La Ciudad, al ritmo del verano y las vacaciones

Enero. La ciudad corre a dos ritmos contrapuestos. Por la mañana, el trajín casi habitual de todo el año; por la tarde -la siesta parece haber recuperado su histórico valor por estos días- el movimiento casi cansino de aquellos que sin apuro dejan pasar el tiempo al compás de una época de vacaciones, cenas con largas sobremesas a la espera de algo de fresco y de charla distendida.

Con el fuego de los tradicionales muñecos de fin de año -negro de WhatsApp incluido- parecen haberse consumido los males del año que se fue y renovadas las esperanzas de transitar un 2017 más distendido y amigable.

Claro está, los fuegos de los momos, no son aquellos que castigan gran parte de La Pampa y del sur de la Provincia y que arrasaron más de un millón y media de hectáreas en un combate desigual con voluntarios y bomberos que, en inferioridad de condiciones, dejaron hasta el alma en una lucha desigual.

Las diagonales de la ciudad de Dardo Rocha, mientras tanto, enmudecieron de temor cuando apenas 40 milímetros de agua caía en poco más de media hora, alcanzaron para refrescar los recuerdos de la inundación y la peor pesadilla vivida en los tiempos modernos de la capital de la Provincia.

Una sola lluvia de verano puso en blanco sobre negro todo lo que aun falta en las largamente prometidas (y todavía demoradas en su finalización) obras hidráulicas.

La esperanza, ahora, está puesta en fin de año, según dijo la gobernadora María Eugenia Vidal. Habida cuenta que 2017 es año de elecciones, probablemente cumplan la promesa.

Mientras tanto, el vecino común se conforma con esas pequeñas cosas de la vida que, últimamente, resultan difíciles de conseguir: tránsito ligero a la hora de llegar al centro y pocos problemas para estacionar.

Una delicia, podría decirse. Delicia, sin embargo, que no comparten los vecinos de Los Hornos que llevan casi 20 días sin agua corriente (con días de 37 grados a la sombra) y ruegan para que la promesa de Absa de solucionar el normal abastecimiento dentro de dos semanas, sea una certeza más que una esperanza.

Lo de Absa, al menos, es parejo: el servicio es pésimo en toda su área de cobertura. Los vecinos de Gonnet pueden dar cuenta de sus larguísimos padecimientos que, aún sin solución, van camino a terminar en la Justicia.

En pleno 2017 suena como del más brutal tercer mundo la renovada costumbre de cargar bidones hasta el “manantial” de los tanques de abastecimiento, o montar guardia en la esquina del barrio a la espera del paso del camión del aguatero.

Los documenta listas de National Geographic no necesitarían viajar hasta Kenia, Somalia o el desierto del Sahara para producir varios capítulos sobre la “guerra del agua”. Los Hornos y Gonnet aportan la geografía y sus vecinos atesoran las historias más variadas. Sería para reírse, en realidad, pero dan ganas de llorar en un rincón.