Alarmante incremento de las entraderas en nuestra ciudad

Hace ya varios años que las denominadas entraderas, que se traducen habitualmente en asaltos a mano armada contra las víctimas en las puertas de sus casas, cuando están por ingresar con su vehículo o bajando paquetes de una compra realizada y, en muchas oportunidades, con los ladrones obligando a las víctimas a ingresar a sus hogares para despojarlos allí, se han convertido en una de las modalidades delictivas más vigentes.

En los últimos tiempos podría hablarse de las diversas modalidades delictivas que se sucedieron –como el robo a pasacasettes, la piratería de asfalto, las salideras bancarias, los asaltos callejeros perpetrados por motochorros, por dar sólo varios ejemplos demostrativos- que preponderaron sucesivamente sobre otras en el accionar de los malvivientes. Y ahora, la que actualmente es la más temida, al punto de que viene dejando un alarmante saldo de víctimas, tanto en nuestra ciudad como en muchos otros puntos de la Provincia, son las llamadas entraderas.

La Plata viene sufriendo en estas jornadas una sucesión de entraderas, con hechos registrados en La Loma, en Tolosa y en distintos barrios del casco urbano, tal como lo vino reflejando la crónica policial. En este sentido, un artículo publicado ayer dejó constancia de la grave situación y de los numerosos reclamos que plantean los vecinos, en expresiones que ponen de relieve la necesidad de que los organismos policiales actúen con mayor rapidez y eficacia en la represión de una delincuencia que demuestra ser tan dinámica como desaprensiva para lograr sus propósitos.

La reiteración de estos episodios y el saldo de víctimas que dejan no sólo marcan el crecimiento de esta modalidad delictiva -emparentada con la ciertamente inexplicable e impune proliferación de motochorros- sino, al mismo tiempo, las dificultades y la impotencia de las fuerzas policiales para neutralizarla.

Los antecedentes sumados en torno a la ola de inseguridad –tal como los expertos lo han venido señalando- muestran las oscilaciones que tiene el comportamiento delictivo y dejan en claro lo perentorio que resulta disponer de estructuras de prevención capacitadas para interpretar y enfrentar a esas cambiantes realidades.

Tampoco se puede hablar de una sola modalidad delictiva, sino de mirar el contexto general. Ella demuestra que la inseguridad mata, hiere y asalta gente todos los días, no sólo cuando ocurre alguna entradera. Lo que resulta prioritario es que se aborde la cuestión de fondo –bajar los índices de inseguridad- y que se trabaje en forma más esmerada por la tranquilidad de la población.

De acuerdo a los especialistas, el objetivo medular debe pasar por reducir al mínimo el riesgo de que hechos de esta naturaleza se produzcan con tanta frecuencia. Y en eso, lamentablemente, es muy poco lo que se ha avanzado. Con justificada razón, existe la sensación de que las entraderas pueden pasar en cualquier momento.

Modificar la forma de patrullaje en los barrios, haciéndolos más dinámicos y menos previsibles y mejorar la preparación de los policías que se desempeñan en la calle son algunas de las posibles soluciones que dejan oír los especialistas a la hora de prevenir entraderas. Ello, sin dejar de mencionar que la población debiera colaborar con una mínima actitud preventiva, modificando, en el movimiento cotidiano del hogar, aquellos hábitos que podrían incrementar su propia vulnerabilidad.