Aislacionismo, una práctica conocida
| 21 de Enero de 2017 | 02:53

El aislacionismo pregonado por Trump no es algo nuevo en los Estados Unidos. Convencidos de que estaban protegidos por las distancias de las zonas conflictivas que significaban el océano Atlántico y Pacífico durante muchos años del siglo XX los norteamericanos creyeron que necesitaban muy poco del resto del mundo y que con su esfera de dominio en América Latina ya tenían suficiente.
Durante la Segunda Guerra Mundial el presidente Franklin D. Roosevelt advertía el peligro de que el nazismo alemán se impusiera definitivamente en Europa pero la opinión pública norteamericana le impedía participar en la guerra. Tanto es así que ayudaba a Inglaterra sitiada por las tropas de Berlín tratando de ocultarlo de la opinión pública estadounidenses mediante engorrosos procedimientos. Ni siquiera cuando los japoneses bombardearon Pearl Harbor Roosevelt pensaba que tenía mayoría en el Congreso para declararle la guerra al eje naturalmente lo hizo sólo a Japón. La situación varió porque fue Alemania quién le declaró la guerra a Estados Unidos.
Ese sentimiento hoy tiene vigor porque la gran potencia del norte se autoabastece en el campo energético, alimentario y tecnológico. Lo único que ha requerido es que en otros países establezcan las industrias con mano de obra bajo costo lo que provoca la mudanza de fábricas enteras que tanto critica Trump. La gran duda es cuánto costarían los productos norteamericanos en su propio mercado y el mundo si las marcas – Ford, Apple, etc- produjeran todo es esa nación.
Para la revolución -¿o involución?- que pregona Trump necesitará llevar a la práctica teorías autoritarias que ya antes de su asunción despertaron fuertes resistencias como nunca antes se registraron ante un nuevo presidente.
Parte de los problemas de ese país se deben a las automatizaciones producidas por los cambios tecnológicos, la necesidad imperiosa de generar nuevas ocupaciones y preparar la mano de obra a un mundo nuevo que cambia más rápido que los individuos en general cual quiera sea su posición social. Ese es el motivo de la insistencia de los países desarrollados en la formación educativa y la capacitación permanente de sus habitantes que facilita las reinserciones laborales. Para crear trabajo no es posible pensar en destruir las computadoras. Resulta imposible superar los problemas que crean los robots volviendo atrás con el reloj. Tal vez, ni siquiera Trump pueda hacerlo.
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE