil, las manifestaciones psicopatológicas del trastorno por déficit atencional son conocidas por los psiquiatras infantojuveniles desde hace muchísimos años.
Sin embargo, no siempre se lo llamó de la misma manera. A lo largo de la historia fue conocido con distintos nombres: disfunción cerebral mínima, síndrome hipercinético e hiperactividad, entre otros. En la década del 80, los semiólogos observaron que el síntoma cardinal no era la hiperactividad sino una alteración particular de la atención. Es así como este síndrome adoptó el nombre de trastorno por déficit atencional (con o sin hiperactividad) en el manual diagnóstico de las enfermedades mentales (DSMIII).
“En la actualidad podemos afirmar que se trata de un trastorno del neurodesarrollo caracterizado por síntomas persistentes de inatención, hiperactividad o impulsividad y que presenta una prevalencia del 3 al 5 porciento en edad escolar y con predominio en varones”, sostiene la especialista.
Si bien el trastorno por déficit atencional es un diagnóstico de los más cuestionados, las declaraciones de American Medical Association’s Council on Scientific Affairs dice que figura entre los más estudiados en medicina y que los datos científicos que lo validan son por lejos de los más completos.
Las causas
La causa directa se desconoce aunque los estudios indican una predisposición genética y ambiental, que pueden ir asociadas a complicaciones obstétricas y hábitos tóxicos de la madre durante la gestación como consumo de alcohol y tabaco.
“Son niños que tienden a moverse y hablar en exceso, suelen presentar juegos bruscos e impulsivos y se les dificulta aguardar el turno. A veces parecen no escuchar, presentar adherencia a algunos estímulos de extremo interés, presentan fallas en la memoria de trabajo y en la sistematización de tareas”, señala Iveli y plantea que entre el 30 y el 65 porciento de los casos los síntomas persisten en la vida adulta.
Según el National Institute Of Mental Health, también los aditivos alimentarios, como los colorantes artificiales podrían empeorar la hiperactividad y algunas personas creen que el azúcar refinado causa TDAH, aunque las investigaciones no apoyan esta idea.
¿Cómo reconocer la enfermedad?
“Estos niños presentan un patrón característico desde la primera infancia de inquietud, impulsividad, hiperactividad, fallas en el sostenimiento de actividades que requieren la atención sostenida, como dibujar, realizar juegos en donde deben sostenerse reglas o esperar el turno”, señala Iveli, y cuenta que muchas veces los padres consultan al inicio del jardín, cuando los niños presentan dificultades en la incorporación de hábitos y reglas grupales, se relacionan de manera impulsiva con sus compañeros o incluso les resulta difícil mantenerse dentro del aula.
“En general las dificultades mayores aparecen durante el inicio de la primaria en dónde las exigencias atencionales requeridas para el aprendizaje son mayores. En esta etapa es habitual ver fallas de copiado, organización de los cuadernos y útiles, sostenimiento de la atención y quietud durante la clase”, dice Iveli.
Especialistas advierten que la conducta hiperactiva no debe entenderse como exclusiva del TDAH. En muchos casos obedece a características propias del niño y no significa que padezca el trastorno.
Por otra parte, la hiperactividad también puede ser la manifestación de otro trastorno psicopatológico y no necesariamente constituir un trastorno por déficit atencional. “Es por ello que aunque los síntomas parecen fácilmente observables, muchas veces la falta de un especialista que intervenga y posibilite un diagnóstico integral lleva a confusiones e intervenciones desacertadas así como el sobre-diagnóstico”, alerta Iveli.
“Son niños que tienden a moverse y hablar en exceso, suelen presentar juegos bruscos e impulsivos y se les dificulta aguardar el turno”
La especialista señala que las consecuencias cuando no se realiza el diagnóstico oportuno pueden ser el fracaso escolar, las dificultades en la interacción social ya que muchas veces son niños rechazados por sus pares, dificultades conductuales con exposición a situaciones de riesgo y la aparición de otros trastornos psicopatológicos.
¿Qué actitud deben tomar los padres?
Expertos remarcan la importancia de que los padres consulten a tiempo. “Generalmente la primera consulta es con el pediatra quien si bien no es especialista debe estar lo suficientemente informado para saber cuándo es necesaria la derivación al psiquiatra infantil”, dice Iveli.
La función del psiquiatra infantil es la evaluación diagnóstica, la organización de los tratamientos interdisciplinarios como psicológico o psicopedagógico, la orientación a padres y escuela, y decidir si es necesaria una intervención psicofarmacológica.
En el caso de requerirse un tratamiento psicofarmacológico, Iveli señala que existen fármacos seguros y específicos para este trastorno que deben ser indicados por un especialista y con los controles adecuados presentan un perfil riesgo-beneficio favorable.
“Lo importante es no perder de vista que más allá del diagnóstico, la singularidad de cada niño y familia es la que nos orientará en la toma de decisiones terapéuticas”, asegura.
Los niños con déficit atencional no necesitan de escolaridad especial aunque suelen verse muy beneficiados con la intervención del psicopedagogo. Éste aportará datos sobre el perfil del funcionamiento cognitivo y orientará a la escuela sobre distintas estrategias para que un niño con déficit atencional pueda resignificar situaciones de aprendizaje que le permitan reordenar y enfocar su experiencia inmediata y afianzar su desenvolvimiento.
“El tratamiento psicológico es muy importante dado que ofrece la posibilidad de que el niño cuente con un espacio que le permita crear nuevos recursos y subjetivar su dificultad para que ello no interfiera con su desarrollo”, dice la especialista.
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