No sólo los catalanes quieren independizarse

Los vientos independentistas sacuden todos los rincones. Muchos catalanes empecinados y varios candidatos criollos quieren separarse. Pero el mañana está lleno de interrogantes. Los divorcios son caros. Desgastan alma y bolsillo. Por suerte hay psicólogos y consejeros que aportan remedios. En estos días, nada queda fuera del alcance del experimentado de turno. Hay entrenadores matrimoniales para toda la secuencia amorosa. Que es larga y con mucho suspenso. Coach para obtener mejor sexo en casa (porque afuera, todos/as son infalibles) y psicólogos para gestionar reparto de bienes y culpas cuando la pareja se deshizo. Ahora lo que se usa es divorciarse con estilo. Nada de andar a los gritos peleando por cada souvenir. Nada de hacer memoria y lanzar reproches. Con un buen profesional se puede disfrutar tanto del casamiento como de la separación. Además de la terapia de pareja, un verdadero ultimátum, ahora ofrecen lugares para “desintoxicarse del divorcio” y poder buscar ayuda cuando la disolución es un hecho. Se llaman Divorce Detox, funcionan en Los Ángeles, y ofrecen a sus clientes recién separados la posibilidad de recibir apoyo psicológico para superar el mal trance. En Divorce Detox, los programas más prolongados son de unas seis semanas, aunque también hay intensivos y un servicio exprés para enfrentar portazos sorpresivos. Buscan achicar daños más que aportar cordialidad o esperanzas. El lugar ofrece un “kit de supervivencia” que se realiza por chat. “El concepto de este servicio enseña a lidiar con la rabia, la baja autoestima y los pensamientos obsesivos”, dijo la psicóloga que dirige el centro, Allison Pescosolido. Una receta terapéutica que puede deparar alivios: allí, por falta de amor; y aquí por falta de votos.

“Ha aumentado la preocupación por separarse constructivamente. La mayor conciencia de lo perjudicial del divorcio destructivo hace que muchos recurran a la terapia para ser acompañados en el proceso de separación”, sostiene la psicóloga porteña Irene Loyácono, que sabe negociar acuerdos y endulzar separaciones. Ella es una de las nuevas profesionales que enseñan a divorciarse. Explican a su clientela que lo mejor, cuando ya no se puede salvar nada, es que el naufragio se haga en orden y que cada uno tenga un bote apropiado para poder ir en busca de otra orilla.

Los consejeros políticos proponen otros salvavidas. En campaña, les enseñan a los candidatos a noviar con algunos y a divorciarse de otros. Los gobernadores hoy reviven el dogma del separado respetuoso para ir abriendo paréntesis y paraguas ante una señora que apuesta más al salvador reencuentro que al amable divorcio. Una viuda que estaba invicta y a la que le sobra compañeros, pero le falta el compañero.

Una de las primeras celebridades en plantear el tema de las “separaciones o desparejamientos conscientes” fue Gwyneth Paltrow, que se divorció en 2014 del cantante Chris Martin. Fiel a su estilo, la pareja lo anunció con una frase que hizo historia: “tras un lindo matrimonio, tuvimos una separación y un divorcio maravillosos”. A partir de allí, en Los Angeles la moda fue dejar a un lado los abogados y contratar psicólogos que enseñaran a suavizar dolores y a independizarse en buenos términos.

No es fácil. En esta materia, los arrestos catalanes hicieron escuela. Y las elecciones del domingo reavivaron las fantasías de aquellos que sueñan con una separación prometedora. Pero es complicado. El divorcio cuesta. Y cuanto más rabioso, más caro. Los nuevos especialistas prometen rupturas rápidas e indoloras, sin lágrimas ni rencores. Un adiós pacífico y consolador que dé calma y esperanza.

Después de cada escrutinio siempre surgen amores instantáneos y separaciones enojosas. Cada recuento sella nuevos vínculos. Vivimos días de barbas en remojo y de triunfalismo exagerado. Algunos se prueban en casa los chalecos antibalas para salir mejor en cámara. Hay mucho casco y mucho arrebato en el aire. Los motochorros aprendieron rápido a llevarse el paquete y escapar. Y el escenario prepara nuevas separaciones y otro festival del eterno retorno. No es fácil vivir por aquí. El último trimestre viene con festejos. Pero falta domesticar tarifas y aumentos. Y sobran cascos y preventivas. Hasta las novias están bajo fianza en este mini desfile de reajustes y calabozos.

A más de un partido le vendría bien algún psicólogo integrador capaz de propiciar una separación amable o un re enamoramiento conveniente. Necesitan un experto que pueda armar el parque temático del reencuentro y asegure dos años de buen noviazgo. La democracia exige volantazos y arrepentimientos. Es costosa. Pero lo vale, aun con sobreprecios. Hoy no sólo Cataluña sueña con independizarse. Intendentes y diputados tararean al estribillo de la Paltrow y empiezan a soñar con el “kit de supervivencia” y “un divorcio maravilloso”.

El último trimestre viene con festejos. Pero falta domesticar tarifas y aumentos. Y sobran cascos y preventivas. Hasta las novias están bajo fianza en este mini desfile de reajustes y calabozos

Los vientos independentistas sacuden todos los rincones. Muchos catalanes empecinados y varios candidatos criollos quieren separarse. Pero el mañana está lleno de interrogantes