Investigan antecedentes violentos del joven acusado de matar a su abuela a palazos

En la cuadra nadie imaginó que Matías Bustos, el “Pitu”, podía llegar tan lejos en uno de los arranques de agresividad que le conocían. Tampoco en su familia, aún cuando habían padecido algunos estallidos. Ahora, los investigadores del crimen de Valentina Peralta, buscan establecer si estos desequilibrios pueden explicar que el joven de 29 años haya asesinado a palazos a “Betty”, la abuela que lo ayudó a construir su casa al lado de la propia e intercedía en sus conflictos.

Según confirmó la Policía, Bustos confesó la brutal agresión tras pedir presencia policial en la casa de su abuela con un llamado que hizo, el mismo, al 911 en el final de la tarde de la Navidad.

A “Betty” se la reconoce como una de las pioneras en el área circundante a 139 bis entre 77 y 78. Allí llegó hace varias décadas y sus hijos se criaron en esa cuadra. Por eso, hay varios familiares cerca de la pequeña vivienda con techo a dos aguas.

En medio del dolor y con reserva de identidad, dos integrantes de la familia accedieron a un breve diálogo con este diario en el que confirmaron que Bustos había mostrado un desequilibrio asociado a alguna patología psiquiátrica: “había tenido brotes de agresividad. En la familia lo padecimos por eso. Pero no imaginábamos que llegaría a una cosa así. Esto nos genera mucho dolor. Preferimos no hacer comentarios”, dijeron los dos jóvenes que accedieron a la charla, a pocos metros de la casa de Peralta.

En el barrio todos conocían a Peralta y también a Bustos. En voz baja, algunos vecinos mencionaban otro dato que también siguen los investigadores del caso. “El Pitu era buen chico. Lo conocemos de toda la vida, porque creció acá. El problema era cuando tomaba”, apuntó un vecino de la zona.

En la misma línea, un pesquisa confió ayer que “el muchacho tenía problemas y estamos investigando si además consumía drogas”. Aparentemente todo se complicaba cuando aparecían el alcohol u otras sustancias psico activas.

En concreto, los antecedentes indican problemas habrían alcanzado a “Betty”. Según apuntó la fuente vinculada a la investigación, “estamos intentando aclarar si la abuela había hecho alguna denuncia por situaciones de violencia generadas por el nieto y luego las retiró”.

Peralta, una mujer con participación en la iglesia de Gorina, tenía una relación muy cercana con Matías. Tanto que, según contaron en el barrio, “lo ayudó a hacer la casa al lado de la suya”, dijo un vecino apuntando a una vivienda de dos plantas pegada a la casa de naranja con techo de chapas.

La abuela lo ayudó con la casa y también con los vecinos, cuando había problemas que lo señalaban: “Bettty siempre estaba cerca y ayudándolo. Por ejemplo, cuando había quejas por ruidos molestos porque tocaba la batería, ella se encargó de generar un acuerdo en la Municipalidad para que tuviera un horario en el que pudiera tocar y no molestara a los vecinos”.

Peralta fue hallada en un sillón, con rastros de haber sufrido una feroz golpiza en la cabeza, se presume, con un palo. Fue Bustos quien informó la muerte de su abuela a la Policía a través del 911, el lunes por la tarde.

Cuando llegó un patrullero, el joven encaró a los oficiales con la frase que no se esperaban: “Yo la maté”, dijo palabras más palabras menos, según consta en la investigación que lleva adelante la UFI 3, a cargo del fiscal Marcelo Martini.

Un testigo del barrio en esos primeros momentos confirmó la versión policial: “La señora quedó sentada en un sillón, lastimada y llena de sangre. El nieto dijo que la mató él”. Los investigadores confirmaron ayer otro elemento, vinculado con la hipótesis del desequilibrio mental como desencadenante: “Dijo que la mató porque Dios se lo pidió”.