Verdades dolorosas y herencias pesadas

Por ALEJANDRO CASTAÑEDA

NIEVE NEGRA, de Martín Hodara.- Es un film oscuro y secreto, como el personaje de Darín, un ermitaño hosco que no quiere hacer las paces ni con su familia ni con la vida. Hodara debuta en la realización con una tragedia de aquellas, con secretos mal guardados, familia perversa, herencia en juego y un presente donde la codicia, los recuerdos y el crimen acaban dándole la sustancia a la historia.

Marcos (Sbaraglia) llega desde España con su señora. Cree que su regreso será un “simple trámite”, como le dice a ella. Pero el pasado, tremendo, lo está esperando para pasarle facturas. Marcos viene para llevar las cenizas de su padre al aserradero que tienen en plena montaña. Allí vive su hermano Salvador (Darín), un tipo maltratado que elige esa desolación quizá para no olvidar sus sufrimientos. El paisaje es desolador. La nieve parece tapar todo (aunque no los secretos). Salvador no quiere saber nada con nadie. Sigue allí donde conoció el infierno. Y quiere seguir allí, aislado y olvidado. Pero la llegada de Marcos lo obligará a recordar todo.

Es un film renegrido, de comienzo entrecortado, un thriller algo titubeante en su desarrollo que apuesta toda su fuerza y su valor a esa revelación final que le dará un volantazo a la historia. A los actores les cuesta lucirse. Darín dice apenas cien palabras en todo el film. Sbaraglia está bien, como siempre. Técnicamente es irreprochable, pero eso no alcanza. Falla en la progresión dramática, falla en la pintura de los personajes y en las evocaciones (las escenas de la infancia son muy flojas).

Los malos recuerdos nunca se van del todo, dice Hodara en esta tragedia con mucha sangre pero poca emoción. (***BUENA)

MAS VERDADES DOLOROSAS

ALIADOS, de Robert Zemeckis.- Melodrama espeso, con fondo de guerra y peleas en todos los flancos. Sobre todo en los corazones de sus protagonistas, que deben hacerle frente, más que a las balas, a las sospechas, las dudas y la traición. Buena historia que pone en duda los alcances de un amor que debe abrirse camino entre bombardeos y mentiras. Hay algo de “Casablanca”, es cierto, en las entrelíneas de un melodrama que arranca también en los años 40 y en esa ciudad y que adquiere el mismo tono: la guerra mirada desde esos salones elegantes y con los ojos de una pareja que juega (con fuego) a las escondidas. Ese fragmento inicial es lo mejor del film. Detalles jugosos, juegos de ellos a dos bandas, buen gusto a la hora de mentir (¿y mentirse). Dan ganas de que el film siga allí, engañando a los demás y engañándose ellos.

El relato nos habla y de una pareja de espías al servicio de los aliados. Deben encontrarse en Casablanca para llevar adelante un operativo suicida. No se conocen pero deberán actuar como enamorados. Y el peligro los acaba uniendo más allá de la guerra. Ya en Londres, el film pierde interés. Pero el tramo final, lleno de suspenso y preguntas, es el plato fuerte. “Aliados” es una historian de espías intercambiados que se dejan envolver por una pasión verdadera que no tiene lugar en ese mundo de puro engaño. La expresiva Marion Cotillard deja desairado a un Brad Pitt que no está para darle vida a un personaje sinuoso, desesperado y arriesgado. Zemeckis puso su oficio. Y jugó todas sus fichas al brillo de una pareja estelar, aunque la trama daba para una lectura más sugestiva sobre el deber, los sentimientos y la lealtad. Nos dice que el amor no lo puede todo. Y con buenos pincelazos hace las paces con una historia que pedía un abordaje más trágico y no tan romántico. La escena de la revelación, cuando la verdad cae como una bomba sobre esa pareja, requería temperatura más arrolladora y más doliente. El film deja una pregunta para espías y espiones: ¿Hasta dónde el amor puede arriesgarse? (***1/2)

ALEJANDRO CASTAÑEDA
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