Todo edificio es político
| 4 de Enero de 2017 | 02:34

El realizador brasileño Kleber Mendonça Filho asegura que para él “no es una opción evitar la realidad inmediata de Brasil” en su cine y eso es lo que muestra en “Aquarius”, película que se estrena en Argentina mañana tras competir por la Palma de Oro de Cannes y el Astor de Oro en el Festival de Cine de Mar del Plata, donde ganó el premio del público y su protagonista, Sonia Braga, fue reconocida como la mejor actriz del concurso.
“Es mucho más natural para mí hacer una película que tenga aspectos de la sociedad” y añadir elementos reales que le dan una mayor veracidad a la ficción, explicó Mendonça Filho, quien en “Aquarius” trata un problema candente en Brasil: el cambio de la fisonomía de algunos barrios de las grandes ciudades, que están perdiendo sus edificios bajos para dejar espacio a grandes torres de apartamentos de lujo, un tema que también llega de cerca a la audiencia argentina.
“Me interesaba desde el punto de vista del cine y la imagen, la organización de las ciudades, urbana, que no está diseñada sino que sigue básicamente las órdenes del mercado. Y al seguir las órdenes del mercado tienes unas ciudades extremadamente inhóspitas, en las que no hay una preocupación comunitaria”, explicó el realizador.
Una brutal transformación que se ha producido en apenas 50 años, que ya trató en un cortometraje y que ahora vuelve a ser el centro de su segundo largometraje -el primero fue “O Som ao Redor” (2012)-, que tiene dos protagonistas, Clara (Sonia Braga) y el edificio Aquarius, frente a la playa de Boa Viagem, en Recife.
RESISTENCIAS
En la película es el único edificio que resiste a la presión inmobiliaria, con Clara como única habitante de uno de sus pisos, pero en la realidad es también el último edificio de la vieja era en medio de la jungla de cemento y cristal: un edificio con tanto encanto como el que despliega Braga en la película, la actriz “perfecta” para el papel, en palabras de Mendonça Filho, que recordó cómo le envió el guión y en tan solo 48 horas la actriz le dijo que sí, lo que supone su gran regreso al cine brasileño tras muchos años de ausencia.
Y el trabajo con ella fue tan especial como el realizador se esperaba. “Sonia mostró una comprensión estética y política” que encajaba a la perfección con el personaje, afirmó, y agregó: “Es un caso muy feliz de alguien que comprendió perfectamente lo que yo quería hacer y lo que era la película”.
Estrenada en Cannes en medio de la destitución de Dilma Rousseff, que el equipo del filme protestó en plena alfombra roja francesa (“la oposición de derechas tomó el poder a la fuerza, con un golpe sin armas de fuego, cínico. Y ahora están empezando a destruir una estructura que ha sido montada en los últimos 13 años de gobierno de izquierda”, dijo el cineasta), frente al pesimismo que siente asegura que los obstáculos son los que le dan energía para continuar.
Como cuando iba a rodar la película en un edificio que, como en una irónica confirmación de la tesis de la película fue demolido. Ese problema le empujó con más fuerza a hacer la película.
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