Repetidas falencias en el sistema de cajeros automáticos
Edición Impresa | 14 de Diciembre de 2017 | 02:32

Durante el feriado largo del fin de semana pasado volvió a cumplirse una no escrita “ley”bancaria que, pese a su carácter de informal, se cumple puntualmente: faltó plata en los cajeros automáticos. El problema volvió a ser el mismo de siempre: en muchas entidades no se repuso el dinero suficiente para satisfacer a la demanda local. De modo que, en plena época de cobro de haberes y pagos de servicios, la gente se vio obligada a peregrinar de un lugar a otro para ver si obtenía los ansiados billetes.
Por cierto que se formaron extensas filas frente a aquellas pocas bocas en donde sí podía conseguirse dinero. En otros –cuyos cajeros se encontraban carentes de efectivo-, especialmente en horas de la mañana, la gente apostaba a que llegarían los camiones que transportan caudales para cargarlos, pero en la mayoría de los casos ese “milagro” no se produjo.
El panorama se complicó porque llegaron muchos vecinos de Berisso y Ensenada, que tampoco habían encontrado dinero en los cajeros automáticos de esas ciudades. Por cierto que, en todos los casos, los que hicieron largas filas para poder cobrar, después debieron volver a encolumnarse pacientemente ante las ventanillas en donde debían pagar impuestos, tasas o servicios.
Estos antecedentes indican que las autoridades bancarias no se inmutan ante las inveteradas deficiencias del sistema especialmente cuando corren los días feriados. La previsible mayor demanda de dinero que se registra invariablemente ante una sucesión de días no laborables -y por los viajes que muchas personas realizan hacia distintos puntos turísticos- no suscita reacción alguna en los funcionarios y directivos responsables del servicio de los cajeros. Se acaba el dinero en los cajeros, la recarga se hará o no y allí termina toda la historia, podría ser una síntesis de lo que ocurre.
El problema es recurrente y se plantea desde hace tantos años que, ciertamente, cuesta entender cómo las autoridades bancarias no lo advierten y encuentran una fórmula eficaz para evitar que se reitere. A menos que no se tenga la intención de resolverlo, con lo cual las conclusiones no sólo podrían ser otras sino que obligarían a reclamar de los organismos de contralor una investigación más detenida y exhaustiva.
Armarse de una gran paciencia, apostar a que se produzcan recargas azarosas, decidir -aquellos que cuentan con un medio de transporte propio- realizar una gira por otros cajeros para ver si la suerte les hacía un guiño, formaron parte de las desoladoras alternativas que deben enfrentar miles de personas, cautivas de un sistema que les retiene injustamente sus dineros y que no se los entrega cuando más lo necesitan.
El sistema, que fue previsto para darle agilidad al sistema bancario, no debería exhibir tan serias falencias. Se sabe que una gran porción de los clientes están forzados a manejarse con el sistema de cajeros, porque el pago de sueldos a través de ellos es obligatorio para un gran número de empresas y organismos públicos. No se trata, entonces, de una opción que haya hecho el usuario sino de virtual una imposición. Con más razón entonces el servicio debería tener un estándar de eficacia garantizado.
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE