Entre la bronca, el terror y las ganas de vivir en paz
Edición Impresa | 10 de Noviembre de 2017 | 01:54

Ringuelet luce por estas horas como una localidad sitiada por policías. Los coletazos por el crimen de Abril Bogado se sienten en esa respuesta oficial, tras la movilización para reclamar seguridad, sobre todo porque la inseguridad se padece a diario.
Los controles se montaron en una suerte de círculo que envuelve a la cuadra donde mataron a la nena el fin de semana, 510 entre 11 y 12. De esa forma, se vieron retenes de control vehicular sobre camino Centenario cerca del Distribuidor, sumados a patrullajes peatonales y en moto a lo largo de avenida 7 desde 514 y hasta el límite con Villa Castells, y sobre la transitada calle 511.
En los puntos más vigilados se vieron grupos de dos o cuatro miembros de Infantería, apostados en esquinas o caminando. Ayer, el paisaje era bien diferente al de cualquier otra tarde en Ringuelet. Los procedimientos siguieron hasta la noche.
A pesar de todo, hubo reacciones dispares entre la gente que vive ahí. Las posiciones incluyeron los extremos de “por fin hacen algo” y el de “esto dura tres días y después volvemos a estar como antes”.
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