Germán Maggiori: 440 voltios
Edición Impresa | 29 de Octubre de 2017 | 08:51

Por MAXIMILIANO COSTAGLIOLA
Si hay algo huidizo para narrar exhaustivamente eso es precisamente el conurbano. Sus excesos, desproporciones y desbordes constantes amenazan con aflautar la voz que busque apropiárselo hasta convertirla en un hilo fino y quebradizo. Además, el complejo sistema de codificación y estratificación que lo atraviesa, así como sus inagotables y tupidos dialectos, repelen la crónica advenediza –también la for export, con su manoseado folklore– deparándole el infame resultado de la artificialidad. Por eso, para los que no conocen el paño de primera mano o no están dispuestos a invertir su tiempo –y quizás su cordura– en desmenuzar el abstruso encordado del hampa mejor abstenerse de narrarlo y ahorrarse así el ridículo de la falsa pose. Posdata: abstenerse también los lectores alérgicos a un retrato descarnado sobre el bajo fondo; o sea, aquellos necesitados de una estampa que les confirme los prejuicios y la distancia –no sólo física sino de especie– que los separa de ese mundo residual.
Maggiori, conocedor avezado del conurbano, archivista serial de sus signos y significantes, erudito de su filología y topógrafo obseso de sus meandros, sube la apuesta y se juega a narrarlo todo como uno de sus personajes se dejaría el pellejo en una balacera que lo sepulte o lo redima en su condición de hombre.
La estructura de la novela es la de un thriller trepidante que se sostiene con el mismo ritmo y la misma pulsión desde el primer párrafo hasta el último. La acción, cifrada en los años ’90, se dispara con el video de una orgía entre un político aspirante a gobernador de la provincia de Buenos Aires, un juez, un ejecutivo de la Citi, dos travestis y una joven prostituta. Alguien colocó las cámaras ocultas en el departamento para extorsionar a los políticos y al juez. A partir de allí entran en juego un cafisho de transexuales y un narcotraficante, la maldita policía bonaerense y la federal, los servicios de inteligencia, los operadores políticos y una banda de delincuentes para ver quién se hace con el botín; unos para salvar la imagen, los otros para sacarle el mayor provecho al chantaje. Todos son corporativos y todos se juegan su partida individual en un ámbito donde la corrupción está a la orden del día.
Tan vertiginosa es la trama que el lector, enganchado a las peripecias de estos actores, sentirá que le están induciendo electricidad a través de su cuerpo a un voltaje que resulta agradable e inquietante al mismo tiempo. Quien se embarque en este policial frenético estará tironeado en todo momento por ese placer de un hormigueo adictivo y la tensión porque todo detone de un momento a otro y lo que era un placentero cosquilleo se convierta en una auténtica catalepsia producto de que le han subido la corriente a 440 voltios. Porque Maggiori es despiadado, como lo es el mundo en el que se sumerge sin tubo ni máscara de oxígeno. Un mundo donde las decisiones vitales se toman y se llevan a cabo “entre hombres”. Tal vez allí esté la clave de la radicalización de cada acto, desde el más trivial hasta el más trascendente. En ese universo todo adquiere proporciones desmesuradas, desde una simple alucinación por consumo de drogas o el estado resacoso que deja hasta una sesión de tortura o directamente un asesinato a sangre fría.
Pero los límites de esta novela exceden a los clásicos del género y su característico suspense bien regado. Porque, munido de la intuición asombrosa sobre la cultura subterránea y de recursos narrativos prolíficos, el autor irrumpe con una mirada etnográfica del conurbano que elude las estigmatizaciones para hacerlo estallar de sentido. A los restos de esa implosión es absurdo quererlos reunir mediante una comprensión acabada, ya que el hampa y sus habitantes no se dejan reducir a una interpretación cerrada y unidimensional.
Maggiori nos incomoda porque se desmarca de la mineralizada “literatura chabón” para narrar la violencia dislocada que se vive en el corazón del submundo, complejizando a sus personajes antes que adelgazándolos con los contornos del prototipo, y logrando incluso que el lector genere empatía con algunos de ellos.
Y todo sin renunciar a las metáforas y comparaciones precisas y de lo más ocurrentes. Porque Maggiori es un orfebre de la prosa que va alternando estratégicamente entre la primera y la tercera persona en un instinto salvaje por glosarlo todo y de la manera más auténtica.
Sin dudas es para celebrar la acertadísima decisión de Edhasa de reeditar esta novela dieciséis años después de que fuera publicada por primera vez y arrumbada incomprensiblemente en el olvido. Para los que queden cebados por Entre hombres, Germán Maggiori les reserva Egotrip, una novela donde vuelve sobre ese mundo de derrotados unos años más tarde.
Precio: $ 490
Páginas: 305
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